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Una vez cumplido el sueño de visitar Le Pin, conocer a Fiona y el deseo de quedarme ahí por siempre, volví a Buenos Aires y tenía que prepararme para seguir concursando. Porque cuando uno gana un concurso en su país, automáticamente pasa a ser el candidato argentino al Concurso Mejor Sommelier de las Américas y Mejor Sommelier del Mundo. Por eso, sabía que tenía que prepararme más que nunca, porque además de que todo se vuelve más exigente y complejo, hay un factor que es el idioma: uno tiene que rendir en una lengua (español, francés o inglés) que no sea la materna. Y yo no quería rendir mal por un tema de no poder expresarme y que me bajen puntos por idioma. Algo de inglés sabía, pero se me ocurrió irme a vivir a Londres. Se me metió en la cabeza, digamos, y dije: Me voy a Londres, estudio allá, pruebo vinos de todo el mundo que en Argentina no tendría la posibilidad y entreno el idioma más que nunca. Era más fácil que quedarme acá estudiando con una profesora particular y sin vino.
El tema era que no quería pedirle plata a mis viejos, pero realmente la necesitaba y sabía que de algún modo u otro lo iba a conseguir. Pasaron varios meses en los que me la pasé buscando posibilidad de trabajo allá, visado, etc. Les escribía a sommeliers ingleses, periodistas de vino, etc, y todas eran posibilidades pero ninguna muy certera y esto me generaba más incertidumbre aún. Un día, me llama una persona de parte de una marca de café muy conocida y me dice: "Necesito reunirme con vos urgente". Y en ese almuerzo, me dijo que uno de los premios pendientes por haber ganado el concurso en Argentina era viajar a Suiza a capacitarme sobre café. Era mayo y la invitación me la hacía para octubre... Yo salté de felicidad, ¡imagínense! Y ahí le conté de mi deseo de viajar a Londres y capacitarme. Entonces, se me ocurrió proponerle lo siguiente: que me dejara usar el pasaje a Suiza en 15 días para irme a Londres, dejando la vuelta abierta. Obviamente, yo le prometí que en octubre en la fecha que me necesitaran a la hora que me dijeran iba a estar ahí en Suiza. Y el me respondió: "Perfecto, ya mismo te pongo en contacto con la agencia de viaje para que vos coordines directo y lo manejes a tu manera". AHHHH BUENO, me morí infartada directamente. A los 15 días, estaba viajando a Londres y por medio de un amigo Sommelier había conseguido dar una degustación allá en la Embajada de Argentina en Londres. Así que bajaba del avión con la valija derecho a dar la charla. No sabía bien ni donde iba a dormir, nada, pero ahí estaba.
Llegué a la embajada, empecé a dar la charla acerca del Malbec y de pronto se me acercó un señor y me dijo: "Quiero que trabajes para mí". "Excuse me?", le contesté yo. "Sí, sí, quiero que trabajes para mí, que seas la sommelier de mi restaurant. Te espero mañana a la mañana en Gaucho de Picadilly Circus para hablar en detalle y hacerte una oferta laboral".
¡Ya verán cómo resultó esta entrevista en el próximo post!
Mi variedad recomendada: Riesling
De esta variedad me enamoré durante el año que viví en Londres. Si bien no es fácil de encontrar en Argentina, ¡la súper recomiendo!
Se pronuncia 'Ris-ling'. Es la uva tradicional de Alemania que da origen a los grandes vinos (blancos secos, semi dulces o dulces) alemanes. Es una de las variedades blancas con mayor potencial de guarda y puede añejarse por décadas en botella. En Argentina solo existen 88 hectáreas de esta variedad y muy pocas etiquetas en el mercado.
Acá mis recomendaciones:
Luigi Bosca Las Compuertas Riesling, Bodega Luigi Bosca, Las Compuertas,Lujan de Cuyo, Mendoza $ 310
Humberto Canale Old Vineyard Riesling, Bodega Humberto Canale, Alto Valle de Rio Negro, Patagonia. $ 190
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