Tinder cumple 10 años: ¿qué amamos y qué odiamos de la red social que revolucionó el mundo de las citas?
Amamos Tinder y odiamos Tinder... ¡como todos! Ahora que la app cumple 10 años, analizamos lo que nos pasa con ella y cómo cambió para siempre el mundo de las citas y los vínculos sexoafectivos.
4 de septiembre de 2022
10 años del fenómeno de Tinder. - Créditos: Getty
Tinder cumplió 10 años con un éxito que solo fue posible gracias a grandes cambios que prepararon su camino. Esos cambios tuvieron que ver con la tecnología sí, con la creación de los smartphones y el uso de la geolocalización, pero también con la cantidad de tiempo que pasamos solteras, con la frecuencia con la que volvemos a serlo y con una nueva apertura hacia los extraños. Hoy, a una década de su instalación en millones de celulares ¡y en nuestro imaginario!, la app sigue representando la posibilidad del inicio de una gran aventura pero también de un gran hastío. Amamos Tinder y odiamos Tinder, como todas, por eso nos dedicamos a analizar lo que nos pasa con ella y cómo fue su recorrido hacia esta ambivalencia.
¡Bienvenidas al mercado del deseo!
El lanzamiento de Tinder fue una fantasía hecha realidad. Poder elegir entre cientos, miles de personas, desde la comodidad de estar tiradas en el sillón, abría nuestro campo de acción al infinito y muchas nos lanzábamos a disfrutarlo de una. Al parecer, ese entusiasmo compartido por miles hizo que las cosas funcionen bien durante ese comienzo. Todos le prestábamos atención a los fueguitos y chateábamos con entusiasmo y ahínco: era un evento especial.
Con el correr de los años, sin embargo, el uso de la app comenzó a sentirse distinto. El primer desafío que nos presentó Tinder fue el de volvernos conscientes de una forma de marketing personal que, aún hoy, muchas no logramos logramos digerir de todo. La app de la llamita puso en imágenes y en textos algo que por momentos sigue resultando chocante: la existencia de un mercado del deseo con reglas de oferta y demanda que debemos acatar para lograr cierta circulación. Quieras o no, cuando entrás a Tinder y te convertís en editora de fotos, copywriter y publicistas de vos misma, lanzas al mundo un producto llamado “vos”.
Y es que, aunque Tinder parezca un lugar de encuentro, ponele, está diseñado como un menú de personas, un lugar a donde nos ofrecemos y a donde demandamos, un espacio en el que esperamos obtener el máximo beneficio por aquello que prometemos dar. Y para atraer, es válido cualquier anzuelo: el de la piel, el de los autos caros, el de los viajes a París y el de los cachorritos. La metáfora de la existencia de este mercado de relaciones es algo que en el mundo pre Tinder ya venía siendo usada por sociólogas como Eva Illouz. Ella explicaba que la tensión de participar en una dinámica de este estilo nos producía cierta angustia, una angustia de la cual no siempre fuimos conscientes pero que no por eso dejaba de ser agotadora.
5 razones para amar Tinder
1
Amplió nuestro campo de búsqueda amorosa
En un principio, Tinder llegó a este mundo para expandir nuestro campo de acción. La intención original, de acuerdo a sus creadores, era que Tinder se sume a los circuitos típicos del deseo, el levante y el amor: bares, discotecas y clubes. Era un complemento, no un reemplazo. En las culturas más cálidas y amistosas, esas que habilitan espacios para que la gente se conozca cara a cara y se sienta piel a piel, esto efectivamente fue así. Sin embargo, en otras idiosincrasias más frías, más fóbicas o ariscas, y con una gran ayuda de la pandemia, esta app de citas y algunas otras se convirtieron, prácticamente, en la única herramienta para buscar intereses románticos o sexuales.
2
Nos habilitó volver al ruedo más ágilmente
Para las personas recién separadas, esas que se preguntaban cómo volver al ruedo, la aparición de Tinder llegó para hacer las cosas más fáciles. En una era de inestabilidad afectiva, en la que “las personas recién separadas” podemos ser todos, Tinder ofrece un servicio maravilloso: para volver a las pistas solo hace falta un usuario y empezar a interactuar, lo cual es mucho más práctico que salir ahí afuera y lidiar, sin filtro, con el mundo de la soltería. El hecho de intercambiar mensajes con desconocidos sigue colaborando para que muchas personas sientan que recuperan su vida social y amplían su círculo sin demasiadas complicaciones, al menos al comienzo.
3
Nos permitió conocer personas viajando
Tinder y el turismo son el match perfecto. La posibilidad de llegar a una ciudad y, en apenas minutos, conectar con personas locales o con otros turistas que comparten nuestro espacio y lugar, es uno de sus beneficios más asombrosos. A partir de cierto momento, la plataforma, incluso, comenzó a ofrecer esto como un servicio premium, que habilita comenzar a scrollear y a matchear con personas del destino incluso antes de llegar a él, para ir preparando aventuritas. La fantasía de caer a una ciudad nueva y tener un amante esperándote es algo que Tinder supo explotar de una forma magistral.
4
Nos dió grandes historias de amor
Casi todos tenemos a nuestro alrededor parejas adorables que se han conocido en apps de levante. De hecho, ya ni siquiera es novedad que nazcan “bebés de Tinder”, como solíamos llamar a los hijos de las personas que se habían conocido por ese medio cuando aquello era todavía algo exótico. Hoy, la gente que se conoció usando estas apps ya no lo oculta ni necesita inventar historias para no dar raro: Tinder es un modo tan lícito como cualquier otro para encontrar el amor. Las buenas historias retroalimentan las esperanzas que los usuarios depositan en la plataforma y representan una de las razones más poderosas de su expansión en el tiempo.
5
O al menos nos entretuvo...
Incluso si no encontraste el tipo de amor que permanece, construye y próspera, si te dedicaste un buen rato a scrollear, chatear y concretar, seguramente Tinder te haya dado al menos una revolcón y un poco de aventurilla. Y es que, aunque mucha gente busca pareja en la app, es mucha más la que busca simplemente sexo y “lo que dé”. Por esta razón, en general, si el match se da y la reunión se celebra, es bastante probable que, si es tu deseo, termines entre sábanas con tu fueguito. Después, que la persona sea o no un verdadero fuego, ya depende un poco de la suerte y claro, siempre del destino, que sigue siendo parte fundamental e irremplazable de la magia del amor.
10 años del fenómeno de Tinder. - Créditos: Getty
5 razones para odiar Tinder
1
Nos creó algo llamado “fatiga de citas” (¡o de chats!)
Aunque crear un perfil de Tinder es un proceso relativamente sencillo, utilizar la plataforma no lo es tanto. Los desafíos no son tanto técnicos, son más bien psicológicos y estructurales: requieren una inversión de tiempo y atención que la mayoría de las veces, no garpa. La sensación es que se chatea mucho pero se logra poco y esto es algo que se extiende cada vez más en usuarios que, como habrás notado, vienen y van. En el afán de aumentar las posibilidades de prosperar hacia un encuentro, la mayoría de nosotros solemos tener más de una conversación en simultáneo. Este multitasking de desconocidos no suele ser demasiado profundo y en general, tampoco demasiado interesante pero nos hace sentir que damos todo y no obtenemos nada.
2
Nos puso en alerta constante
En un mar tan abierto, tan amplio y nutrido como Tinder, tirar la red es estar dispuesta a pescar cualquier cosa: desde el que te quiere vender bitcoin hasta el que quiera que le hagan un delivery de sexo a su casa. Ni hablar del que quiere pasar a visitarte sin siquiera conocerte y el que te ama sin haberte visto. Tinder está repleto de catfish: gente que miente para aprovecharse del deseo ajeno. A veces estas mentiras son evidentes pero otras adquieren formas muy sofisticadas y no tan fáciles de descifrar. El camino a averiguar qué tan real es la historia en la que podrías embarcarte lleva tiempo y a veces, incluso, astucia. ¡Qué pereza!
3
Nos volvió más descreídas
Si usas Tinder durante un tiempo seguramente ya notaste que una de las primeras cosas que hay que hacer, es trabajar con las expectativas. Podés estar chateando días y días y que la persona desaparezca cuando llega la hora de encontrarse. Y también podés encontrarte, que te encante y que desparezca igual. El hecho de que las personas que llegan vos no tengan ningún contexto, conocidos en común o responsabilidad afectiva alguna hace que los desencantos puedan ser más frecuentes porque casi nunca tenemos información extra sobre nuestro fueguito.
4
Nos dio FOMO de matches
Si estás soltera, sentís que tenés que estar en Tinder porque sino te perdés algo. El tema es que cuando finalmente estás en la red y no pasa demasiado, también sentís que te perdés algo. Es el famoso “Fear of missing out”: la sensación de que deberías estar viviendo a full y aprovechando más todas las posibilidades, puede ser abrumante en lo que se refiere a nuestra vida amorosa y sexual. Esta sensación de que nada alcanza puede traer mucha frustración, especialmente si también te sentís frustrada en otras áreas de tu vida. El resultado final no es atractivo: Tinder es una de las redes que mayor ansiedad puede traerte.
5
Nos hizo sentir medio nabas
Si instalas y desintalás Tinder cuatro veces por semana, das discursos a tus amigas de lo m… que es la app pero después volvés a usarlo porque vuelve a despertar tu intriga, amiga, no estás sola: es lo que hace el 95% de los usuarios. La mayoría de la gente no está al tanto de esto y se siente bastante estúpida. Seguramente, quienes diseñaron la app se sienten igual de estúpidos viendo que ellos tampoco logran retener nuestra atención.
Tinder en números
Mientras vos te debatís si irte para siempre o volver y hacerte premium, Tinder cumple su primera década planeando nuevas formas de seducirte. Actualmente la app trabaja en un futuro gamificado, para lograr más interacción. Desarrolla también nuevas medidas para prevenir la agresión a las mujeres y coquetea, como todas las marcas, con la posibilidad de saltar al metaverso y hacernos enamorar de avatares. Como todas en el amor, Tinder cae y vuelve a levantarse. Algunos números de esta década:
Tinder tiene 75 millones de usuarios, de los cuales el 78,1% son hombres y el 21,9% son mujeres. El 30% de sus usuarios están casados.
Tinder registró más de 60 mil millones de coincidencias. Cada día se registran más de 1600 millones de deslizamientos hacia la izquierda y 30 millones hacia la derecha (¡match!).
A nivel global, sólo hay 1 encuentro en cada 500 interacciones.
Los usuarios más activos pasan 90 minutos por día en Tinder y entran 11 veces por día a la app.
Más del 50% de los usuarios tienen entre 18 y 25 años.
Fuente: datingzest.com.