Mi pareja quiere emigrar y yo no: ¿qué hago?
Cuando los caminos de una relación se bifurcan puede generarse una crisis terminal, pero también se puede habilitar un momento para la reflexión profunda.
13 de agosto de 2022
¿Qué pasa cuando alguien de la pareja quiere migrar y la otra persona no? - Créditos: Getty
Hay decisiones que pueden marcar un antes y un después en una pareja y lo ideal es que se den de manera orgánica y en conjunto. El mejor síntoma de un vínculo sano son los proyectos en común. ¿Pero qué pasa cuando la otra persona quiere dar un paso trascendental que a mí no me convence? Aunque el amor esté intacto, una elección tan importante como la de emigrar puede significar el fin o abrir nuevos horizontes.
Un trabajo mejor remunerado, estabilidad económica, más seguridad… son infinitas las razones por las cuales pueden surgir las ganas de instalarse en otro país. Las historias sobre los que arman las valijas para no volver son cada vez más comunes. No hay estadísticas oficiales sobre la emigración reciente en la Argentina, pero según los datos que surgen de la Dirección Nacional de Migraciones, entre septiembre de 2020 y octubre de 2021, unas 50 mil personas declararon haber salido del país por “mudanza”.
“Mi pareja quiere irse a España”
“Mi pareja me planteó que quiere irse a España. Estamos juntos hace cinco años y hablamos muchas veces sobre el tema, pero ahora él está decidido y yo no, tengo a mi mamá y a mis sobrinos acá y la familia me tira”, cuenta Florencia, que trabaja como empleada administrativa y convive con Martín en un departamento en Caballito. No tienen hijos ni mascota, pero igual ella siente que no está lista para “ir a probar suerte” en otro continente, aunque sí está muy segura de su relación de pareja.
Esta encrucijada la llevó a replantearse su vida y las preguntas que la atormentan son constantes: “¿Soy egoísta si intento convencerlo de que es mala idea? ¿Qué pesa más, el amor de él o mis afectos? ¿Debería jugármela y emigrar con él?”.
Claro que no todos los escenarios a la hora de irse son iguales: viajar con un contrato ya firmado disminuye en un gran porcentaje el vértigo de la experiencia, aunque no garantiza un renacer pleno. Emigrar sin trabajo (y hasta sin papeles), en cambio, es un desafío que puede salir muy bien o muy mal. También el destino elegido es clave, ya que algunos países presentan más cercanías culturales con el nuestro que otros. Y, por supuesto, pesa muchísimo cuánto es lo que dejamos atrás: el trabajo, la familia, las amistades de toda la vida. Si hay mucho que perder, mucho más difícil será abandonar todo, por más amor que haya.
“Yo me voy sí o sí a Italia”
La psicóloga Natalia Portales, especialista en terapia de parejas, explica: “Es importante que se haga una buena evaluación sobre cuáles son las expectativas tanto de una parte como de la otra, principalmente para visualizar una realidad que no sea solamente ideal sino algo que los implique a ambos en un escenario comprometido”. Y agrega: “Tratar de trabajar con las representaciones que cada uno se hace sobre lo que es un viaje para ver si hay algún punto de acuerdo, investigar de qué se trata el lugar, el choque cultural, etc. La información es fundamental, siempre ayuda mucho para poder calmar ansiedades”.
En el caso de Lucía, una estudiante de marketing de 23 años, es su novio el que está negado a armar las valijas. “Yo pienso recibirme este año y el próximo viajar a Italia porque tengo ciudadanía. Me va a dar mucha pena irme sola si es que él no se termina de decidir, pero yo me voy sí o sí”, dice. Su idea es ahorrar al máximo ahora para irse con algo de plata y buscar trabajo ni bien aterrice en suelo europeo. A su novio, en cambio, le da pánico imaginarse sin casa ni empleo en un país con otro idioma.
La posibilidad de regresar
Según la psicóloga, estas instancias tan definitorias, por más desgarradoras que parezcan si es que hay desacuerdos, deberían brindarnos verdaderos momentos reveladores. Son ideales para reflexionar sobre uno mismo y el futuro: “Se abre la posibilidad de conocer más en detalle cuál es la búsqueda que tiene cada uno en relación a la pareja y a su vida, cuáles son sus proyectos en conjunto y de forma individual. No siempre estar en pareja significa estar con la persona que uno quiere proyectarse a futuro. Más allá del lugar y el destino, a veces lo que necesitamos saber es si la persona que estamos eligiendo es nuestro proyecto de vida”.
La terapia puede ser una gran herramienta para dirimir las discordias, ya que permite trabajar en la buena comunicación siempre “desde el respeto propio y el ajeno”.
La psicóloga cierra con una observación que puede tranquilizar a los indecisos: “Siempre es necesario sentir que el acuerdo no solamente implica irse sino también la posibilidad de regresar”. Aunque esto suena más fácil en palabras que en hechos. Ya lo dice el poema español: “Ahora intento volver a casa, pero ya nunca seré el mismo”.