¿Quién es Bhanu Narasimhan? Una de las mujeres que están cambiando el mundo
14 de noviembre de 2018 • 15:19
Banhu Didi fue invitada al W20 por su compromiso con la educación de los niños y las niñas en la India - Créditos: Jade Sívori
Vino a Argentina invitada por el W20 para debatir junto con otras líderes del mundo sobre cómo incrementar la participación de la mujer en las economías y sociedades de sus países.
Bhanu Didi, como le dicen, nació en India y dirige el Programa Mujeres y Niños de la Fundación El Arte de Vivir, la ONG fundada en 1981 por Sri Sri Ravi Shankar. Totalmente comprometida con la causa de la educación holística de los niños y niñas de la India, es una convencida de que ahí radica la generación de un cambio. Su padre empezó con una escuela gratis con apenas treinta alumnos y ahora ya son 58 mil niños en veinte estados de su país a través del programa Gift a Smile.
Pero también es hermana (y seguidora, aclara) de Sri Sri Ravi Shankar, líder humanitario y fundador de El Arte de Vivir, a quien retrata con mucho amor en Gurudev, el libro donde cuenta cómo es crecer al lado de quien después se convertiría en un maestro espiritual. "Cuando mi hermano tenía alrededor de cuatro años y yo dos, para el asombro de muchos, él comenzó a cantar y rezar; yo lo miraba y lo imitaba. Cuando le preguntaban para qué estaba rezando, él decía: ‘¡Para que todos sean felices!’. Solíamos mirar las nubes, el cielo, las estrellas, el sol, la luna, y bueno…, les orábamos a todos ellos".
¿Cómo fue la educación que recibieron en tu casa para que tanto vos como tu hermano se convirtieran en referentes espirituales en todo el mundo?
Mis padres eran personas bellas, simples y siempre en la búsqueda de valores superiores. Mi padre era muy espiritual y mi madre era religiosa y fiel seguidora de los rituales. El padre de mi padre, mi abuelo, había vivido con Gandhi en el ashram y participó muy activamente en el movimiento de liberación de mi país. A mi padre le encantaba contarnos historias de grandes líderes y relatos épicos. Tuvimos una muy buena educación, muy estimulante.
Y, ya de grande, ¿cómo te las arreglaste para encarar una búsqueda espiritual y, a la vez, criar dos hijos?
Bueno, yo me casé y fui madre muy joven. Me acuerdo de que al principio me enojaba porque mi hermano se iba todo el tiempo de viaje y yo quería ir con él, pero tenía una familia que cuidar. Gurudev me enseñó a ver la Divinidad en mis hijos: alimentarlos a ellos es alimentar a la Divinidad, jugar con ellos es jugar con la Divinidad. Ya de más grande entendí que la espiritualidad no es algo aparte, es un estado de la mente, se puede estar conectada con tu rutina de todos los días y a la vez elevar tu espíritu más allá de ella.
Estás casada desde hace muchos años, ¿cómo se puede amar mejor?, ¿algún consejo?
Respeto y amor vienen de la mano. Hay que tener siempre presente que una pareja se trata de dos personas diferentes, con distintos pensamientos y deseos. Y por eso todo se mantiene mejor con respeto. Creo que el matrimonio es un compromiso y que las mujeres sabemos comprometernos mejor porque somos fuertes en nuestras emociones.
¿Somos todos iguales cuando meditamos? ¿Se borran las identidades de hombres o mujeres, adultos o niños?
Sí, cuando meditamos se suprime el género porque vamos más allá del nivel de la mente. Una persona que medita no es nadie, es espiritualidad. Por eso la meditación une. Tenemos siete capas en nuestra existencia: cuerpo, respiración, mente, intelecto, memoria, ego y ser. La meditación es estar en el ser.
¿Por qué decidiste dedicarte a la educación?
Bueno, en India hay muy bajo acceso a la educación básica y creo que educar es esa clase de ayuda que dura para toda la vida. Además, me interesa cortar con el paradigma instalado en mi país de que solo los varones tienen que estudiar: educar a una niña es educar a una futura mujer y a su futura familia.
¿Cuáles son los beneficios de ayudar?
Fijate que cuando pensás en vos, tus pensamientos saltan de una cosa a la otra y tus deseos cambian todo el tiempo. Yo me compré este sari hace poco, por ejemplo, pero seguro que si paso de nuevo por la vidriera del negocio voy a ver otro que también voy a querer. Y así con todo. Bueno, cuando una logra salir de ese circuito egoísta, la mente para. Ayudar a otros te hace sentir poderosa y la sonrisa en la cara del otro es una realización total. Los seres humanos somos seres gregarios que se realizan en sociedad: cuando vos propagás felicidad, la felicidad te vuelve. Es compartir esa vibración.
El ego es una barrera
Banhu Didi fue invitada al W20 por su compromiso con la educación de los niños y las niñas en la India - Créditos: Jade Sívori
"Participé de un curso de meditación avanzado de diez días que se realizó en Kolkata. Durante el curso, Gurudev me hizo señas para que me acercara al frente y mirara a toda la gente en el salón. Me preguntó si podía aceptar a todos y a cada uno como si fueran mis propios hijos. Me pareció muy gracioso, ya que la mayoría de las personas allí presentes eran mayores que yo. Además, era más fácil vincularse con un niño, y yo no me sentía nada conectada con las personas del curso. Pero Gurudev me dijo que cerrara los ojos y comenzó el proceso de reorientación. Después de unos segundos, abrí mis ojos y me volvió a preguntar: ‘¿Puedes ser como una madre para todos?’. De pronto, algo explotó en mi corazón y sentí como si estuviera irradiando amor. Empecé a ver a todos como si fueran niños pequeños. ‘¿Cómo podría siquiera imaginar no amarlos?’, pensé, y empezaron a correr lágrimas por mis mejillas. El ego es una barrera, y solo un maestro puede ayudarte a lidiar con ella y a trascenderla".
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