Sabrina Garciarena: "Para crear es necesario romper con el orden"
“Cuidado con lo que soñás”, fue una advertencia que desoyó cuando deseó una familia en plena carrera internacional. Hoy, mamá de León y mujer del periodista Germán Paoloski, está feliz con su presente en modo slow.
Sin que nos demos cuenta, en cada encuentro con Sabrina está presente el agua. Esta vez, nos invita a charlar en un bar en Puerto Madero, al lado del río. Sabrina tiene corazón marinero, pero desde hace un año echó raíces en Buenos Aires para criar a su hijo, León, de 6 meses, junto con su pareja, el periodista Germán Paoloski. En nuestra última nota, en enero de 2012, el plan familiar era un deseo. En ese momento, Sabrina vivía en Europa, estaba separada de Germán y tenía toda su atención puesta en su carrera cinematográfica (filmó en España, Italia y hasta en Túnez). Entonces, ni imaginaba la reconciliación, la convivencia con planes de casamiento ni su presente como mamá. "OHLALÁ!, como Mirtha, trae suerte", bromeamos al llegar, porque, como si lo hubiese convocado, al cerrar aquella entrevista nos confesaba: "Mi sueño más grande es tener mi propia familia".
Es increíble cómo se concretó tu sueño de formar una familia tan rápido.
Síííí. Cuando me encontré con ustedes hace dos años, justo había nacido Nacho, mi ahijado y primer sobrino. Creo que él me despertó las ganas. Si bien siempre sentí que iba a ser mamá, quería esperar mi momento. Pero mi sobrino me despertó algo tremendo. Me escapaba en cada momento libre para verlo, me encantaba cuidarlo. Igual, aunque era el gran sueño, yo pensaba que lo iba a planear un poco más (risas). No sé cómo explicarles, por lo menos decir "quiero tener un hijo" en voz alta. Esto fue como ¡bum!, aunque obvio que con toda la felicidad del mundo, porque creo que no hay un momento ideal, no existe, y quizá cuando sentís que es ideal ya te pasaste un poco de la edad, así que llegó en el momento justo.
Pero es re loco cómo una siembra con la palabra, porque terminaste la nota con "quiero tener una gran familia".
Sí, soy muy peligrosa. Siempre digo: "Ojo con lo que soñás porque se cumple". Cada Año Nuevo hago una lista de deseos, de cosas que quisiera cumplir en el año, y muchas las voy cumpliendo. Posta. En otra nota que me hicieron en 2004, me habían preguntado cuál era mi sueño y yo había dicho que era trabajar y vivir en España. Al toque salió lo de irme a Europa a filmar.
El poder del deseo...
Tal cual. Creo en la energía positiva, y desear está bueno.
Camisa estampada (Desideata, $820), shorts de lino (Uma, $798) - Créditos: Anahí Bangueses Tomsig. Producción de Pía Rey
Y cuando se cumple el gran deseo de formar una familia, ¿que pasa?, ¿viene otro deseo inmediatamente?
No, yo no soy de las personas que necesitan todo el tiempo motivaciones. Soy más de estar contenta con lo que tengo. Por ejemplo, este momento lo estoy disfrutando, la estoy pasando bien acá hablando con ustedes. Pero sí es cierto que, de repente, se me pone algo en la cabeza, algo que me gustaría que pasara, y pongo todas mis energías en que eso suceda.
¿Y qué onda con casarse, también está en la lista de deseos?
Lo venimos hablando, pero no pusimos fecha. Pasa que yo quiero hacer algo más tranqui y Germán, la megafiesta. No nos ponemos de acuerdo. Me gustaría por León, estaría bueno que sus papás estuviesen casados. Creo que darle un marco a la familia es algo responsable.
Tenés algo muy fuerte con los valores, la familia, la responsabilidad, la mujer perfecta...
No soy perfecta, para nada, eh. Solo intento ser equilibrada, no descarrilar mal. Nunca tuve problemas de ningún tipo, ni de drogas ni de excesos, tampoco muchos escándalos. Pero no es que sea un personaje o una puesta en escena. Tuve la suerte de tener buenos padres, buena educación. Siempre me hablaron de lo que era la droga y, aunque tuve gente alrededor que consumía, yo no la elegí porque sé que no me lleva a ningún lugar. Los excesos tienen que ver con la carencia de algo, de afecto, de atención o de lo que sea. Por suerte, a mí nunca me faltó nada. En general, trato, dentro de lo posible, de que las personas que están a mi lado sean constructivas conmigo o yo ser constructiva con ellas; si veo que una amiga está pasando un momento malo, decírselo no lleva a ningún lado. Pero eso es porque tuve una buena educación y nada más.
¿Qué tal Germán como papá? Escuchamos que es de los que no tocan un pañal.
Siempre me reta porque cuento estas cosas, pero la verdad es que no cambia pañales (risas). Me dice que no cuento todo lo que sí hace, y tiene razón.
Camisa estampada (Desideata, $820), shorts de lino (Uma, $798) - Créditos: Anahí Bangueses Tomsig. Producción de Pía Rey
Este es el momento... ¿Qué hace?
Llega de trabajar y baña a León. Obviamente, después me lo da con la toallita y lo seco y lo cambio yo.
¡Qué vivo! Él hace lo más divertido y después te lo encaja...
Pero no le reclamo para nada, eh. En este momento, él tiene que trabajar... Yo también tendría que trabajar, pero bueno, soy mujer y tuve a mi bebé, tuve que frenar un poco mis actividades. Y él sigue teniendo las mismas tareas de siempre, tiene muchas cosas en la cabeza y se encarga de un montón de temas de los que yo no me estoy ocupando.
¿Cómo regulás la demanda a tu pareja?
Es que no me va mucho eso de la mujer posparto demandante con el hombre. Es típico reclamar porque una no duerme y está agotada, pero hay que entender que el otro también tiene su rol. No es que no está haciendo nada. Está saliendo al mundo y también está cansado. En nuestro caso, siento que cada uno tiene muy claro el rol que desempeña en este momento. Además, digo, ¿para qué lo voy a despertar a la noche si la teta se la tengo que dar yo a León? Hay cosas para las que las mujeres somos bastante rompe... Quizá la que más se tuvo que adaptar al nuevo rol haya sido yo, porque antes tenía una súper libertad y ahora no, pero... es lo mejor que hice en mi vida, así que... estoy muy feliz.
Es interesante lo que decís de aceptar el rol que hoy te toca y respetar el del otro para que, justamente, no haya contradicciones.
Soy muy de analizar y, por mi trabajo, me tocó encarnar el rol de la mujer en distintas épocas y situaciones. Más sometida, más revolucionaria, más de estar en la casa o salir al mundo laboral y ser una workaholic. Y ahora siento que estamos como en un estornudo de independencia. Cuando digo esturnudo, me refiero a eso que produce el cambio de estación, a la alergia que te da cuando tenés un pie en el invierno y otro en la primavera. Siento que hoy la mujer madre está así, buscando su lugar. Igual, entiendo que para esta nueva mujer que hace un poco de todo, está bueno saber pedir ayuda. Algo que a mí me cuesta un montón, porque siempre fui muy independiente.
Suéter calado con lunares (Desiderata, $892), shorts (Chocolate, $790), abotinados (De María, $2640) - Créditos: Anahí Bangueses Tomsig. Producción de Pía Rey
¿Te pasó de sentir que con la maternidad ibas a tener que resignar tu carrera?
Mucho tiempo antes de soñar con tener un hijo, pensaba que el día que quedara embarazada iba a tener que dejar de laburar. Creo que eso me pasaba porque mi mamá es dentista y cuando nos tuvo, somos cinco hermanos, ella dejó todo. Pero ahora sé que es compatible. Obvio que tengo que ser más selectiva. Antes, me salía un trabajo en España o Italia y me tomaba un avión sin culpa, y ahora lo pienso mucho más.
¿Cómo fue esto de dejar de ser una actriz internacional para sentar bases en Buenos Aires?
La llegada de León cambió todo. Antes éramos solo Germán y yo. Nos separábamos, volvíamos, yo me iba, él se quedaba. Siempre con un gran amor, pero con planes y proyectos que me tenían dando vueltas por el mundo. Y ahora creamos algo que es de los dos, y es lo más importante. Entonces, aparece la palabra "familia", los dos mirando hacia un mismo lugar, sabiendo qué es lo más importante y lo que hay que cuidar. Cambian las prioridades.
¿Conviven desde que vos estas embarazada o desde antes?
Antes estábamos juntos, pero no del todo, no teníamos todo en la misma casa. Ahora sí, ya hace un año y pico que convivimos los tres, y la convivencia es genial.
Además, se están construyendo una casa para los tres en Tigre, ¿no?
Sí, en realidad, cuando arrancamos con la casa estábamos en pareja pero sin planes de nada, ni de un bebé ni nada. Yo iba a seguir trabajando, yendo y viniendo del exterior.
Pero se jugaron a hacer la casa para tener un lugar de los dos…
Obvio, y en ese momento el plan era que el bebé viniera dentro de dos años, pero se adelantó y, como les decía, fue buenísimo.
Y tu intuición, ahora que sos mamá, ¿se acrecentó?
En cierta forma sí. En entender sus miradas, sus llantos. Sé puntualmente todo lo que necesita. Soy de las que no lo dejan llorar. Esa técnica de dejarlo llorar hasta que se le pase y no hacer nada para calmarlo me parece de terror. Si llora, es porque le pasa algo, y resuelvo eso que le pasa. Me pareció muy natural ser mamá, en el sentido de entenderlo, de cuidarlo y de todo lo que necesita, y a su vez de dejarlo..., porque yo creo que el hecho de que ahora yo esté acá haciendo la entrevista, que tenga mis espacios, ir al gimnasio, ver a mis amigas un par de horas, le hace bien a él también.
¿Cuándo arrancaste a hacer gimnasia? ¿Te costó verte el cuerpo transformado?
Arranqué a los dos meses, de a poco. Ya tenía algunos contratos firmados y necesitaba recuperar un poco la forma. Igual, no me volví loca para nada. No estaba pesándome todos los días. Además, con la lactancia, el cuerpo va volviendo solo, naturalmente.
¿Sos pro teta?
¡Total! Es lo mejor, les prevenís un montón de enfermedades. Pero para poder dar la teta, tenés que estar tranquila; siempre que estaba más nerviosa tenía menos leche, lo noté, y ahora que estoy más tranqui y que descanso mejor, tengo un montón. Mi bebé tiene cinco meses y solo toma teta... Pero ojo, que, para tener leche, el cuerpo tiene que tener grasa. Por eso es fundamental la alimentación. No hacer dietas locas al mes de parir. Eso es una locura. Necesitás comer, el cuerpo necesita tener reservas. Son algunos kilos que tenés de más y que te los permitís. O sea, yo sé que podría haber bajado al mes, a los dos meses, porque sé hacer dieta y bajar rápido, pero acá también las prioridades cambian y ahora el protagonista es el bebé.
Vestido con trama (Paula Cahen d’Anvers, $2990) - Créditos: Anahí Bangueses Tomsig. Producción de Pía Rey
Hay que bancarse que este es el momento para tener algunos kilos de más, relajarse...
Obvio, respetar el proceso. Además, siendo una persona pública, me parece bueno transmitir eso. Cuando León tenía tres meses, un día subí una foto a Instagram mostrando una remera que me había comprado y, por el encuadre de la foto y como estaba acostada, se veía la panza súper chata. Y medio que llovieron los comentarios de que no estaba bien que estuviera tan flaca, que no podía ser, que fomentaba la anorexia... Pero nada más lejos. Obvio que estar dando teta hace que bajes de peso y sí es cierto que a los dos meses arranqué a hacer gimnasia, pero soy cero dietas y súper responsable con la alimentación.
¿Sentís que tenés que darles explicaciones a tus seguidores?
No sé si dar explicaciones, pero si el mensaje se entendió tan mal y tan alejado de lo que pienso, me parece bien aclarar. No estoy haciendo dieta, solo hago gimnasia, que me parece súper saludable, haya tenido o no un bebé.
¿Y cómo te llevás con las redes sociales en general?
Lo vivo con total naturalidad. Subo fotos de mi hijo como hace cualquiera de mis amigas. Antes, te perseguían los paparazzi para conseguir la exclusiva de la foto de tu bebé. Ahora ponés una foto en Instagram o Twitter y ya está, descomprimís, los boicoteás de cierta forma. Así que soy súper relajada con eso, y si tengo ganas de subir una foto, la subo y listo.
Ese barquito que tenés tatuado en la muñeca, ¿representa la libertad, las ganas de viajar...?
Sí, el mar me tira. Igual, este barquito me lo hice cuando falleció mi abuelo que era marino. Se murió hace poco y tuve la suerte de poder acompañarlo mucho los últimos seis meses en los que estuvo internado. Iba todos los días a verlo, lo cuidaba un montón. Además, en la astrología me sale la línea del trabajo al lado de la de los viajes. Me gusta la idea del movimiento del agua, de la evolución, de estar andando. A mí lo de la familia nómade me encanta, lo que pasa es que Germán es más terrenal. También tengo un angelito en la nuca. Me los hice juntos.
¿Y el angelito por qué?
Es un dije que tengo, un angelito que me regalaron al que yo siempre le recé. Me gusta rezarle al ángel de la guarda, no tengo otro rezo. Tenía mucho miedo de perder ese dije, así que me lo tatué.
Dos símbolos protectores.
Sí. No era de los tatuajes, eh, pero los quiero tanto que sé que nunca me los voy a querer sacar.
Con esto que tenés del movimiento, de no poder quedarte quieta, ¿ya estás con ganas de volver a trabajar?
Sí, tengo mucha energía, muchas ganas. Me junté con mi mánager al mes de parir y le pedí que empezáramos a planear. Había una posibilidad de hacer tele, y me encantaría, pero para eso prefiero empezar en un proyecto de cero el año que viene y no agarrar cualquier participación por agarrar algo. Ahora estoy preparando una película, ensayando dos horas por día, y esperando que se estrene Los inocentes, la peli de Mauricio Brunetti que filmé embarazada, con Ludovico Di Santo y Lito Cruz.
¿Y Germán qué dice de que arranques a full?
Él sabe perfectamente que yo tengo que trabajar, porque si no, me voy a terminar convirtiendo en una de esas mujeres posparto que demandan a full. Y nadie quiere que pase eso (risas).
Hace un tiempo, tuiteaste algo que nos llamó la atención. Pusiste: "Mujeres: sin piedad a las mosquitas muertas". ¿Qué pasó?
No es algo que me haya pasado puntualmente con Germán. El tuit surgió después de una reunión entre amigas. Me junto con ellas todos los jueves, y justo esa vez habíamos estado hablando de esas minas que se desubican, que buscan generar problemas en tu pareja. ¡Son una raza! (risas). Y no las queremos para nada cerca. Las que están leyendo, ¡ojito! Hablo de la mujer que se hace la amiga del hombre casado o comprometido y de repente histeriquea y es cualquiera. Me parece que todas las mujeres que tenemos códigos, las mujeres de verdad, no soportamos a la minita que se mete en el medio como haciéndose la distraída. Y me retuitearon un montón, porque somos muchas las que pensamos así y no nos bancamos el mensajito divague a cualquier hora.
Quizá te convenga que Germán esté un poco más gordito, no tan entrenado...
No, yo quiero a mi novio y obvio que lo cuido, pero ¡lo quiero con abdominales!
¿Eso está en la lista de fin de año también?
No, nunca lo puse en la lista, pero lo he dicho. ¡Marido con abdominales! (risas). Para mí, todo lo contrario, que esté lo más lindo posible. Yo soy de la idea de que "si no es tuyo, dejalo libre". Y es así.
Se te nota muy autorreflexiva, ¿sos muy de analizar?
Sí, hice terapia desde chica, y eso hace que pienses un poco más en lo que te va pasando. Pero siempre fui bastante para adentro, de tener mi mundo paralelo. El ejercicio de mirarme para adentro es muy natural en mí. Antes quizás pasaba por momentos en los que andaba a mil, pero siempre tenía esos cinco minutos de reflexión, de analizar, a veces hasta sobreanalizar.
¿Terminás enroscándote?
No, no me enrosco, pero viste que a veces hacés un montón de buenas acciones y dos malas, y esas te las machacás a muerte. Así soy, muy autoexigente, de pensar que lo podría haber hecho mejor. Pero entiendo que siempre tenemos que quedarnos con que lo dimos todo, sea cual fuere el resultado. Cuando ya hiciste algo y te equivocaste, no hay manera de volver atrás y cambiarlo, lo único que te queda es, a partir de ese momento, hacerlo distinto.
Suéter color block (Lacoste, $1259), falda plisada (Uma, $1280) - Créditos: Anahí Bangueses Tomsig. Producción de Pía Rey
Aceptar que te podés equivocar, ¿no?
Claro, aceptar y pensar que la próxima vez vas a tratar de hacer todo lo posible para que te salga mejor, ser tu mejor versión. Ahora me pasa mucho esto de exigirme ser la mejor versión de mí y ser un ejemplo para León. Aunque, por otro lado, está esa cuota de querer que él sea él, sin repetir la historia de nadie, sin imponerle nada. Eso fue algo que analicé toda mi vida, en mi familia, el no repetir, entender las cosas que traigo como herencia y las que yo puedo aportar; si alguna vez repetí algo inevitablemente, hacerlo propio, perdonarme porque quizá yo no hubiera querido hacerlo así, pero bueno, tuve miedo, lo hice mal, a veces las cosas suceden más allá de una...
Está bueno saber perdonarse.
No tiene sentido castigarse. La presión no ayuda. Cuando querés hacer todo bien o no querés lastimar, terminás lastimando peor. Me cuesta no exigirme tanto, soy muy cruel conmigo misma. Pero intento entenderme más.
¿Cómo hacés?
Esto es lo que intentaba decir con que tengo mi mundo paralelo, en el que vuelo, en el que me relajo, donde me permito olvidarme cosas, vivir un poco más desordenada. Por ejemplo, en mi casa, soy súper desordenada. Puedo permitirme tener una pila de papeles. Necesito que el orden extremo de mi cabeza decante por algún lado. En mi trabajo tengo que ser hiperresponsable, la letra la tengo que saber toda, me hago anotaciones de todo, entonces en otras cosas tengo que permitirme el volar, el olvidar, el desenchufar. Para poder crear, es necesario romper con el orden y hacer espacio para las nuevas ideas.