Luna: el impacto astrológico de cada una de sus fases
La Luna es vital para los ciclos en la Tierra. Sincronizar con sus fases es clave para conectarnos con nuestra propia ciclicidad.
20 de diciembre de 2022
El impacto de las fases de la Luna. - Créditos: Valentina Bussi
Para la astrología, la Luna cumple una función protectora de la Tierra. Filtra los rayos del Sol y funciona como escudo para que no entren cuerpos extraños al planeta. La Luna es nuestra guardiana cósmica. Además, en su vínculo con el Sol, va creando eso que llamamos “ciclo lunar”, que afecta las mareas y también nuestro cuerpo, hecho casi en un 80% de agua. A través de las fases lunares, vamos a tener momentos más de extroversión y otros más hacia adentro. Algunos más pausados, otros más activos.
Luna nueva: no vemos la Luna en el cielo, pero sí se ven más las estrellas. Esta es la instancia para intencionar, para iniciar algo nuevo aun sin muchas certezas de qué va a pasar. Lo que empecemos en esta fase se desarrollará y materializará en un plazo de seis meses.
Cuarto creciente: la Luna se nos muestra con forma de “C”. Este es el momento en que empezamos a darle forma a eso que sentimos y proyectamos en la Luna nueva. Es la etapa más activa del ciclo.
Luna llena: llegamos al momento de máxima intensidad del ciclo. En general, tenemos grandes revelaciones, las emociones están bastante intensas y vemos qué es lo que pasó con esos proyectos o deseos que impulsamos seis meses antes.
Cuarto menguante: la Luna se ve como una “C” invertida. Ahora la intensidad empieza a bajar y entramos a procesar todo eso que vimos, que tuvo lugar durante la Luna llena, y también, todo lo que no pudo ser. Es la etapa más reflexiva del ciclo.
Los eclipses: se dan en la fase de Luna nueva o de Luna llena. Tenemos una media de cuatro eclipses al año. Durante los eclipses, las fases de la Luna se sienten mucho más. Decimos que los eclipses son aceleradores kármicos porque, durante ese tiempo, lo que estaba en un limbo se define para un lado o para otro.