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Un sol en la noche de Santiago

El flamante templo de la religión bahá'í, en la precordillera, se convirtió en el nuevo atractivo turístico de la capital chilena. Es como una flor de vidrio fundido que atrapa la luz y brilla en la oscuridad




El templo, construido como una flor, tiene nueve pétalos traslúcidos

El templo, construido como una flor, tiene nueve pétalos traslúcidos

Del lado chileno, en el largo antejardín de la cordillera de los Andes, hay una flor gigante de vidrio fundido canadiense y mármol de Portugal que atrapa la luz del sol y la libera al anochecer. Detrás de ella se levanta una montaña verde con manchas rocosas. Abajo, nueve jardines, nueve caminos y nueve fuentes de agua. La flor, construida por el hombre a 980 metros de altura sobre el nivel del mar, también tiene nueve pétalos traslúcidos. Miden 30 metros de altura y se juntan arriba en una cúpula que tiene escrita una frase en árabe. Más abajo, y al final de una extensa escalera, hay un mirador desde donde se ve la ciudad de Santiago de punta a punta, atrapada en un valle que respira edificios, luces y vida urbana. Se distingue claramente el shopping más grande y también el edificio más alto. Desde allá, en la noche, la flor se observa como una bombilla encendida en la montaña.
Los pétalos forman el templo bahá’í de Sudamérica, el octavo en el mundo, el primero en el continente. Es un lugar destinado a la oración y a la reflexión. El silencio es necesario, estricto e inigualable. Caben 600 personas, los asientos son de madera y las fotos no están permitidas en el interior.
Al ingresar en el complejo, nadie pregunta por credos, nacionalidad, preferencias políticas ni opciones de vida. Puede entrar cualquiera y no se paga un solo peso. El director de esta Casa de Adoración, Eduardo Rioseco, tiene asumido que, tanto por su significado como por su valor arquitectónico, el lugar terminará convirtiéndose además en un atractivo turístico, como casi todos los hitos religiosos del mundo. Como los inmensos jardines colgantes del templo bahá’í del Monte Carmelo en el puerto de Haifa, Israel, que son Patrimonio de la Humanidad. Como las mezquitas en Estambul. Como el Vaticano en Roma. El templo de Santiago está por cumplir tres meses desde que fue abierto y ya registra más de setenta mil visitas. El día con más afluencia suele ser el domingo (entre los 2500 y 4000 personas).
En todos los continentes hay templos bahá’í: Estados Unidos (Chicago), Panamá, Alemania, India, Uganda, Samoa y Australia. El de Turkmenistán fue demolido luego de un terremoto. Para llegar al de Chile, que se ubica en la comuna de Peñalolén, hay que hacerlo en vehículo, a menos que la fuerzas humanas puedan mover las piernas del visitante por una subida de 1,2 kilómetros. Si eso no ocurre, hay un minibús de acercamiento que por menos de un dólar (500 pesos chilenos) ahorra tiempo y energías.
En la explanada anterior, que es como el patio del templo, hay mesas, baños amplios, una biblioteca y algunos paneles grandes con fotografías alusivas a la fe bahá’i y su historia. Hay buenos estacionamientos y los guías nunca son menos de seis. Salvo alguna excepción, todos son bahá’is y el fin de semana pueden llegar a ser veinte.
“Estamos aprendiendo a acompañar”, dice Eduardo Rioseco, que es bahá’í desde 1998, y precisa que parte de ese aprendizaje es “cómo hacer la experiencia de un visitante más rica, que sea una experiencia profunda y espiritual. Los templos no aspiran a ser un evento turístico, tampoco hay un negocio detrás. Venir al templo es guardar el celular, guardar la cámara, entregarse a una experiencia sin cámara”.

¿Quiénes son los bahá’ís?

La religión bahá’í nació en Persia en el siglo XIX, en lo que hoy es Irán. El fundador de esta fe se llamó Bahá’u’lláh y “una de sus ideas principales es este concepto de que toda la historia religiosa que hemos conocido es parte de un solo proceso espiritual que ha sido guiado por Dios”, cuenta Rioseco. Es como ver a todas las religiones, incluyendo a musulmanes y ortodoxos, como parte del mismo fenómeno. Eso explica también la presencia del número nueve en la estructura del templo (planta circular con nueve lados) y de sus jardines. Como es el número que contiene a todos los demás, representa la unidad, son todos bienvenidos.
El templo, construido como una flor, tiene nueve pétalos traslúcidos

El templo, construido como una flor, tiene nueve pétalos traslúcidos

No hay misa, no hay cura, pastor ni clero; no hay bautizo y sólo existen dos ritos: el matrimonio, que lo dirigen los novios diciéndose mutuamente “nosotros en verdad acataremos la voluntad de Dios”, y el funeral bahá’í. “Es sencillo, –dice Rioseco–. Ser bahá’í es alguien que reconoce en Bahá’u’lláh una figura divina y se compromete a diario por refinar el carácter para acercarnos al estándar que nos plantea. Eso es lo difícil”.
Tampoco hay capillas o iglesias bahá’is y en Chile los seguidores de esta fe son alrededor de 6000. La finalidad original de la Casa de Adoración o templo tampoco tiene exclusividad bahá’í. “Es un espacio de servicio para la comunidad local, donde la gente pueda desarrollar el tipo de espiritualidad que Bahá’u’lláh propone bajo dos aspectos de la vida que no pueden separarse: la oración como hábito diario y llevar una vida de servicio a los demás”, expone el director Rioseco. Los bahá’ís están hoy presentes en 247 países y a Chile llegaron después de 1940.

Una nueva ciudad

Peñalolén es una comuna residencial que se funde con la precordillera santiaguina. Su plan regulador no permite las construcciones destinadas al alojamiento turístico, pero la encargada de la oficina de turismo de la municipalidad, Marilyn Peñaloza, cree que eso tendrá que cambiar y que el interés que ha despertado el templo podría marcar un hito.
La Casa de Adoración estuvo entre los destinos culturales favoritos del 2016 de las revistas patrimoniales. Destaca por su arquitectura, que es obra de la oficina canadiense Hairi Pontarini Architects, o por detalles como las piletas que tiene a su alrededor con flores de loto rosadas, difíciles de ver, o sus jardines emplazados en un parque silvestre de seis hectáreas. Ya ganó premios de arquitectura y los especialistas chilenos lo ubican entre los destinos de nivel mundial. Los que más aprovechan son los turistas, que cuelgan sus fotos de puestas de sol y amaneceres, y también sus selfies, gif animados y videos, en Twitter, en Facebook y en Instagram. En Tripadvisor, además, cuenta con calificaciones excelentes o muy buenas de los más de 40 visitantes que han escrito una reseña en este popular sitio de viajes.
Lentamente, Peñalolén crece como polo turístico gracias a esta flor inmensa que instalaron los bahá’í en la precordillera. Por ahora, el municipio planea inaugurar en marzo un tour que combine otros atractivos cercanos. Se llamará Arte, Cultura y Memoria y contemplará al menos cuatro paradas: el Parque por la Paz de Villa Grimaldi (que fue centro de torturas en la dictadura de Pinochet); el Museo de Arte Modesto, inaugurado por el argentino Alejandro Garrós en la Comunidad Ecológica de Peñalolén (donde viven muchos artistas y fotógrafos), la Viña Cousiño Macul o alguna similar, y la Casa de Adoración Bahá’í.
Buscarán para eso contar con vehículos que permitan realizar viajes en grupo, desde nueve personas hacia arriba, y luego asociarse con alguna agencia de viajes.
“Hay una incertidumbre muy interesante alrededor del templo, por la expansión turística que puede generar. Queremos crear lazos para poder medir qué visitantes tenemos. Estamos felices, sabemos la magnitud del atractivo”, dice Marilyn Peñalosa, la encargada del turismo municipal en Peñalolén.

Datos útiles

Cómo llegar

El Templo bahá'í está en Diagonal Las Torres 2000, Peñalolén.
En el Transantiago, el sistema de transporte público de la capital chilena (requiere comprar tarjeta Bip!, en oficinas del Metro o subte), sirven los recorridos 500 de Metbus. Cuando se acaba el recorrido, se puede caminar hacia la Cordillera por Diagonal Las Torres y se da con la entrada del templo.
En Metro (subte) hay dos estaciones cercanas: Plaza Egaña o Grecia. Luego es preferible continuar en taxi o similar.
En vehículo: llegar hasta Diagonal Las Torres en Peñalolén y luego hacia el Oriente.

Horarios

En verano: martes a viernes, de 15 a 20. Sábado: de 15 a 21. Domingo: de 8 a 21. Lunes: cerrado.

Más información

www.templo.bahai.cl. E-mail: visitas@templo.bahai.cl; Teléfono: 56 2 3220 9942
Municipalidad de Peñalolén, www.turismopenalolen.cl

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