Es artista y transformó una casa de pescadores frente al río en un refugio sustentable

La escalera negra es el núcleo que recorre, con su estructura abierta, las tres plantas de la casa. La cocina y el living, situados en el primer piso, están enmarcados entre el muro y el balcón terraza con una vista al río que deja a cualquiera sin aliento. “El muro portante divide la casa en dos. Es el sostén, por eso también elegimos el rojo como color del amor, la pasión y la fuerza”, explica Chami. Además, articula los ambientes con orientación Norte con los del Sur, logrando doble circulación, lo que también permite que el viento circule por toda la casa. 

Uno entra a esta casa y se respira calidez, mucha madera, tonos cálidos, mezcla de estilos y objetos únicos que tienen un por qué de su presencia y una historia compartida: “Por ejemplo, los muebles vintage del living son de las abuelas, fueron retapizados y reciclados. Las carpinterías de madera son todas de demolición. Los cuadros de la casa son las vistas al río y su contexto, no se necesita más”, nos cuenta Chami convencida de que siempre menos es más.

La ventana redonda del living es un homenaje a la casa “Bengala” de Carlos Páez Vilaró en Tigre. Chami la vio, tomó una foto y la dibujó en su pared. La vio planteada y dijo: “¡Acá va esta ventana!”. El predio inicialmente fue un barrio ribereño con casas de antiguos pescadores y artesanos, un recreo del bajo de Acassuso. “Era una típica casa orillera del Río de la Plata. El día después de la firma, el río subió un metro adentro, fue un gran bautismo. Acá el que manda es el río, así que todo gira en torno a él: el diseño de la casa, la estructura y la forma de vida de nuestra familia”, explica.

Cuando plantearon la remodelación de la casa, lo fundamental fue el cambio de la orientación Sur, por la Norte. Además, todos los espacios están diseñados de cara al afuera, tanto los ambientes centrales, como la cocina, living y dormitorio, tienen las vistas principales hacia esa orientación. Las puertas-ventanas permiten conectar el afuera con el adentro, extender el ambiente y aprovechar al máximo el entorno y la conexión con la naturaleza.

El último piso de la casa anida las habitaciones de los tres integrantes: Chami, Tomás, su marido y Oli, su hija de cinco años. Todos los muebles son de madera, así como la estructura que contiene la cama de la habitación principal. Fueron diseñados a medida y realizados por un carpintero que trabaja con el método Japandi, un arte japonés que implica un sistema de encastre, sin clavos.

El baño también conjuga madera y color. La estrella del espacio es la bacha confeccionada artesanalmente por la ex dueña de la casa, Desirée Deridder, ceramista y artista plástica. La refacción comenzó hace 13 años, por un arquitecto amigo y vecino. Si bien se hicieron algunos refuerzos estructurales lógicos a los acontecimientos naturales, la forma original se conservó. La planta alta se construyó con ladrillos de Retak, un sistema aislante térmico y acústico, resistente a la humedad y al fuego, liviano y fundamentalmente ecológico, por su ahorro energético.

El barrio donde vive Chami no tiene servicios. Hasta hace muy poco, a la luz la dividían entre las 50 casas. El agua es de pozo con planta de tratamiento. No hay cloacas, sino biodigestores. El agua caliente es por termotanque solar y el techo verde fue un cambio significativo para la vida de la familia. Se optimizó el aislamiento térmico, el almacenamiento de calor de la casa, y su aislamiento acústico. "Antes hacía mucho calor o mucho frío. Ahora en los días de calor con un ventilador la pasás bien y cuando hace frío, con la salamandra a leña templás los ambientes”, nos cuenta.

Bordea la visual del dormitorio una escotilla en el techo con una escalera, que es el acceso al techo verde, aunque Chami la define como “una puerta al espacio exterior infinito”. En el techo descansan reposeras de varillas de madera recuperadas de un cerco de campo. “Crecieron aromáticas de forma natural ahí, lo que hace que sea muy inspirador reclinarse en ese techo verde plagado de aromas naturales”, resume Chami. 

Otro de los espacios creativos es el taller de la dueña de casa, lleno de vida, arte y color. Chami (@josephine_paper) trabaja con papel, representa la naturaleza con texturas. Lo define como una exploración personal, un camino artístico infinito, que comenzó cuando hacía utilería para un programa de TV con materiales reciclados. Su obra abarca objetos, iluminación e instalaciones.

En el cuarto de su hija Oli, las carpinterías de demolición son protagonistas. Una curiosidad: la pantalla que cuelga del techo simulando una flor es obra de Chami, enmarcando ese espíritu surrealista que se respira en cada rincón. La vegetación es parte del diseño, la ampelopsis se cuela por la ventana como parte de la decoración, y sus cambios de tono según la estación, filtra la luz de manera especial y genera en horas de la tarde unos tonos mágicos. Esta casa abundante y generosa, donde la vida vibra en cada ambiente, encaja a la perfección con la filosofía de vida de la familia, en armonía con la naturaleza. 

AGRADECEMOS A VALE PEROSANZ (@UNIVERSOSPEQUENOS) SU COLABORACIÓN EN ESTA NOTA.