Deco: así es el depto de 36 m2 de Crochetina, la influencer de decoración
En este depto de 36 metros cuadrados, todo está hecho a mano. Su dueña, Caro Lorenzo, sigue tendencias y también crea las propias
3 de mayo de 2023
Pocos metros, muchos DIY. - Créditos: Gustavo Sancricca.
Camina por la calle con ojos atentos en busca de hallazgos que otros no ven. Carolina Lorenzo siempre les encuentra el potencial a las cosas, porque sabe que sus manos pueden mimar, transformar y dar nuevas oportunidades. Incluso el mueble más viejo y roto tiene buen futuro con ella. Si bien hizo varios cursos y un máster en diseño gráfico, ser habilidosa con las manos es algo innato. Se anima, prueba, se equivoca y no les teme a las imperfecciones, porque entiende que lo hecho a mano tiene otro valor.
Recorrer su casa es descubrir un mundo de texturas, colores y muebles únicos: la mayoría reciclados y otros tantos creados desde cero con materiales que, quizás, alguien desechó como basura. Lo divertido es que inventa y logra traducir tendencias: si las fibras naturales están de moda, ella las crea con sus manos, con materiales de bajo costo y mucha creatividad.
Su hogar es este depto de 36 m2 con balcón, lleno de objetos y muebles que levantó de la calle o compró en ferias de antigüedades para reciclar y transformar. “Lo llevo en los genes”, dice. Y es que de su abuela materna heredó el amor por las manualidades: pintar, coser o tejer al crochet son cosas de todos los días. De ahí, el nombre de su Instagram, @crochetina_, desde donde comparte “ideas y cirujeos”, como dice ella.
Para Caro todos podemos tener la casa que queremos con la plata que tenemos. En su cuenta hay muchos antes y después para inspirarse y, sobre todo, para animarse y perderle el miedo al error. “Tengo rachas de DIY fallados y otras tantas que me sorprende lo bien que quedaron”, asegura. El mejor aprendizaje es probar, equivocarse y volver a intentar. Esa es la fórmula que a Caro le funciona. Y su casa es un fiel reflejo de eso.
En la cocina armó un separador con listones de madera, para tapar el calefón. - Créditos: Gustavo Sancricca.
“La clave está en probar, equivocarse y volver a intentar”. - Créditos: Gustavo Sancricca.
Renovación low cost
Caro llegó a este depto hace siete años. Le gustaron la luz y la distribución, pero la cocina no la convencía: estaba muy deteriorada y tenía muchos azulejos caídos. La pandemia le dio el tiempo suficiente para renovarla y hoy está feliz con el resultado. ¿Qué hizo? Buscó inspiración en las redes, se enamoró de las cocinas en verde y madera y creó la suya: enchapó las alacenas en paraíso, las pintó del mismo verde que eligió para el living (¡con pintura apta para cocinas!), desarmó un escobero y usó las maderas para armar estantes y un mueble chiquito. Todo con sus manos, porque Caro, entre otros cursos, hizo un taller de carpintería. “Obviamente tiene imperfecciones, pero la siento más despejada, cálida y acogedora”, asegura. A la derecha: el balcón que suma metros para crear y descansar. De un lado tiene una mesa de trabajo para sus proyectos de renovación; del otro, una hamaca con almohadones para los momentos de relax.
"Con mi casa vivimos un proceso de transformación mutuo. Yo la transformo y ella me transforma a mí”. - Créditos: Gustavo Sancricca.
En la pared logró un efecto símil estuco con pinceladas y trapo húmedo. El beige lo consiguió mezclando marrón y siena. - Créditos: Gustavo Sancricca.
En sintonía
En el depto hay mucha información, pero todo convive en perfecta armonía. El color es el hilo conductor, donde prevalecen los tonos tierra. “Tengo tendencia al maximalismo, pero a través del color logré unificar. Siempre trato de utilizar pinturas que tengo, para hacer un uso más consciente de los materiales”, explica. Porque la dueña de casa sigue tendencias, pero prefiere crearlas ella y consumir menos.
En el dormitorio, sumó detalles –hechos por ella, obvio– que lo hacen súper cálido, como el color de la pared, el tapiz de macramé, los almohadones con texturas suaves, las mesas de luz antiguas que renovó y la hoja que levantó de la calle, que se refleja en el espejo: “En vez de mirar vidrieras, ¡voy mirando tachos de basura!”, se ríe.
En el escritorio, la gran estrella es la silla: la encontró en la esquina de su casa y la levantó sin saber qué uso le iba a dar. A los días, la visualizó: “Se me ocurrió ponerle las patas de la silla de la compu y renovarla”, cuenta. La original era color wengue con ecocuero en colorado: le lavó los brazos y la retapizó con un género estampado para el asiento y pana para el respaldo.