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Valeria Bertuccelli: "Hoy sólo quiero vivir el presente"

Vuelve a la pantalla grande desde otro lugar; junto con Vicentico, tiene un hijo adolescente y otro que va al jardín; nos cuenta sus logros y sus estrategias para vivir sin obsesionarse




Llegamos unos minutos antes de lo que habíamos acordado, pero ella ya estaba. Fue cruzar la puerta y encontrar algo distinto de lo que esperábamos. Sentada en el patio de un bar, al aire libre de una tibia tarde de otoño, no nos recibió la Tana mala onda de Un novio para mi mujer, sino una chica menudita, pura luz, a cara lavada, la voz suave y la sonrisa dulce. Nos sorprendió de entrada. Llevaba jeans y camisa a cuadros. Se la notaba relajada, en un impasse entre la película que va a rodar y otra que ya terminó. Enseguida, Valeria Bertuccelli nos propuso compartir un té. Pidió el "especial" y no le importó averiguar qué contenía el blend. Ella también se prestó a sorprenderse.
Contanos sobre tus dos nuevas películas.
Bueno, una se llama Viuda y la dirige (Marcos) Carnevale. Está muy buena la historia: Graciela Borges y yo somos dos viudas, yo soy la amante de su marido y así empieza la película... Es una comedia dramática. La otra es de (Daniel) Burman, All in. Ahí, Jorge Drexler hace de mi pareja. Una especie de mitómano que miente para acomodar las cosas, padre separado, dos hijos... Bueno, es una historia de amor.
¿Te quedás pegada a la imagen de tus personajes?
No, al contrario, descargo... Es como si hubiera nadado.
¿Y qué recibís de los otros? Muchos todavía te asocian con la Tana...
Bueno, con la Tana sí, porque fue un personaje que pegó mucho, y les diría que, a pesar de que me cae simpático, es el que más me hincha: "No te enojes, no te enojes", me dicen todo el tiempo (risas).


Se decía que ibas a estar en la tele. ¿Te bajaste del proyecto?
Lo que pasa es que se convirtió en otra cosa. La verdad, hacía un montón que no hacía tele, Adrián (Suar) me tentaba con un montón de cosas, pero nunca terminábamos de arreglar. Entonces, me propuso hacer una película y a mí me cerró mucho más...
No tenías ganas de volver a la tele.
No es que no quiera hacer tele... Bueno, en realidad sí (risas).
Te cuesta reconocerlo.
Me cuesta porque siento que decir "no quiero hacer televisión" es como muy... Yo disfruto más del cine y me cierran mejor esos tiempos. Para mí y para mi familia. Desaparecés un tiempo, pero cuando estás, estás un montón. La tele no te lo permite, a mí me agarra como una especie de claustrofobia.
Cuando desaparecés, ¿te reclaman tus hijos?
Sí, obvio, reclaman y de diferentes modos. Vicente es más chiquito, tiene 4 años, y me reclama de una manera. Pero Florián ya tiene 16 y es como un hombre, ¡me mata! Ayer, por ejemplo, estaba en lo de una amiga y él me llamó un par de veces, pero no escuché el celular. De golpe, leo un mensaje que dice: "Contestá, por favor". ¡Es el mismo mensaje que le mando yo!
¿Está muy "adolescente" Florián?
Sí, con la parte difícil, pero con la parte linda también. Yo sufro porque ahora me corta el rostro, no me deja agarrarlo y darle besos. Se los doy, pero a la fuerza. Hay momentos en que tiene ganas de hablar y otros en los que no tiene ganas, está como ausentado. Eso es difícil, y la parte linda es que yo me recuerdo a mí misma a esa edad; si me pongo un poquito blanda, puedo entender ese estado. Su cabeza va a mil, entonces de todo hay una opinión. Te sacude; tener un hijo adolescente me mantiene más joven.
¿Cómo manejás el tema de los límites?
No es muy tremendo, porque la verdad es que él es muy consciente de lo que ocurre y no le dan ganas de proponerme algo peligroso. Por suerte, también tiene algo que le gusta hacer, que es la música: eso le gusta mucho, es un mundo que lo llena y que tiene que ver con juntarse con sus amigos, tocar, ensayar. Es genial. Quizá si él estuviera más en banda yo estaría preocupada, pero eso lo tiene bastante contenido.
¿Qué onda, para él, tener un papá tan conocido que, justamente, hace música?
Él disfruta del padre, de que lo invite a tocar, pero sus cosas le gusta hacerlas solo. No nos pide ninguna ayuda, nosotros nos metemos muy poco. Con el resto de la banda buscaron un teatro que les gustaba y lo alquilaron de antemano, pidieron la plata, vendieron todo por Twitter y después nos devolvieron todo. Yo los veo y me da risa, porque son como muy de la autogestión, y a lo mejor pide consejos, va y le pregunta a Gabi si los equipos están buenos...
¿Gabi?
Gabi es mi marido, perdón.
¿En algún lado Vicentico responde al nombre de Gabi o sólo con vos?
No, con muchísima gente.
¿Cómo te llevás con esto de tener bandas desde los dos lados?
¿Con marido y con hijo, dicen? Me encanta. Florián empezó ensayando en casa y era todo el tiempo tenerlo ahí. Después nació Vicente y fue distinto, porque estaban todos ensayando abajo mientras yo trataba de dormir a un bebito, entonces se buscaron una sala de ensayo.


¿A qué edad tuviste a Florián?
A los 25.
Bastante chica...
Sí, tenía pocas amigas de mi edad con hijos. Ahora, a los 41, hay amigas mías que recién están teniendo bebés.
¿Vos decidiste esperar tanto entre uno y otro?
Sí. A Florián lo tuve muy joven y fue muy demandante para mí: le di la teta un año y medio, me dediqué a full. Primero estaba filmando y me lo llevaba, filmaba, iba al motorhome, le daba la teta, hacía las escenas. También trabajaba en teatro y empecé a hacer cine y me surgían viajes, pero me daba cosa dejar al chico. Después, vino un momento en que podía empezar a viajar sin culpa, y entonces dije: "Voy a esperar y voy a tener otro cuando tenga muchas ganas de tener un bebé". Y bueno, esperé mucho, mucho, mucho, y en un momento dije: "Es el momento". Está buenísima la diferencia.
¿Está bueno volver a empezar?
A mí me encantó. Yo tengo amigas que decían: "Bueno, ya está, tengo dos seguiditos, van los pañales, sale todo junto". A mí me deprimía esa idea, me ahogaba. Y con Vicente tenía un montón de ganas, quizá por haber esperado tanto. Cuando me decidí, fue como de golpe: "Ay, bebé de nuevo". La casa entra en otro clima, cambia todo...
Sí, cambia todo, cambia el olor...
El ritmo, todo, yo tenía muchas ganas de eso. Con el segundo estás más relajada. Ahora tengo menos temores que los que tenía con Florián.


¿Te cuidás físicamente?
Cada vez más. Me cuesta porque no me gusta hacer gimnasia y me gusta comer: bolsas de papas fritas, de chocolates, es tremendo, como una bestia... Igual, lentamente empiezo a darle un poco más de bola a la comida. Además, hago yoga, me gusta mucho porque me hace súper bien al cuerpo, es increíble cómo te elonga y te tonifica.
¿Sentís la diferencia entre hacer y no hacer?
Sí. Aparte, venía haciendo meditación, y es ridículo sólo intentar meditar y no hacer yoga, porque es la preparación perfecta para eso.
Vegetariana no sos, ¿no?
No, pero como re poca carne. Mi mamá y mis hermanos sí son.
¿Por qué vos no?
Qué sé yo. Mi mamá me hacía una comida vegetariana riquísima, pero después salía y me comía un asado sin problemas. Lo que me quedó de eso es que en casa comemos poca carne, hacemos asado, milanesas, pero no es una casa carnívora.
En tu vida doméstica, ¿cómo sos?
Depende, hay días en que llevo a mi hijo al jardín, hay días en que lo lleva mi marido. Como va a la mañana, está buenísimo; después de tener bebés, yo aprendí a disfrutar de la mañana. Por ahí tengo una clase de yoga o estoy en casa y aprovecho para hacer todos los llamados, o leer algo..., no sé. De golpe yo trabajo, después no trabajo, me la paso haciendo horarios y desarmándolos.
¿Sos obsesiva?
Sí, se me fue curando, pero era muy obsesiva. Todo el tiempo pensaba: "¿Cuándo me voy a poder calmar?". Me daba mucha envidia la gente que andaba distraída, esas personas que dejan las cosas tiradas en su casa, un suéter, unas medias... ¡Quiero ser un poco desordenada! Ahora que estoy más vieja, ya no veo tanto, estoy perdiendo la visión... Así que ahora veo todo lindo, es "etapa vivida": todo vale.
¿Los otros te siguen en el orden que querés mantener en la casa? ¿Tu marido, tus hijos?
No, no. Cada cual tiene su ritmo, y son todos muy diferentes. Mi marido me dice que en las notas siempre digo que no es ordenado, y él me dice que ya cambió...
"Vicentico mejoró": podemos poner eso en esta nota.
Mejoró, mejoró. En serio, está más ordenado.
¿Sos celosa?
No, la verdad es que no. Era más celosa, y ahora, con el tiempo... Otra vez, ¿será que estoy más vieja?, ¡ya no tengo fuerzas!
Él se volvió más ordenado y vos, menos celosa... ¿Cuánto hace que están juntos?
Un montón, 17 años. Ahora viene la pregunta: ¿cómo se hace? (risas).
¿Cómo se hace?
No tengo idea.


Los vimos bastante involucrados con la campaña a favor del matrimonio igualitario. ¿Les interesa la cuestión política o fue esa campaña en particular?
Lo que me interesa es poder dar mi opinión: éste es un momento en que se abre un espacio para que se pueda hablar. Ahora, uno puede expresar sus opiniones, y lo que decís va hacia algún lado. Esto fue el mejor ejemplo: a mí me llamaron, me contaron, fui un par de veces al Congreso, fui a un par de marchas, y después se logró algo concreto
También apoyaste la causa contra la megaminería.
Sí, me parece que lo lindo es la sensación de que no tenés que ser político para lograr algo.
¿Tu militancia tiene que ver con apoyar al gobierno o son acciones puntuales en las que te interesa involucrarte?
Yo diría que acciones puntuales. Si a mí me llaman de algún otro partido que no sea el kirchnerismo y me interesa la propuesta, también la apoyaría. Me parece que ahora todo es más accesible. Por ejemplo: hace poco me robaron y enseguida pensé en la película Los educadores, en la que hay unos chicos que entran a mansiones y dan vuelta todo pero no tocan nada, sólo dejan un cartel que dice: "Tienen demasiado". Y hay algo que me pasa ahora que es que me roban, y es el peor de los momentos, pero no puedo dejar de pensar que, al lado de otros, tengo demasiado. Y ojo, yo considero que tengo lo que necesito, llego justo a pagar las cuentas, no tengo una mansión ni muchísimo menos, pero obvio, al lado de otra gente, tengo demasiado. Todos nos tenemos que hacer cargo. Digo: el auto lo encontraron en la villa, cerca de casa, y yo me pregunté: ¿será que de alguna manera tengo que relacionarme con esa gente? ¿Será que tengo que hacer algo?


¿Creés que las cosas suceden por algo?
Mmmm, no sé si las cosas ocurren por algo, eso es muy difícil de pensar. Lo más duro que tuve que pasar fue la muerte de mi papá, que murió a los 42, y la muerte de un amigo mío. Si eso pasó por algo, a mí no me cierra. Tampoco puedo pensar en el famoso "de todo se aprende": hay gente que no cambia nunca y hay gente que no aprende nada, le pueden pasar las peores cosas y no aprende... Yo no sé si soy muy buena aprendiendo de lo malo; intento bancármelo lo mejor que puedo. Lo que me gustaría lograr es poder vivir en el presente.
Bueno, la meditación tiene mucho de eso, ¿no?
Claro, es poder realmente estar en el presente, no irse ni al futuro ni al pasado. Si no podés meditar y concentrarte en tu respiración y estar ahí dos segundos, tu mente se va a lo que pasó, o a lo que va a pasar, es como un mono salvaje que no podés dominar.
Decías que no aprendés de las cosas malas, ¿y de las buenas?
Hace mucho, China Zorrilla me dijo: "Es mucho más fácil salir bien parado de un fracaso que de un gran éxito". Del fracaso es claro lo que hay para aprender, del éxito no es tan claro, después te cae la ficha. Incluso lo que hay para aprender es nada, es sólo disfrutar. A mí me cuesta más eso.
¿Te cuesta disfrutar de las cosas?
Hace tiempo, me costaba mucho, fueron años diciéndole a mi analista: "Yo soy muy melancólica, veo a mi hijo que llega del jardín y cruza la puerta, y me agarra buuu... Siento que lo veo y ya es un recuerdo".
Cuando deberías ser la mujer más feliz del mundo...
Claro... Es que ese momento me parecía tan lindo que me aterraba perderlo. Ahora, por primera vez, me está pasando que viene Vicente corriendo y es todo risas. Ahora, realmente, puedo disfrutarlo. En presente.
Por Carola Birgin y Violeta Gorodischer
Fotos de Fernando Dvoskin
Producción de Carol Schmoisman

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