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Ser emprendedora: "Mi negocio fracasó... ¿entonces soy una fracasada?"

Ale Leguizamón es mentora de emprendedoras y en su primera columna para OHLALÁ!, analiza una sensación con la que muchas veces nos sentimos identificadas. ¿Cómo te llevás con el fracaso de tu negocio?


¿Cómo manejar la sensación de fracaso personal cuando un proyecto emprendedor no funciona?

¿Cómo manejar la sensación de fracaso personal cuando un proyecto emprendedor no funciona? - Créditos: Getty Images



En el 2009 me despidieron del trabajo estando embarazada, y más allá de como esto puede sonar, fue una de las mejores cosas que me pasó en la vida. En ese momento, no me quedó otra que transformarme en emprendedora y era el empujón que necesitaba para animarme. A pesar de que estaba llena de miedos, también lo estaba de certezas y sueños. “HAY ALGO MÁS GRANDE PARA MÍ, LO SIENTO EN EL ALMA”- era lo que yo pensaba…

En esos meses post despido, mi mente empezó a divagar por las infinitas posibilidades que tenía por emprender, era un gran lienzo en blanco, no te voy a mentir, también era un poco desesperante. Un día mientras me duchaba, (las mejoras ideas siempre son en la ducha o manejando)... ¡EUREKA! La idea más clara que jamás hubiera tenido, estaba nítida, escrita sobre los azulejos de mi ducha prestada (vivíamos de prestado en esa época). Todo estaba cobrando sentido, forma, color y hasta nombre. 

Del éxito al fracaso: un camino que cualquier emprendedor puede transitar

En el 2010 el negocio empezó a toda marcha, logo, productos, página web, fotos, ¡y ventas! “¿Qué? ¿Tan fácil era montar un negocio?” Sentía que tenía el mundo en mis manos y que nada era imposible. “Soy brillante, emprendedora de cuna” y no sé cuantos piropos más me autodecia.

Los años fueron pasando y lo que empezó a ser un negocio exitoso que me llenaba de entusiasmo y felicidad se iba reemplazando por deudas, estrés y peleas societarias. Al final, terminaba cambiando mi preciado tiempo por problemas. Pero no te voy a mentir, lo que más me dolía, era el ego. Yo, que me creía capaz de todo, y qué me decía, había algo grandioso para mí, me estaba dando cuenta que eran todas pavadas. 

Poco a poco, iba despertando de mis sueños de unicornios, “No hay algo más para mí, no soy especial, no puedo con esto, no lo sé hacer”. O peor aún, “ellos tenían razón”. Todos los que me habían dicho que estaba loca y que no creían en mí, A ELLOS LES IBA A TENER QUE DAR LA RAZÓN. Para una acuariana como yo... ¿Darle la razón a alguien? Mi peor pesadilla. Pero la verdad es que sí, tenían razón, si el negocio fracasó, YO ME TRANSFORMABA EN UNA FRACASADA. 

¿Es el proyecto o es el ego eso que no podemos soltar?

Intenté sostener mi emprendimiento lo más que pude, porque no me era fácil soltar. Pasé un año entero, entre llanto, ataques de pánico, deudas y pastillas para dormir. Toqué fondo cuando pedí plata prestada (y mucha), a escondidas de mi marido, porque no quería que él sepa lo mal que me estaba yendo. Estaba poniendo en riesgo la economía familiar, por tener tanto miedo al fracaso, y cada solución que pensaba, me terminaba hundiendo más y más. 

Hasta que un día tuve una larga charla con mi ego, y le dije: "¿Sabés qué, EGO?, prefiero ser feliz y fracasada, qué infeliz y “exitosa” (en los ojos de los demás, por supuesto). Me rindo". 

¿Cuánta salud, felicidad, paz y tiempo valioso, vale sostener el ego?

Esa era una pregunta trascendental que llegaba para quedarse en mi vida para siempre. En el 2016, solté mi relación tóxica con mi emprendimiento y cuando por fin me animé a FRACASAR antes todos, fue cuando el universo se dio cuenta de que había aprendido una gran lección, y que estaba lista para pasar al siguiente nivel. 

Dar el salto de fe

Del más profundo "fracaso", Ale renació con su proyecto Mamá Emprende.

Del más profundo "fracaso", Ale renació con su proyecto Mamá Emprende. - Créditos: Gentileza Ale Leguizamón

Unos meses después de haber “fracasado”, vino mi gran éxito, mi academia Mamá Emprende, la marca que me hizo crecer, comprar mi primer departamento, conocer el mundo y convertirme en algo que jamás me hubiera animado a imaginar.

Desde ese día, mi gran lección fue: cuando no funciona, cuando te esforzás demasiado y aun así no fluye, no sos un fracaso, más bien sos cabeza dura o quizás un poco sorda, porque básicamente es el universo gritándote: "¡NO ES POR AHÍ! ¡DOBLÁ!"

Siempre (me atrevo a decir) hay algo mejor esperándote, tenés que dar el salto de fe. Esto no solo aplica para los emprendimientos, también con amigos, socios, parejas, países, quien sea y lo que sea. Si NO ES, no lo fuerces, no te deprimas, no te lo tomes personal, es simplemente la vida llevándote por el camino correcto para vos, de una manera que hasta las más cabeza dura (como yo, pues ascendente en Tauro) lo pueda entender. 

Si empezaste a leer esta columna, sintiéndote un fracaso y llegaste hasta acá, un poco más esperanzada y en paz, ¡misión cumplida con mi primera columna en OHLALÁ!

 

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