Deco: ¿cómo afectan los colores a nuestro estado de ánimo?

Antes de agarrar las latas de pintura y hacer un cambio drástico, está bueno que te preguntes qué sensación querés que esa habitación te transmita. Los tonos cálidos favorecen las emociones alegres y activan a nuestro cuerpo. Por el contrario, los colores fríos no interfieren tanto con la vista y permiten el descanso. Algo similar pasa con el nivel de saturación: los colores brillantes nos estimulan mientras que los pasteles nos relajan. 

La gran pregunta es: ¿qué función cumple ese espacio? si hacés home office, la que va es decorar ese ambiente con tonos que te ayuden a concentrarte. Los colores súper saturados tal vez no son lo mejor para un dormitorio, pero van perfecto en boliches, gimnasios y otros lugares en los que estás en movimiento. 

Importante: los colores tienen que combinar entre sí. Lo ideal sería que las paredes, muebles y el resto de los objetos se sientan como si pertenecieran a un mismo universo. Para lograr esta sensación de armonía, seleccioná una paleta de 3 o 4 colores para un mismo espacio. Para que nada desentone, préstale atención al tono de las cosas que no vas a cambiar. Si, por ejemplo, el piso es de madera clara y querés conservarlo, una buena idea es repetir ese material en otros rincones de la habitación. Elegí un segundo y tercer color que sientas que quedan bien juntos y utilizalo en varios elementos.

Tené en cuenta que en el mundo de la decoración el tamaño importa. Los colores vibrantes, si bien aportan mucha personalidad, también pueden generar tensión y desgaste. Por este motivo, en las casas no se recomienda usarlos en paredes u otros espacios grandes. De hecho, una tendencia de diseño que pisa fuerte va en esa dirección: los tonos claros son los que predominan y los más llamativos se reservan para almohadones, floreros u otros elementos pequeños.