Parecen piedras, pero son suculentas: las plantas que marcan tendencia en redes
Dejate fascinar por la exótica belleza de los lithops y adoptalos en tu casa. Son hermosas para decorar patios o balcones.
18 de noviembre de 2024
De formas y colores increíbles, los lithops se camuflan con el reino mineral. - Créditos: GettyImages
Seguramente ya las viste en Pinterest o en Instagram. Y es muy probable que, a primera vista, hayas creído que eran piedras. Pero son plantas. Lo maravilloso de los lithops, también conocidos como “piedras vivas” o “plantas piedra”, es que son unas suculentas muy curiosas y facilísimas de cuidar.
Consultamos a JARDÍN, para que nos cuenten más sobre los lithops y cómo llevarlos a casa.
Desde la floración en otoño hasta la muda de hojas, a mediados de la primavera, no se riegan. Es normal que se arruguen, pero no se deben regar. - Créditos: Gentileza Archivo JARDÍN/Sebastián Ojeda
Los lithops, conocidos también como "plantas piedra" o "cactus piedra", son todo un espectáculo natural de camuflaje y adaptación. Su apariencia es redondeada o algo ovalada, como si fueran pequeñas piedritas que alguien tiró al azar en el desierto. En realidad, están formados por dos "hojas" que se fusionan en una estructura única, cubiertas por una piel texturizada que parece diseñada a pinceladas. Esta "piel" puede tener una gama de colores muy variada, desde grises y verdes hasta marrones y amarillos.
Lo increíble es que los lithops han evolucionado para parecerse tanto a las piedras y rocas de su entorno que, si no los estás buscando, podrías pasarlos de largo. Esta estrategia de camuflaje no es casualidad: los ayuda a despistar a los animales herbívoros que podrían verlos como un tentempié en las duras zonas áridas de Sudáfrica y Namibia, sus lugares de origen.
Los lithops, cuando son jóvenes, necesitan un riego regular desde la primavera hasta el comienzo del invierno. - Créditos: Gentileza Archivo JARDÍN/ Inés Clusellas
En cuanto a variedad, no se quedan cortos: existen alrededor de 37 especies diferentes, cada una con su propio diseño, color y hasta "patrones" que parecen obra de un artista de lo más creativo. Algunos tienen detalles intrincados en la superficie, como si fueran pequeñas obras de arte en miniatura, pero con un propósito muy claro: sobrevivir en condiciones durísimas. Para eso, estos amiguitos acumulan agua en el interior de sus hojas gruesas, como un tanque interno de hidratación que los mantiene vivos durante los períodos de sequía en los desiertos africanos. Y si las cosas se ponen realmente complicadas, pueden entrar en un modo de "ahorro de energía" o dormancia para no gastar ni una gota de agua ni un gramo de energía de más.
Su proceso de fotosíntesis también es único y está pensado para sobrevivir a los rigores del desierto. Los lithops realizan la fotosíntesis CAM (Metabolismo Ácido de las Crasuláceas), un sistema especial que les permite abrir sus estomas por la noche para captar dióxido de carbono y cerrar todo durante el día. ¿Por qué? Porque así reducen la pérdida de agua a casi nada, una jugada magistral de adaptación.
Los lithops tienen colores y texturas llamativas que van desde los grises y verdes hasta tonos rojizos y amarillos - Créditos: Gentileza Archivo JARDÍN/ Inés Clusellas
Pero lo realmente fascinante sucede en la temporada de floración. En ese momento, los lithops nos regalan un espectáculo que pocos esperan de estas “plantitas piedra”: una flor vibrante surge en el centro de las dos hojas, desafiando cualquier expectativa. Las flores pueden ser blancas, amarillas, rosadas o incluso anaranjadas, y suelen abrirse en la mañana para cerrarse al caer la tarde. Es una escena fugaz y espectacular.
Después de la floración, ¡ojo! Hay que darles un descanso de riego. En esta etapa, los lithops trasladan el agua y los nutrientes a las nuevas hojas que empiezan a formarse y que, eventualmente, romperán las hojas viejas para asomarse. Una vez que ves esas hojas nuevas, es hora de empezar a regar poco a poco, más o menos cada dos semanas.
En cuanto a plagas, los lithops son bastante resistentes gracias a su piel dura y texturizada, aunque no son invencibles. Pueden verse afectados por insectos como cochinillas y ácaros si no se mantienen en condiciones adecuadas.
Los lithops pueden vivir muchos años con el cuidado adecuado. En su entorno natural, pueden alcanzar varios años de vida, mientras que en cultivo pueden vivir una década o más. - Créditos: Gentileza Archivo JARDÍN/ Inés Clusellas
Qué necesitan los lithops
- Mucha luz. Necesitan una buena dosis de luz para prosperar, ya sea sol indirecto brillante o luz artificial potente.
- Riego moderado: ¡Nada de excesos! Hay que esperar a que el sustrato se seque por completo antes de volver a regar.
- Temperaturas: Prefieren el calorcito durante su época de crecimiento y frescor en invierno.
- Sustrato: Necesitan un sustrato mineral, con buen drenaje para que las raíces no se queden atrapadas en humedad.
- Plantado: Las hojas deben quedar ligeramente enterradas en piedritas, sobresaliendo solo un tercio.
La floración de los lithops ocurre en la primavera o el verano y suele durar solo un par de días. - Créditos: Gentileza Archivo JARDÍN/ Inés Clusellas