Engaño, la serie furor de Netflix: una mirada psicológica sobre las ilusiones y la dependencia emocional
La psicóloga Patricia Faur, especialista en vínculos y dependencia emocional, analiza a fondo qué temas hay detrás de "Engaño", la serie furor de Netflix y abre el debate: ¿qué costos estamos dispuestas a pagar para sostener la ilusión?
30 de octubre de 2024 • 14:15
¿Ya viste Engaño?: la psicóloga Patricia Faur analiza qué hay detrás de la serie furor de Netflix. - Créditos: Gentileza Netflix
¿Cuál es el precio de sostener una ilusión, a sabiendas del engaño? ¿Cuál es el costo psíquico de la disociación para mantener la verdad a un lado sin que interfiera con tu deseo? La protagonista de Engaño, la serie italiana que está en la plataforma de Netflix, nos sumerge en estas preguntas. Ella es Gabriella, una atractiva mujer en sus 60 con una vida apacible, propietaria de un lujoso hotel frente al paisaje imponente de la costa amalfitana. Separada y con dos hijos -con quienes se irán desgranando los conflictos- todo transcurre en una discreta calma.
Hasta que un torbellino la arrasa: la pasión. Un hombre, Elia, con la mitad de sus años y una seducción avasallante, irrumpe en la vida de Gabriella de manera repentina y con la fuerza de un huracán. Lo previsible de la serie está a la vista: los prejuicios por la diferencia de edad, la duda humillante de saber si Elia se une a ella por su fortuna, los secretos de todos los personajes, la intriga, la estafa, los fantasmas de la infancia que retornan.
¿Qué hacer con la verdad cuando la ilusión es tan potente?
Engaño: la lucha por sostener una ilusión tan potente que puede llegar a tener consecuencias drásticas. - Créditos: Gentileza Netflix
Durante buena parte de la serie podemos vernos envueltos en el misterio, en tratar de descubrir si el amor de Elia es genuino o no, en sentir empatía hacia la protagonista que se defiende de las miradas sociales y familiares de reprobación y-por qué no- de envidia.
Pero el gran tema de Engaño es otro: la protagonista ya sabe todo. Su hijo le fue acercando verdades incómodas que muestran a Elia como un estafador con carnet de psicópata. Pasado misterioso, algún crimen no resuelto, una jovencita embarazada, un dinero de Gabrielle que fue desviado, un arma de verdad y una letal: su seducción que sobrepasa todos los límites éticos.
¿Qué hacer con la verdad cuando la ilusión es tan potente? No hay dudas: si no oponemos resistencia, la ilusión gana por goleada y la verdad no podrá alzar la voz. Nada tan sabroso y adictivo como negar la evidencia de una realidad que duele.
Lo vemos en nuestras consultas, lo ves con tus amigas, te habrá pasado a vos. No hay que buscar en los celulares ni en los cajones del escritorio. Las banderas rojas se te imponen y te enceguecen. Sabés que te engaña, que no te trata como merecés, que saca ventaja de tus contactos o de tu dinero, pero sobre todo que se aprovecha de tu vulnerabilidad afectiva. Y no es que seas ingenua ni crédula, nada más alejado de la realidad. Pero como todos los adictos levantás los hombros y decís “no me importa”, “quiero vivir la vida”, aunque en eso se te vaya la vida.
El gran dilema: ¿frenar o seguir adelante?
El dilema que plantea Engaño: ¿estás dispuesta a pagar el costo de una ilusión que te mantiene viva? - Créditos: Gentileza Netflix
No vamos a “spoilearte” ningún final: las ilusiones tienen fecha de vencimiento. Gabriella nos pone frente al dilema de frenar frente a lo evidente o seguir adelante con la indignidad descarnada de quien elige ocultar la verdad para proteger el suministro de su droga. La pasión es su sustancia y la ilusión su consumo.
Se puede negar la realidad, es posible la disociación para obtener picos de placer inervados de dopamina, se puede tolerar lo intolerable para continuar con pequeñas dosis. Pero más temprano que tarde la droga se queda sin sustancia y solo queda el recuerdo doloroso de lo que alguna vez soñaste que fue real. Y ahí estás, de frente a la realidad, esperando limosnas de amor que te permitan sostener el autoengaño.
Es la crónica de un final anunciado: lo que tu cabeza y tu corazón enmascaran lo denuncian tus vísceras. El cuerpo estalla bajo la forma de enfermedad, de angustia y depresión. Porque, como decía Serrat: “nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”.
Patricia Faur Psicóloga (UBA) y Magister en Psiconeuroinmunoendocrinología y en Psicofarmacología. Docente de la Universidad Favaloro y especialista en Dependencia emocional y apegos patológicos. Es autora de 16 libros sobre temas vinculares.
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