El mejor infarto de mi vida: por qué ver la divertida serie con Olivia Molina y Alan Sabbagh

La nueva comedia dramática relata la historia de Ariel, un escritor fantasma de humor ácido, frustrado y con una vida muy desordenada que entra en crisis cuando es abandonado por su mujer y sufre un infarto mientras se encuentra en una casa de alquiler temporario en otro país, junto a una chica a la que acaba de conocer. Ariel sobrevive gracias a la ayuda de los anfitriones del lugar donde se hospeda, y ese acontecimiento no sólo resignificará su vida, sino también la de muchas personas que están a su alrededor.

Realizada por Pampa Films y Tandem Films, con guion de Lucas Figueroa y la colaboración autoral de María Zanetti y Mariana Wainstein, la serie El mejor infarto de mi vida está protagonizada por Alan Sabbagh, Olivia Molina, Rogelio Gracia y Romina Peluffo, junto a las participaciones especiales de Imanol Arias, Rita Cortese y Eleonora Wexler.

Olivia Molina pertenece a la tercera generación de una de las familias de artistas más reconocidas y talentosas de España. Nieta del cantante Antonio Molina, hija de la actriz Ángela Molina, la madrileña ha forjado una extensa carrera que la ha visto brillar con luz propia en teatro, cine y TV, con películas como Yo soy sola o Mi otro Jon, y series como Física o química, La valla o la reciente Regreso a Las Sabinas.

Ahora, cruzando el océano, la podemos encontrar en la nueva serie argentina de Disney+, El mejor infarto de mi vida, en donde interpreta a Concha, una bailarina flamenca que, en medio de una gira en Buenos Aires, busca escapar de los estrictos mandatos de su clan gitano y de su pretendiente de toda la vida. Cansada de las expectativas que le imponen, decide aceptar la invitación de Ariel (Sabbagh) para pasar unos días en Montevideo, sin saber que esa decisión le marcará un antes y un después en su vida.

Hablamos con ella y nos contó qué la atrajo de este ambicioso proyecto que se rodó en Argentina y Uruguay durante el año 2022: "Hubo varios factores. Lo primero fue que era un momento en que salíamos de una pandemia muy grande. Era un proyecto que venía muy inesperado, se reabría un poco el mundo, podíamos volver a viajar y lo agarré como una oportunidad de volver a conectarme con el oficio. Primero la sorpresa esa de ahí, y luego me gustó la historia, porque me resultó profundamente humana. Personajes que son casi antihéroes y antiheroínas, gente que está en una especie de huida hacia adelante sin saber muy bien hacia qué, en un momento de sus vidas bajo, en el que todo les empieza a fallar, en el que arrastran muchas mochilas. Me gustó el punto de partida de los personajes y luego la magia de los cruces de caminos, cómo situaciones de repente inesperadas pueden cruzar y entrelazar los destinos de las personas, y me parecía que conectaba con esta sensación de encuentros casi mágicos, de estar en el sitio adecuado en el momento adecuado. Desde ahí lo agarré y la verdad que lo disfruté mucho al rodaje".

 

Justamente, esto que comentás de los personajes es algo que se nota muchísimo en El mejor infarto de mi vida, se siente muy terrenal. En ese sentido, ¿cómo te preparaste para interpretar a este personaje tan determinante y a la vez misterioso, que enfrenta una oportunidad de cambio, de crecimiento, a lo largo de los capítulos? ¿Encontrás similitudes entre tu personaje y tu persona?

¡Qué buena pregunta! Había algo muy importante que era el entorno en el que el personaje, Concha, crece y se cría, que es un entorno muy concreto con unas tradiciones muy marcadas: el flamenco, la música, y ciertas lealtades imprescindibles. Entender muy bien el contexto del que ella parte, me tomó un tiempo largo y me llevó un trabajo de investigación preciso... qué supone nacer en una familia así, con esas leyes, con esas tradiciones. Y aparte de eso, entender muy bien su conflicto, el trauma que arrastra y cómo ese trauma le hace tomar ciertas decisiones. Fijate cómo ella intenta todo el tiempo escapar de una relación tóxica y una sensación de culpabilidad por, de algún modo, haber estado presente en un accidente que acabó con la vida de alguien cercano y cómo ella acarrea todo el rato con esa especie de culpa que la vuelve algo muy melancólica, algo fuera de las dinámicas de la vida. Por ahí fue como el punto de partida. Y luego había algo muy similar en el personaje, que ella sale de su sitio conocido, sale de Madrid y se atreve a viajar a un país nuevo con otra cultura, en el que uno puede decidir quién es. Y yo en ese momento sentía un poco ese mismo viaje: yo también salía de casa y dejaba a mis hijos, a mi familia y "bueno, pues vámonos cuatro meses a trabajar fuera". Esa misma sensación de todo nuevo, de poder explorar, también las vivía yo, y era bonito utilizar ese asombro que vivía el personaje, como que era mío también. Fue interesante.

El flamenco es algo que tu personaje tiene muy presente desde pequeña y que vemos en ese capítulo que nos cuenta un poco la historia de origen de Concha. Viniendo de la familia que venís, con un abuelo referente de la copla y el flamenco como lo fue Antonio Molina, ¿es algo que ya sabías o tuviste que prepararte para la serie?

De hecho, sentía como más presión justamente por eso. Porque es verdad que es algo que he escuchado de siempre, de toda la vida, lo que no quiere decir que yo sepa bailarlo o cantarlo. Me hubiera gustado tener un año entero para prepararme, pero me preparé durante unos meses con una coreógrafa. Sí lo aprecio y lo disfruto, pero, claro, era como "bueno, tú eres española, entonces bailas flamenco", no, no sé si todos ahí bailan tango, son cosas que al final son como clichés. Pero sí es verdad que había al menos una apreciación, que siento como que lo he disfrutado de siempre y lo he escuchado en casa y lo he visto bailar. Pero también será que este personaje tiene una relación muy concreta con el flamenco, es profesora de niñas, es algo que ha heredado y que la ayuda a comunicarse, pero con el que también tiene una relación de amor-odio, porque también ahí está todo su clan familiar que la empuja a ser alguien que no quiere ser, entonces está todo muy mezclado. No era anecdótico, es una característica de ella con la que tiene un conflicto, es como "yo he heredado esto, y lo quiero, y a la vez lo quiero soltar, y a la vez no sé hacer otra cosa", entonces era interesante explorar desde ahí.

El mejor infarto de mi vida es una serie que funciona a la perfección como una especie de híbrido entre comedia y drama. Tiene un tono muy particular, en gran medida gracias al buen equilibrio entre ambos géneros que lograron sus directores, Pablo Bossi (además creador del show) y Mariana Wainstein. Al respecto, Olivia nos contó cómo fue el trabajo para trasladar ese equilibrio a su fantástica interpretación llena de matices:

"Tuve un compañero maravilloso que es Alan Sabbagh, pudimos crear esta relación de dos personas en principio muy distintas que se descubren en algo muy especial e íntimo, que es casi como una misma sensibilidad, a pesar de que sus circunstancias y sus vidas son muy distintas. Y luego teníamos la guía de Marian y Pablo, los dos directores, con los que tuvimos la suerte de poder ensayar, que eso se agradece muchísimo, de poder probar, de poder pasarnos, de poder reducir la comedia, probar algo más dramático, y encontrar ese lugar en el que dos personas se descubren con toda su vulnerabilidad. Y es verdad que es una tragicomedia, un tono que a mí me gusta como espectadora. Me encanta ver situaciones así, porque la vida es muy así al final también, donde en situaciones a veces más dramáticas de repente entra la risa y al revés, y todo se entremezcla. La serie es muy humana en ese sentido".

La serie aborda temas como la salud, el amor, la familia y las conexiones humanas en momentos de crisis. ¿Creés que el público puede aprender o reflexionar a partir de esta historia?

A mí me gustaría. Yo creo que es una historia en la que todas y todos podemos encontrar cierta inspiración, porque al final la vida va de eso. Uno controla, uno tiene su voluntad y luego está lo que pasa a pesar de uno. Y esto es como lo que no podemos controlar, el qué hacemos con eso que es más grande que nosotros, cómo lo sobrellevamos. Y sí que creo que es una serie al final optimista, no con un final feliz de cuento, que también podría ser, sino optimista en el sentido de creer en las segundas oportunidades, creer en el derecho a reinventarse, a tocar fondo, atravesarlo y salir. Y no digo que todas las situaciones en la vida deban tener un sentido o una pueda darle un sentido a todo lo que pasa, porque a veces simplemente una atraviesa el dolor, atraviesa el caos, atraviesa la incertidumbre y es lo que hay, así es la vida también. Pero a veces sí, a veces una puede aprender de lo que pasa, puede darle un sentido cuando ya toma distancia, puede crecer con las situaciones cotidianas, en este caso un infarto que transforma la vida en concreto de cuatro desconocidos. Es poner de frente a uno con la realidad y con sus propios traumas y sus propias debilidades. Y luego está la magia de que todo parta de una anécdota real que a Casciari le pasó (en el año 2015 en Montevideo), eso era algo muy loco. Digo, cómo las casualidades te pueden llevar a lugares absolutamente inexplorados y yo creo que por ahí resonamos mucho también todo el mundo, porque nos pasa o puede pasar a todos, cosas inesperadas que decís "no puedo creer que eso haya sido así", y esa magia me parece que la serie la retrata muy bien.

Por último, si tuvieras que definir a El mejor infarto de mi vida en una palabra o frase, para invitar al público a qué la vea, ¿cuál sería?

Yo diría que es como un alegato al derecho a tener segundas oportunidades en la vida. A darse ese derecho y tener la valentía de tomarlo para sí misma ante un fracaso o una perdida, que eso no nos defina y tener la capacidad de poder atravesarlo. Me parece una serie inspiradora en ese sentido.

Los 6 episodios de la serie El mejor infarto de mi vida, de 35 minutos cada uno, se estrenan en Disney+ el viernes 24 de enero de 2025.