Procrastinar el sueño: la tendencia de retrasar nuestro descanso
¿Sos de las que suele navegar en las redes, mirar una serie o responder mensajes de WhatsApp antes de dormir? Te contamos cómo este comportamiento afecta considerablemente tu bienestar físico y mental.
25 de octubre de 2023 • 11:00
dormir-celular.jpg - Créditos: Getty
Después de un día largo y agotador, por fin llega la hora de meterte en la cama. Sabés que por delante te quedan pocas horas de descanso. Sin embargo, todavía no estás lista para cerrar los ojos.
Empezás a procrastinar el sueño. Es que, ese momentito previo a conciliar el sueño y en el que el resto de la casa parece haber entrado en pausa, es el que esperaste durante todo el día para ponerte al día con esa serie que tanto te apasiona o enterarte de las últimas novedades en las redes sociales.
El problema es cuando un capítulo se convierte en cinco o cuando, después de navegar por el feed de tus artistas favoritos y stalkear a alguien, te ponés a chusmear adónde se fue esta vez tu ex de vacaciones. Ni hablar de cuando estás atrasada con las notificaciones de WhatsApp, esas que no llegaste a ver antes de la cena y pueden ser de vital importancia. Así, entre capítulos, likes y mensajitos, los minutos corren y cada vez falta menos para que suene el maldito despertador.
Otra vez te excediste y lo sabés. Sos consciente de que perdiste una gran cantidad de tiempo que “a priori” debería estar encomendado a descansar. Sin embargo, a la noche siguiente, repetís el mismo comportamiento casi como en loop. Ahora bien, ¿por qué sentimos esa necesidad de navegar en Instagram o ver miles de tutoriales por YouTube justo antes de dormir?
Como todos sabemos, el sueño es un estado fisiológico imprescindible en el ser humano, ya que su función consiste en regular el sistema nervioso central y restaurar los centros de reserva de energía celular, entre otras cosas. Si bien el número de horas de sueño necesarias varía de unas personas a otras, la media diaria es de ocho horas.
A la tendencia de retrasar la hora de irnos a dormir (sea media hora, una o dos), incluso sabiendo que al otro día tendremos un despertar muy difícil se la conoce como “procrastinación del sueño” o “Bedtime procrastination” en inglés. “Este término se empleó por primera vez en un estudio holandés de 2014 para definir a ese acto repetido de no irse a la cama a la hora prevista, sin que ninguna circunstancia externa o problema de salud te lo impida”, nos explica el médico neurólogo Alejandro Andersson.
Tras aclarar que en la actualidad se duerme una o dos horas menos en relación a hace 50 años, el especialista señala a los aparatos tecnológicos como los principales responsables de ello, pero también a la falta de tiempo libre que tenemos durante el día para hacer lo que nos gusta. “Ver televisión, chequear el celular, jugar videojuegos o hacer cualquier otra actividad que la sentimos pendiente puede ser la excusa para que le dediquemos parte del tiempo destinado a nuestro descanso. Sin embargo, es importante saber que la deprivación del sueño que nos genera es muy negativa para nuestra calidad de vida y nuestra salud”, advierte el director del INBA (Instituto de Neurología Buenos Aires).
Y acá entra en juego un nuevo concepto: “la venganza”. Según varios estudios, la postergación de la hora de dormir se presenta como un acto de rebelión contra las crecientes demandas en el trabajo y en el hogar que nos dejan poco tiempo o energía para invertir en actividades de ocio. Sería algo así como: cuantas menos cosas placenteras hagamos durante el día, más probable es que intentemos recuperar ese tiempo por la noche, más allá de las horas de sueño que tengamos que resignar.
Dormir mal tiene un impacto fuerte al día siguiente. - Créditos: Getty
Deseo de libertad: efectos adversos
La ecuación es simple: cuanto más procrastinemos el sueño, más consecuencias negativas tendremos al día siguiente. Es que no sólo nuestra capacidad laboral y social se verá comprometida sino que nos invadirá el cansancio, la irritabilidad, la falta de energía, el malhumor y la frustración, entre otras sensaciones.
“Sin dudas, esta pérdida de sueño va a afectar el humor de la persona, su capacidad cognitiva en el trabajo, la universidad o el colegio, su poder de concentración y reacción. Incluso, además de la pérdida de productividad, puede provocar problemas de salud física y mental, llegando en algunos casos a derivar en cuadros de depresión”, sostiene el profesional.
El experto resalta la importancia de la calidad del descanso, algo que será fundamental para el bienestar y la seguridad de una persona. “Cuando leemos los trabajos que correlacionan la deficiencia de sueño con problemas de salud crónicos aparecen patologías cardiológicas, enfermedades renales, hipertensión arterial, diabetes, obesidad, depresión y accidentes cerebro vasculares”, enumera el neurólogo.
Y enseguida hace un paralelismo entre los efectos que tiene conducir un vehículo sin dormir las horas necesarias y conducir alcoholizado. “Hay estudios muy interesantes sobre lesiones vinculadas con la somnolencia al conducir, ya que si el conductor no duerme adecuadamente su estado se asemeja a tener 0,5 o 1 gramo de alcohol por litro de sangre. O sea, va a tener los mismos problemas de disminución de la atención, de coordinación y aumento del tiempo de reacción ante un evento sorpresivo”, explica.
La luz azul de las pantallas: el peor enemigo
Si bien hay una cierta similitud entre la procrastinación del sueño y el insomnio, lo cierto es que en el primer caso no hay ningún factor externo que la ocasione mientras que, en el segundo, casi siempre es síntoma de otro problema, ya sea médico, psiquiátrico, circadiano, conductual o ambiental.
“El insomnio es una alteración del sueño y puede ser de conciliación (cuando uno no logra dormirse) o de mantenimiento (que ocurre cuando uno se despierta a la madrugada y tiene un sueño fragmentado). En este caso, el retraso de sueño por distraerse con la tecnología sería una clara causa de insomnio de conciliación”, señala Andersson mientras remarca lo nocivo que es exponerse a la luz azul de las pantallas en la cama.
“Leer en la tablet, la PC o en el celular antes de irnos a dormir afecta el sueño y la capacidad de estar alertas al otro día porque la luz azul que emiten los dispositivos electrónicos te inhiben la secreción de melatonina. El espectro azulado del LED produce alteraciones porque justamente se parece a la luz de la mañana. Por lo tanto, la luz usada antes de dormir puede afectar el ritmo del reloj biológico”, reitera el profesional.
Y enseguida nos da algunos consejos para ambientar la habitación donde descansamos: “Es importante que en el dormitorio tengamos una luz más cálida, más rojiza y parecida a la del atardecer; la cual afecta mucho menos la producción de melatonina. También es importante dejar de usar la computadora, el televisor, la tablet o el celular un rato antes de acostarnos”.
Hábitos para una buena higiene del sueño
Preparar el dormitorio: la habitación donde dormimos debe ser confortable, estar aislada de ruidos y de la luz, con una temperatura agradable (en lo posible no más de 18 o 19 grados). A su vez, el colchón debe ser firme y, la almohada, cómoda. ¡Sacar la televisión del cuarto es clave!
Evitar los dispositivos electrónicos en la cama: prohibido usar tablets, notebooks o celulares al menos media hora antes de acostarse. Sus luces funcionan como fuertes estímulos para el insomnio.
Relajarse previamente: realizá una transición gradual desde el momento en que llegás a tu casa hasta iniciar el sueño. La idea es relajarse y no llevar los problemas del día a la cama. Tomar una ducha, leer un libro o escuchar música son buenas opciones para bajar revoluciones.
Evitar las bebidas con cafeína, el alcohol y el cigarrillo antes de acostarse: el café y el té contienen esta sustancia que tiene un efecto estimulante, incrementa la atención y disminuye la sensación de sueño. En el caso del alcohol, si bien éste puede ayudar a conciliar el sueño, luego produce un efecto rebote que hará que nos despertemos unas horas después de habernos dormido. La nicotina del cigarrillo funciona de la misma manera.
Cenar liviano: comé temprano así podés hacer una correcta digestión. No tomes mucho líquido, así evitás levantarte continuamente al baño por la noche.
Establecer horarios fijos para acostarse y levantarse: estas técnicas de restricción del sueño harán que el cerebro se sincronice adecuadamente.
Especialista consultado: Alejandro Guillermo Andersson, médico neurólogo y director del INBA, Instituto de Neurología Buenos Aires. www.neurologiainba.com.ar / IG: @doctorandersson.
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