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Alma de luchadora




Por Silvana Pomponio
Con mi marido estuvimos 10 años de novios, y al estar por cumplir 7 años de casados quisimos ser papás. Quedé embarazada a los 6 meses, pero al poco tiempo lo perdimos. Reponiéndonos de la tristeza, volviendo a intentar, ocho meses más tarde, quedé embarazada nuevamente. Ahí estábamos felices, todo iba bien los primeros meses... Hasta que a los 4 meses y medio, al hacernos el scan fetal (una de las ecografías más importantes del embarazo), pensando que solo confirmaríamos el sexo de nuestro bebé, nos enteramos de que nuestra hija tenía un defecto congénito: mielomeningocele. Esto esmás conocido como espina bífida, y se trata de un problema de nacimiento en el que la columna vertebral no se cierra del todo. El doctor nos comunicó que podían pasar varias cosas: o que ese defecto sea genético y que mi beba nazca y muera... U otros panoramas poco alentadores como que no pudiera caminar, que tenga hidrocefalia o tenga algún otro problema neurológico. A pesar de las noticias tan difíciles de procesar, en todo momento con mi marido tuvimos mucha paz: creemos en Dios y nos aferramos a eso. Por eso, ese mismo día decidimos ponerle un nombre a nuestra beba que signifique algo relacionado con la vida y con la felicidad que teníamos de esperarla: su nombre sería Alma. Ambos creíamos que no importaba lo que pasara, amábamos a esa bebé e íbamos a hacer lo que fuera necesario para que ella pudiera tener una mejor calidad de vida. Ese día recuerdo que lloramos mucho, sentimos mucho dolor, pero teníamos mucha esperanza.
Más adelante, mi cuñada, hermana de mi marido, que trabajaba en diagnóstico prenatal, nos presentó a un médico que nos ofreció una cirugía intrauterina, algo que no está desarrollado en nuestro país, pero nos lo contó como un procedimiento que nos daba grandes esperanzas en el tratamiento de Alma. Luego de evaluar los pros y los contras, decidimos realizar la cirugía intrauterina y a las 25 semanas de embarazo (aproximadamente 6 meses), ambas fuimos intervenidas. Afortunadamente, todo salió mejor de lo que pensábamos y luego de 9 días de internación me fui a casa con reposo relativo, ya que tenía grandes posibilidades de romper bolsa. Y así fue: a las 2 semanas me desperté a las 5:30 am sintiéndome mojada, y era que había perdido liquido amniótico. Entonces ese mismo día me interné y quedé en reposo absoluto y con una batería de antibióticos, ya que tenia la bolsa rota y todavía no queríamos que naciera la beba. Estuve un tiempo más así, hasta que un sábado, al estar de poco más de 7 meses, empecé a levantar temperatura y a tener un dolor en la cintura que con el paso de las horas se convertiría en contracciones MUY dolorosas que anunciaban que Alma ya quería nacer. Entré al quirófano con 39,5 grados de fiebre, por lo cual no pudieron ponerme la anestesia peridural y además no conocí a mi beba en el parto. Recién al día siguiente a la noche pude conocerla. Alma nació con 1,8 kilos, entró a neonatología y gracias a Dios no necesitó respirador. Los ventrículos eran normales, por lo cual tampoco necesitó válvula de derivación, ¡qué fuerte que era a pesar de su tamañito! Estuvimos en total, 33 días yendo a la neo: uno no se imagina lo difícil que es irte de ahí y dejar a tu bebé internado hasta que te toca vivirlo.
Por suerte finalmente llegó el día del alta, pero no sabíamos que a los 10 días de haber dejado la neo volveríamos, esta vez para realizarle una operación de cierre de espalda a Alma. Esta era una operación solo superficial, pero todavía al día de hoy no terminó de cicatrizar. Ahora Alma tiene 3 meses y medio y esta súper bien: mueve ambas piernas y es una beba muy despierta, nos mira a los ojos, nos sonríe y no necesita la válvula de derivación. Es vivir el día a día sin muchas certezas y ver cómo va evolucionando y creciendo, pero hoy puedo decir que volvería a pasar por todo lo que pasamos, ya que al ver los ojitos de Alma y verla tan bien sé que tomamos la mejor decisión al operarla mientras estaba en la panza. ¡La mejor elección siempre es luchar por la vida!

POR QUÉ ELEGIMOS ESTA HISTORIA

Como muchas otras historias que leímos en esta sección, la de Silvana y su beba Alma nos llenó de ternura y nos dio muchas ganas de compartirla, ya que es un testimonio de lucha y de esperanza. Hay pocos casos exitosos de cirugía intrauterina en Argentina y además son pocas las personas que se animan a intentarlo. Pero, ante un panorama nada alentador, Silvana y su marido se jugaron y tomaron esta decisión que cambiaría sus vidas y la de su hija Alma para siempre.
¡Silvana, esperamos que Almita siga evolucionando tan bien y que puedas disfrutar de sus avances día tras día!
Muchas gracias a todos por leer y comentar la semana pasada en la nota de embarazo múltiple, ¡cuántos casos de mellizos y hasta trillizos que hay entre los lectores!
Nos leemos el miércoles próximo para cerrar este espacio que construimos entre todos ¡y que voy a extrañar muchísimo!
Gracias,
Cande

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