No soporto a la gente en redes sociales: ¿qué me pasa?

A diferencia de los extrovertidos, que recargan energías socializando, los asociales tienden a sentir que estas interacciones los agotan. "Para ellos, una fiesta llena de gente puede ser extenuante, mientras que leer un libro o realizar una actividad solitaria es lo que realmente los reconforta", señala Calvo.

Lejos de ser una limitación, elegir la tranquilidad y la soledad los hace sentir bien. En ese sentido, suelen ser personas muy independientes, capaces de gestionar sus propios problemas y encontrar satisfacción en actividades individuales. "La idea de 'menos es más' define su estilo de vida: pocas interacciones, pero significativas; pocos amigos, pero valiosos; poco ruido, pero mucha paz interior", agrega el psicólogo.

Un punto que el experto considera importante aclarar es que ser asocial no es lo mismo que ser antisocial. Mientras que el primero es una preferencia por la soledad o la tranquilidad, el comportamiento antisocial implica desprecio por las normas sociales y falta de empatía.

"Las personas antisociales no es que no disfruten de las interacciones sociales, sino que tienden a oponerse a las reglas que rigen la convivencia", explica Calvo. Además, este comportamiento puede estar relacionado con trastornos como el trastorno de personalidad antisocial, que se caracteriza por un patrón de conducta que infringe los derechos de los demás y las normas establecidas.

En cambio, las personas asociales simplemente eligen interactuar menos. "Para ellas, el tiempo en soledad no es algo que les sucede, sino una elección activa. Se sienten plenas con su espacio personal y prefieren mantener un círculo social pequeño, pero valioso", afirma el doctor en psicología. Estas personas no buscan validación externa a través de interacciones sociales y, aunque pueden ser sociables cuando lo necesitan, no lo hacen por obligación ni por presión social.

No es correcto asumir que los asociales son infelices o retraídos. "Muchos encuentran su felicidad en la autonomía que les da no depender emocionalmente de los demás para sentirse completos", afirma Calvo. Saben cuándo necesitan un descanso del bullicio y eligen momentos específicos para socializar cuando realmente lo desean.

En una sociedad que a menudo promueve la hiperconectividad, es importante recordar que no todos disfrutan del contacto constante. "Ser asocial no es sinónimo de ser antipático o antisocial; simplemente es una forma diferente de entender las relaciones humanas, donde la calidad prevalece sobre la cantidad", enfatiza el especialista.

Para quienes se identifican con esta forma de ser, es clave comprender que no hay nada malo en ser así, ratifica Calvo. "En un mundo que no siempre los entiende, encontrar un equilibrio entre la tranquilidad y la conexión social puede ser el camino para una vida más plena", concluye.