Psicología y astrología: un diálogo profundo entre Inés Dates y Ana Bilsky
Nuestra psicóloga y nuestra astróloga se juntan por primera vez en la redacción de OHLALA! y el resultado es el encuentro entre dos mundos.
22 de abril de 2018 • 00:56
Ana Bilsky e Inés Dates nos acompañan desde el primer número. Crecimos con ellas, y quisimos que vos fueras testigo de esta conversación entre la psicología y la astrología, dos miradas sobre el mundo que nos enriquecieron durante estos 10 años. - Créditos: Catalina Bartolomé. Producción de Estudio B.O.A.
Lo que ellas no saben es que al séptimo minuto de charla se cortó el audio (en mi carrera, me pasó solo tres veces, y es una pequeña tragedia para un periodista). Recién cuando ya habían transcurrido 30 minutos me di cuenta. Pero no les dije nada, no quería inquietarlas. Ellas ya hablaban como si se conocieran de toda la vida. Quizás haya sido Mercurio retrógrado, pero qué importa: ese primer encuentro no tiene registro, permanecerá siempre como un misterio. Justamente del misterio hablan las dos, aunque en diferentes idiomas, al final de esta cita a ciegas. Ana, astróloga, e Inés, psicóloga, recién se conocen, pero están desde el número cero en OHLALÁ! y son, sin duda, nuestras Muchas Mujeres.
Algunas postales de lo que no se grabó fueron cuando Ana, agradecida, recordó a su primera terapeuta lacaniana o el momento en que Inés se emocionó después de la interpretación improvisada de su ascendente en Cáncer. No es casual que las dos sean ascendente en Cáncer; esa sensibilidad acuosa es la que nos alentó al comienzo, nos contuvo en nuestros desafíos y siempre confió en nosotras. Inés y Ana son nuestras incondicionales.
Crecimos con ellas, y quisimos que vos fueras testigo de esta conversación entre la psicología y la astrología, dos miradas sobre el mundo que nos enriquecieron durante estos 10 años.
Inés le pregunta a Ana: ¿Vos ya tenés hecha una conversación entre nosotras?
Ana: Sí. Cuando te vi, dije: “Ah, qué tono parecido”. A mí me pasa, cuando viajo en colectivo o donde sea, que me encanta mirar qué gente podría ser mi cofradía. Te juro. Digo: “Este podría ser familiar mío, con este me siento más distante”. Me pasa naturalmente. Y cuando te vi, dije: “Uy, qué estilo, qué cosa parecida”. Capaz en mi interno no sé cuánto, pero hay algo que me hizo decir: “Esta mina podría ser de mi familia”.
Inés: Eso me pasó acá, al llegar. Pero antes, cuando no te conocía y no eras sentida, eras la astrología. Y yo con la astrología tengo un diálogo. Y ese diálogo lo estuve repasando. Me venía.
El otro día, Ana me dijo: “Cuando la astrología llega hasta un punto, tiene que llevar a la psicología”.
Ana: Claro, yo digo que el techo del astrólogo es cuando la persona te pregunta: “¿Y qué hago con esto que se ve en una carta?”, y yo le digo: “Andá al terapeuta”. El techo del astrólogo es el piso del terapeuta. Viene mucha gente a hacerse cartas, que hace terapia, incluso terapeutas, de todo tipo. Entonces, me parece que es una ayuda fabulosa que alguien sea psicólogo y astrólogo o astrólogo y psicólogo. A mí me dio mucha fiaca hacer una carrera tan larga cuando terminé mi carrera de astrología, pero me hubiera encantado complementarla con eso.
Inés: Te hubieras desilusionado (se ríen).
Ana Bilsky, Sole Simond e Inés Dates después del encuentro - Créditos: Catalina Bartolomé. Producción de Estudio B.O.A.
Ana: ¡¿Por qué?!
Inés: La carrera yo la hice a los 18. A esa edad, el mundo se te abre con lo que la vida te ofrece. Me ofreció eso y ahí fui. Pero era muy buena la facultad, muy buena la sociología, muy ciencias humanas, pero también yo soy de una época muy científica. ¿Sabés lo que recordé pensando en esta entrevista? Me acordé de una anécdota que me contó mi marido. Él y yo nos conocimos por azar en la Universidad de Buenos Aires...
Ana: ¿Te casaste jovencita?
Inés: No, no. Nunca me casé (se ríen). Él estudiaba Filosofía, pero es más bien epistemólogo, le interesa cómo se construye el conocimiento. Yo también soy muy así. No le creo al conocimiento. Me gusta ver cómo está hecho para saber cómo tomarlo, tanto dentro del ser humano como en la cultura. Me contó que durante un examen que tomaba Mario Bunge, epistemólogo capo que enseñaba en Estados Unidos, una chica preparó un análisis sobre la astrología. Y demostró cómo y por qué la astrología no era una ciencia, y después dijo: “Y ahora, doctor Bunge, le voy a leer su horóscopo” (se ríen). Y le leyó el horóscopo en voz alta, ¡y era tal cual!, todo el mundo se moría de risa, él también.
Ana: Yo estoy totalmente de acuerdo con esto de que la astrología no es una ciencia, pero tiene que partir de un cálculo absolutamente matemático, absolutamente racional, absolutamente comprobable. A mí, me encanta definir la astrología como un lenguaje, que te permite pescar el orden que hay entre la persona que uno es y lo que a uno le pasa.
- SE CORTA EL AUDIO -
Inés: Estuve pensando que, en la antigüedad, el estudio del universo fue el único que existía, cuando los planetas eran lo poco que se podía estudiar.
Ana: Así es. Los astrólogos que de verdad miraban el cielo en ese momento. Ahora miramos las efemérides. Ellos miraban para arriba y ahora miramos para abajo.
Inés: ¿Sabés? Hay gente que me regaló la religión, desde ese momento siempre tuve acá a la izquierda a un Dios, yo lo llamo “misterio”, para no ponerle nombre, porque los nombres me achican la cosa. A partir de entonces siempre me acompañó. Voy caminando por mi camino, pero con el misterio que me acompaña. Y ceo que la astrología ha recibido ese conocimiento de gente que lo ha registrado.
Ana: Yo describo la astrología como un misterio. Como un misterio que no tiene moral, por eso me abro de astrólogos que hablan en términos de cartas natales buenas o malas, planetas o signos buenos o malos, porque cuando uno habla en términos de adjetivos calificativos, le está poniendo moral a algo que definitivamente no la tiene.
Inés: Y así está interrumpiendo el diálogo.
Ana: Exactamente. Estamos hablando de energía, la energía es un misterio, y nosotros lo somos y estoy muy de acuerdo con vos en esto de que nos vamos construyendo. Y una frase que tomo del autor español Emilio Carrillo es que se trata de vivir viviendo, ni siquiera de estar aquí ahora, porque estar aquí ahora ya está, ya pasó; en cambio, vivir viviendo es cada vez. Entonces, nuestra gran tarea es bajar el argumento todo el tiempo, porque lo tenemos permanentemente instalado, lo cultural nos instala en un argumento que nos entretiene. Cuando nos bañamos, es muy raro que nos estemos bañando, estamos pensando en no llegar al laburo tarde, o “los nietos hoy vienen a comer a casa”, o “tengo que hacer una carta natal”. La propuesta es volver a ese ser, volver a esa parte no manifestada, que vos llamás misterio, y ver cómo nos bañamos, qué pasa en esta entrevista, por ejemplo, qué nos pasa ahora en el estómago. Y eso es estar profundamente en ese ser que estamos.
Inés: Mientras decías eso, pensaba también que hay un cambio enorme ahora, que tienen que ver con la mujer. Porque esto espiritual en realidad se opone a la acción. La acción es buenísima para actuar, pero no es todo, y el lenguaje es producto de la acción: lo que hice, lo que no hice, el narcisismo, todos los cuentitos, todo es acción. Incluso uno, cuando quiere ser delante de otro, tiene que contar cosas que hizo.
Ana: Es muy perturbador transmitir lo que nos pasa.
Inés: Sí, es muy perturbador, y es justamente sobre eso de lo que trata “Abrite a la aventura”. Por ejemplo, ahora estoy practicando amor, parar la acción, y lo que hago es trabajar en el jardín o limpiar algo, porque eso me permite contactarme con el amor. Si yo estoy quieta, sin hacer nada, mi búsqueda de acción se va a esa mente que piensa, que se preocupa, que hace.
Ana: Eso nos atraviesa, es inevitable, es inconmensurable y es totalmente humano. Pero darnos cuenta de eso es perturbador. Te lo digo desde esta mina que soy, ni siquiera desde la astróloga que soy, esto lo siento en el corazón: somos seres muy iluminados, todos, aun aquellos que se desconocen en esta situación. Seres muy sabios...
Inés: Muchos de los malos que nos rodean no saben mostrar lo bueno porque no fue reconocido, mirado y cuidado cuando estaban creciendo en la vida que les tocó.
Ana: Absolutamente.
Inés: O sea que todos tenemos algo muy valioso dentro de nosotros. Y eso es lo más difícil de mostrar.
Ana: Por supuesto, conectarse con eso. Fijate que a mi consultorio vienen los unos y los otros. Los macristas, los kirchneristas, los racionales, los del om –como vos les decís–, y me conmueve enormemente ver que a todos les pasa lo mismo: todos lloran porque su hijo está enfermo o porque no tienen pareja. Si nos sacamos el disfraz de lo humanoide y nos quedamos en chancletas, todos lloramos. Yo lloro con la gente, a mí me emociona. Y ahora te lo cuento y me emociona. Cuando podemos sacarnos esa coraza que tenemos por temor a ser vulnerables, eso es amor. En las entrevistas, cada tanto, tengo encuentros de amor tan profundos que hoy me emociona pensar en eso. Esto es nuestro ascendente en Cáncer.
Ya casi terminamos, ¿qué significa OHLALÁ! para cada una de ustedes?
Inés y Ana: Sí, ¡ya estamos cansadas!
Inés: ¿Qué es esto? Esto primero es un encuentro, un encuentro que ocurrió hace ya 10 años, en el que nos encontramos un montón de gente. Y siempre te encontrás así, te encontrás en un proyecto, te encontrás en un lugar. OHLALÁ! es, en realidad, un sostén de los encuentros. Y te exige encontrarte con vos también, te exige ser la del número de abril, la del aniversario, ahora, ser...
Ana: A mí me parece que este encuentro es absolutamente revelador y me hace pensar en la maravilla del destino. Creo que hay encuentros de destino y esos son los que te permiten ser esta persona que sos. Ver a esta mujer... Yo también estaba nerviosa: “La psicóloga, ¿qué va a pensar de la astróloga?”, tenía todo este tema, nunca te había visto. Y cuando te vi de reojo me dije: “Uy, tiene pecas como yo, ojos claros, ese pelo revuelto...”. Ahí respiré y dije: “Esto es revelador y forma parte del destino”. Esto también es OHLALÁ! Me encontré con gente de mucha amorosidad, de poder escuchar, con la que una puede respirar y decir: “Estoy como en casa”.
Estos 10 años también te invitan a hacer un balance...
Inés: Sí. ¿Y para qué sirve el balance? Para tener datos que te permitan saber hacia dónde vas a ejercer la fuerza: ¿qué vas a dejar ir y qué no? Porque siempre estás dejando ir cosas, para así cuidar las muy importantes. A mí, OHLALÁ! me hizo creer en el destino. Yo tenía una amiga, que se murió, con quien hace mucho escribimos varios libros juntas que nunca publicamos. Pero un día me dije: “Lo que yo pienso no cabe en un libro, lo hace un plomazo que se hunde, lo mío sirve para cosas periódicas”. Y Feli Rossi (ver recuadro), la directora de ese momento, me llamó. Entonces también me hizo creer en el destino. Trabajo de esta manera con la gente: “¿Vos querés algo? Trabajá para ser digna de recibirlo. Y después pasan los milagros”.
“El poder tiene que ver con compartir”
Créditos: Gentileza
Por Felicitas Rossi, ex directora de OHLALÁ!
“Podés vivir haciéndote la distraída o queriendo saber la verdad”, me dijo Inés en una sesión. Y ahí fui a ver a Ana, que, revolución solar mediante, me confirmó lo que mi intuición ya sabía. Inés era mi psicóloga y Ana, mi astróloga. En 2006, cuando me convocaron de La Nación para crear una revista femenina, supe que debía poner sobre la mesa gran parte de un camino de autoconocimiento que venía recorriendo y compartirlo. Si bien vengo de una cultura que me enseñó que “la información es poder”, supe que el verdadero poder tiene que ver con compartir y con cuidar. Para mí, la mejor forma de cuidar este gran círculo de mujeres que estábamos gestando era compartiendo lo que había aprendido y poniéndome, a la vez, en un lugar de aprendiz. Llenarme y vaciarme. Entonces tuve un aha moment, después vendrían muchos más. Pero ahora no nos importan. Porque ahora estamos recordando cómo fue crear una revista para la mujer que le habló como ninguna lo había hecho hasta ese momento. Y lo logré. Lo logramos. Inés y Ana contribuyeron y hoy les agradezco haber aceptado ser parte de este éxito. Que no hubiera sido posible sin la inteligencia de Quelo Fonseca, el diseño de Alejandra Bliffeld, el entusiasmo de Sole Simond y el ojo de Ani Bangueses. A todos ellos y a ustedes, queridas lectoras: gracias, mil gracias.
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Maquillaron y peinaron Mate Vayo y Josefina Mercau. Agradecemos a Wood Market por su colaboración en esta nota.