Apego desorganizado: así impacta en el desarollo emocional y salud mental de la persona
Las personas que vivieron este tipo de apego suelen creer que van a ser agredidas, por eso es clave que logren reparar el daño y aprendan a confiar en los demás.
8 de abril de 2023
Apego desorganizado: ¿qué consecuencias tiene? - Créditos: Getty
El apego es el primer vínculo que establecemos al nacer con la persona que nos cuida, ya sea nuestra madre, padre o quien haya estado a cargo de nuestro cuidado. Se trata, nada menos, que de quién nos va hacer sentir protegidos en los primeros años de vida y quién va a responder ante nuestra angustia y necesidades primarias.
Va a ser la responsable de transmitirnos seguridad y bienestar durante los primeros años de vida. O bien, puede ser quien nos muestre que la forma de vincularnos con el afuera puede ser insegura, violenta y aterradora.
En el caso del tipo de apego desorganizado, el vínculo que se establece entre niño/a y su cuidador/a es violento, poco confiable y, por lo tanto, un gran factor desestabilizador emocional. Las consecuencias en la adultez son inevitables, pero reparables.
Qué es el apego y qué pasa cuando es desorganizado
Según la teoría de John Bowlby, psicoanalista y psiquiatra infantil, el apego es un vínculo afectivo que se establece desde los primeros momentos de vida entre la madre y el recién nacido o la persona que esté a cargo de su cuidado. La función principal será asegurar el cuidado, el desarrollo psicológico y la formación de la personalidad.
Según el experto existen cuatro tipos de apego: seguro; ansioso y ambivalente; evitativo, y el desorganizado. Este último, que es el que se lleva toda nuestra atención, se trata de un tipo de apego en el que el vínculo entre el niño y la persona a cargo de su cuidado resulta sumamente amenazante y desestabilizador. Por eso, el pronóstico es el menos alentador.
Si pensamos en los extremos, se puede decir que el apego desorganizado se sitúa en el polo opuesto del apego seguro.
Cómo se establece el apego
El establecimiento del apego desde la infancia más temprana se relaciona principalmente con dos sistemas: el sistema exploratorio, el cual permite al bebé contactar con el ambiente físico a través de los sentidos; y el sistema afiliativo, que es a través del cual los bebés contactan con las otras personas.
A las infancias que les toca crecer y desarrollarse en ambientes donde la violencia física, verbal y/o psicológica es una constante, con cuidadores ausentes, inestables, y por lo tanto sumamente amenazantes, suelen tener un gran desequilibrio emocional de por vida.
Estos niños y niñas suelen quedar atrapados en el vínculo tóxico y de dependencia con esa persona que identificaron como su "cuidadora". Lograr salir de ese círculo de apego lleva años y mucho trabajo interno. La buena noticia es que se puede.
Lo que sienten las infancias que viven apego desorganizado
Miedo hacia la persona cuidadora
Disociación: pérdida de contacto con la realidad, desarrollada como mecanismo de defensa para evitar el dolor.
Hipervigilancia: desarrolla una alerta constante para evitar las agresiones o situaciones amenazantes.
Baja autoestima: tienen sentimiento de culpa y creen merecer los castigos que reciben.
Miedo a explorar su entorno: tienen terror a que los hieran o a cometer errores por los que puedan ser castigados.
Trastornos cognitivos: suelen tener déficits de atención, memoria y concentración, estrés postraumático y expresión verbal escasa, entre otros.
Las consecuencias en la vida adulta
Una vez atravesada una infancia donde ha quedado naturalizada todo tipo de violencias, destratos, con el sentimiento de miedo y culpa como un continuo, no es fácil desandar todas esas creencias (y vivencias) que quedaron marcadas en el cuerpo y en las emociones. Con terapia y una red amorosa de contención es posible revertirlo pero, hay que decirlo, se va a necesitar de mucho trabajo personal y paciencia. Sobre todo, paciencia.
En la adultez, las infancias que sufrieron apego desorganizados suelen ser personas con dificultad para identificar las emociones de los demás. También son de las que viven convencidas de que son “malas personas”, y que por eso merecieron ese tipo de maltrato.
Al mismo tiempo, por haber naturalizado tantos años de violencia, puede que normalicen la agresividad y los vínculos violentos, creyendo, aunque no lo expresen, que en algún momento van a ser agredidas nuevamente. Porque así lo aprendieron, eso era lo que siempre ocurría.
La empatía y el respeto propio y ajeno no está a su alcance. Por eso, suelen ser vistas como personas irrespetuosas, cerradas, retraídas, proclives a tener trastornos por depresión, ansiedad, o bien, a consumir drogas en exceso para huir de aquello que las atormenta.
Como siempre decimos, la crianza es agotadora, compleja y sabemos que se requiere de una red para lograrlo sin morir en el intento. Sin embargo, y teniendo consciencia de lo difícil que es, hay que remarcar algo: lo que sucede en los primeros años marcan a fuego el resto de la vida. Hacer el mejor esfuerzo realmente vale la pena.
Si sentís que vos o alguien de tu círculo cercano está viviendo consecuencias de un apego desorganizado y que viene siendo arrastrado de la infancia, está bueno que sepas que se puede pedir ayuda profesional y mejorar la calidad de vida.