Día del Padre: "Pequeño hablante", el libro que refleja el asombro de un padre ante las primeras palabras de un hijo  

 

Neuman llegó esta semana desde Granada, España, donde vive, para presentar este libro y la antología poética 2000-2020 Necesidad del canto (Caleta Olivia)- en su país natal, Argentina. Nos cuenta que siempre tuvo curiosidad por el aprendizaje lingüístico y por cómo influye la lengua en nuestros afectos, en nuestra manera de habitar el mundo. Y, claro, en este momento además el interés se incrementó por “el estado de enamoramiento extenuante” de acompañar a su hijo en este proceso. 

“Involucrarse en la crianza diaria nos permite asistir a un espectáculo digno de asombro y de emoción porque es la única manera de explorar un poco en los primeros episodios de la serie de nuestra propia vida”, dice Neuman. En medio de ese tiempo de crianza el padre-escritor empezaba a asistir a la adquisición del lenguaje de su hijo y a preguntarse acerca del final de la etapa bebé.   

“Antes de ser padre pensaba que, hasta que no irrumpiera la lengua y la razón, iba a haber un vínculo parcial con una criatura; pero me sorprendió cómo disfruté la etapa no verbal y tuve un poco de miedo de cuando empezara el idioma”, dice. “Deseo y miedo, porque supe que en la gramática del cuerpo había un vínculo intenso y específico que podía empezar a terminarse cuando irrumpiera todo eso que a mí me fascina, que es la lengua, las ideas”.  

Y agrega Neuman: “Me preguntaba cuándo se iba a terminar esa especie de maratón bebé. Y la respuesta me la dio la lengua misma: estábamos jugando y mi hijo levantó la cabeza y dijo: ‘papá pasó coche’. No es la frase más memorable del mundo, no es una declaración de amor, pero me conmovió porque me cayó la ficha de que era la primera vez que yo escuchaba a mi hijo conjugar en pretérito”.  

 

¿Qué significó eso para ese padre cuidador que es, además de escritor, filólogo? “Entendí ahí el impacto que me había producido: escuché salir el pasado de su boca y amorosamente traduje: ‘pasó coche, pasó bebé, pasará papá, pasaremos todos’. La lengua sirve para empezar a negociar con la ausencia y con la pérdida. Entonces, ¿qué es un bebé? Lingüísticamente hablando, un presente absoluto, alguien que vive y siente el presente. En el momento en que nombra lo que no está es porque ya puede empezar a relacionarse con eso.  Entonces, un bebé se termina cuando empieza el pretérito”.   

- En el libro vas recorriendo los momentos en los que tu hijo tiene otros avances idiomáticos: suma preposiciones, adverbios, descubre la metáfora: ¿qué aprendiste en ese recorrido?  

- Como me pregunté cuándo termina un bebé también me pregunté cuándo empieza la infancia. Concluí que, con la adquisición de la ficción, del concepto de que algo puede parecer que no es verdad y ser todavía más verdad de otro modo, o aludir a cosas que aparentemente no existen, pero que tienen otro grado de existencia que va más allá de la de la certeza material. Entonces ahí pensé, bueno, acá empieza el niño, en plenitud de recursos. Y me pareció que era una cosa linda y emocionante tomar notas sobre eso.   

- ¿También es un libro para que Telmo tenga registro de cómo fue aprendiendo a hablar, algo que de otro modo es inaccesible?  

- Yo no sé cuánto tiempo voy a estar acá en el mundo con mi hijo. Perdí a mi madre muy joven y yo ya no soy ningún niño, de manera que, no sé si tendría ocasión detallada de contarle esto; entonces, por si acaso ya se lo conté. Pero también es un libro para compartir en general. Es decir, es un registro de nuestras emociones familiares, porque cualquier mamá o papá sabe que el presente es tan demandante y vivís corriendo tanto que, cuando le pregunté a gente que tiene hijos más grandes cómo eran estas cosas, me dijo que no se acuerda. Entonces, yo sabía que se pueden desvanecer y ni hablar de los recuerdos propios en una edad que en sí ya significa olvido.

-¿Es un modo de volver a tu propia infancia?

-Acompañar una infancia y cuidarla genera como una especie de acorde donde resuenan todas las infancias alrededor de esa criatura. Es como que esa criatura irradiase infancia y reviviese las infancias de toda la tribu circulante, de varias generaciones que se releen. Hay memorias que se desentierran, hay reconciliaciones que se propician y también conflictos que se reabren. La infancia de nadie permanece indemne o sigue intacta cuando cuidamos y acompañamos la infancia de otro. Acompañar una infancia es una especie de emoción compartida.