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Cierre del INADI: "Es alejarnos del concepto de sociedades libres e inclusivas"

Ante la decisión del Poder Ejecutivo para avanzar con el cierre del INADI, Georgina Sticco, experta en género, recuerda una anécdota personal en la que se sintió discriminada y recibió ayuda de la institución.


En pequeños actos de la vida cotidiana, también podemos sufrir discriminación.

En pequeños actos de la vida cotidiana, también podemos sufrir discriminación. - Créditos: Getty Images



Cuando escucho las noticias alrededor de la decisión de cerrar definitivamente el INADI (Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo), viene a mí una anécdota personal que, para mí, ilustra lo que esto significa. Hace unos años, siendo madre primeriza, sin mucho apoyo familiar, ya que la familia de mi pareja y la mía no viven en Buenos Aires, me encontraba que tenía que hacer algunas actividades sencillas, que me resultaban muy difíciles de organizar, como ir al médico o hacer las compras.

¿Por qué difícil? Yo le daba el pecho a mi beba, con lo cual las salidas no podían ser más de 3 horas desde el momento de salir de casa. Por otro lado, no manejaba y tenía que moverme en taxi o colectivo. Me acuerdo de que el taxi estaba carísimo, así que no me quedaba otra opción que el colectivo.

Les cuento uno de esos días que me marcó: tenía que ir al médico para mí y nadie podía cuidar de mi beba. Voy con el cochecito a la parada del colectivo, y veo cómo tres colectivos pasan, sin parar, y cuando el cuarto para y me permite subir, con coche e hija, me dice que en su línea tenían prohibido subir carros de bebes, pero que él hacía excepciones. ¿Era esto verdad? ¿Las personas con bebes teníamos prohibida la movilidad en espacios públicos? De más está decir que, justificado por una cuestión de seguridad, me obligaron a cerrar el cochecito, para después tener que bajar del colectivo con mi bebé en un brazo y el bolso y el cochecito en el otro brazo. Imposible hacer esto sola, así que terminé parando a una persona cualquiera, que me inspiró algo de confianza, para entregarle a mi bebé y abrir el cochecito.

La angustia, la sensación de no tener la posibilidad de moverme libremente, de tener que hacer tanto esfuerzo para una tarea que se supone cotidiana, me fulminó (además de la cara del médico cuando llegué tarde al turno). Pero peor fue cuando ese mismo día fui al supermercado y había un cartel en la puerta que decía “Prohibida la entrada con cochecitos de bebé”. El colmo. Entré enojadísima, preguntándoles dónde pretendían que dejara a mi bebé mientras hacía las compras.

 

Hablando con amigas, me indicaron que hiciera la denuncia al INADI. Y eso hice. Mandé un mensaje, en un formulario que esperaba que nadie leyera. Y pocos días después, un domingo, me llamaron. Me contaron que ellos solo podían asesorar, y brindar información sobre qué pasos podía tomar yo. Me confirmaron mis sospechas: no existía ninguna regulación en contra de los cochecitos, y, por lo tanto, que los colectivos no pararan era un acto de discriminación. También me confirmaron que un local no podía dejar afuera a las madres, y me asesoraron sobre lo que tenía que hacer para que esa línea de supermercados sacara ese cartel. 

El INADI no solo asesora a quien vive una situación de discriminación, sino que trabaja constantemente generando espacios y discusiones para que vivamos en una sociedad donde, por ninguna razón, las personas sean humilladas o discriminadas. La promoción del lenguaje de señas, la visibilización de las discapacidades cognitivas, el reconocimiento a las poblaciones afros, el apoyo al colectivo LGBT, son solo algunas de las temáticas con las que constantemente abordan a lo largo de todo el país.

Y lo hacen desde todos los ámbitos: desde el espacio público, como me pasó a mí, como en la escuela, las redes, los medios de comunicación o los espacios laborales.

 

Es una institución que surgió con el fin de velar para que los derechos humanos sean universales. ¿Qué significa? Que cualquier persona tenga los mismos derechos, independientemente de sus características. Volvamos a mi ejemplo: cualquier otra persona sin bebé o cochecito podría subirse a un colectivo sin problema, o ir al súper a realizar las compras, pero una persona con cochecito y bebé, no. Eso es un acto de discriminación.

Perder una institución que vela por nuestros derechos, es evitar que generamos conciencia sobre situaciones de violencia que tenemos naturalizadas. Es alejarnos del concepto de sociedades libres e inclusivas, dado que la libertad se refiere a que todas las personas podamos ejercer los mismos derechos, y si esto no es así, no hay libertad que exista.

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