10 preguntas a Luis Pescetti

–Caminar por las calles de tierra y montañas m de cascotes que había en las veredas de mi pueblo, en San Jorge, Santa Fe.

–Lo que más disfrutaba era ir en bicicleta. También me gustaba mucho jugar con los botones que tenía mi madre. El juego consistía en pellizcar un botón con otro más grande logrando el efecto de una pelota.

–No, mi hermano era el único lector. Era una casa donde se apreciaba mucho la inteligencia pero no había libros a mi disposición, ni mis papás me leían cuentos antes de dormir.

–Cero. Por primera vez fui de grande, ya habiendo venido a vivir a la ciudad. No era ni por casualidad el espectador de una de mis obras.

–El cantautor es como lechero a domicilio: no es que yo quería ser repartidor pero no podía quedarme con la leche en casa. No es que yo quería ser cantante, no me podía quedar con las canciones en casa y así descubrí el escenario. Las primeras canciones surgieron en la adolescencia y un poco más formal a los veintipico.

–Hay varios. Algunos que fueron realmente mis maestros y otros que fueron modelos a la distancia. Hugo Benassi, de mi pueblo, era un apasionado del piano y siempre lo admiré mucho. Después están Woody Allen, Les Luthiers, Leo Masliah y Darío Fo. Todos ellos fueron modelos a la distancia. Maestro es alguien que te guía día a día pero de repente vos te encontrás con un avión abandonado, hacés los planos y te ponés a hacer aviones. Yo me encontré con mucho gente que me enseñó a hacer aviones.

–No hubo un “recalculando”. Si me volqué más para el lado de la ternura porque vivo muchos ejemplos de ternura cotidiana siendo papás. Aprendí a estar en los zapatos de otros padres. Yo antes decía “no sean platos voladores mirando a sus hijos” y hoy caigo en los mismos errores. Los mismos chistes también los hago con más ternura. David Trueba, un director de cine español escribió un artículo cuando supo que yo había sido papá que decía “bueno sonaron los chicos porque se terminó el humor ácido”. No se terminó el humor ácido pero ganó mucho espacio la ternura.

–Pequeñas aventura de papá varón con chicos que puede ser desde ir al río y ver salir aviones hasta tirar piedritas. También disfrutamos mucho de las salidas nocturnas. En pleno invierno salimos a eso de las 8 o 9 de la noche en busca de aventuras.

–Sin planes. Ese es el mejor plan.

–Supongo que con las mismas inquietudes sin poderlas realizar me hubiera sentido muy fuera de lugar, muy perdido. Pero la antropología es otra cosa que me gustaba.

¡Buen fin de semana! Nos vemos el martes con el especial de #CrianzaEnTribu por el día del niño. Mientras tanto, me encuentran en Upalala, @Upalalaok y crianzaentribuok@gmail.com