Cierre del INADI: "La discriminación no se termina con esta medida"
Mariela Belski, Directora de Amnistía Internacional Argentina, reflexiona acerca de las implicancias del cierre del INADI, una institución que trabaja por una sociedad libre de discriminaciones de todo tipo.
23 de febrero de 2024 • 16:09
La sede del INADI funciona en la Av. de Mayo al 1400
Es la “policía del pensamiento”, “un antro de ñoquis y corruptos”, un organismo que elabora “listas negras para cancelar gente”. Así calificaba el presidente Javier Milei al Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI). Lo hizo a través de su cuenta de Tik Tok, el mismo día en el que, por la mañana, el vocero presidencial había anunciado, en conferencia de prensa, el cierre de la institución.
En paralelo, una de las tantas cuentas afines al gobierno en redes sociales, publicó una imagen creada por inteligencia artificial, en la que un león furioso arañó una suerte de pared donde puede leerse en formato grafiti “INADI”: un símbolo gráfico de lo que sería la destrucción del organismo.
El cierre del INADI se presenta, así, como una estructura narrativa y comunicacional que es lanzada por el gobierno como una flecha a través de canales diversificados: contenidos digitales, redes sociales y conferencia de prensa; con una serie de argumentos -o titulares- de gran impacto (“policía del pensamiento”, “antro de ñoquis”) que borran de un plumazo la historia de un organismo vinculado a dos de los hechos más trágicos que vivió nuestro país.
El Instituto fue creado por ley hace más de 29 años, tras el atentado a la AMIA y la Embajada de Israel, los dos atentados terroristas que constituyen uno de los hechos más graves del Siglo XX en nuestro país.
La discriminación en la Argentina es un problema que sufren diversos colectivos. Por eso en 1995 la DAIA, junto a otras organizaciones, impulsaron la creación del INADI. Entre sus objetivos, se encuentra el de elaborar políticas nacionales y medidas concretas para combatir la discriminación, la xenofobia y el racismo.
Si había mucha o poca gente en el staff del organismo, es una información que desconocemos. En tal caso, el Estado cuenta con estrategias y modos transparentes y abiertos para mejorar el funcionamiento y la eficiencia de sus instituciones. Pero decir que “no servía para nada” es una falta de respeto a las comunidades religiosas, LGBTIQ +, a las mujeres, a las minorías y a los grupos desaventajados.
En 2022 el INADI atendió más de 12 mil consultas y 2.558 denuncias. Cambió la vida de las personas en un sinfín de casos que a veces no llegan a conocerse. Por ejemplo, se evitaron despidos discriminatorios por VIH; se contribuyó a que miles de niños y niñas no sean expulsados de sus escuelas al identificarse TGD (Trastorno Generalizado del Desarrollo), promoviendo el derecho a una educación inclusiva. Además, desde el INADI se combatió la discriminación de la chica o el chico con obesidad al que no dejaban entrar al boliche bailable y se trabajó para combatir discursos antisemitas.
Decir que el INADI “no servía para nada” es una falta de respeto a las comunidades religiosas, LGBTIQ +, a las mujeres, a las minorías y a los grupos desaventajados.
Mariela Belski
La flecha narrativa que lanzó el gobierno al comenzar el día de ayer, anunciando el cierre del INADI, fue propulsada desde el arco del relato oficial, que apunta a deslegitimar la agenda de derechos y a herir a quienes promueven su defensa para construir una sociedad más justa e igualitaria.
La punta de la flecha alcanzó su objetivo: produjo gran impacto en el debate público, mientras los problemas económicos siguen golpeando a una sociedad que experimenta problemáticas desde hace muchos años y cuyos derechos básicos insatisfechos, no encuentran respuesta.
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