Si consultamos a nuestras abuelas, probablemente alguna sepa de lo que estamos hablando. Las limpiezas energéticas del hogar son prácticas muy antiguas, están asociadas al mundo de lo esotérico y eran más habituales de lo que creemos entre las generaciones pasadas. Una planta de ruda en la entrada, unas hojitas de laurel para purificar el ambiente o unos cuencos de sal gruesa en espacios donde la energía se siente “espesa” eran costumbres que quizás nunca fueron cuestionadas, pero que tenían un propósito de cuidado y resguardo concreto.
La especialista en Limpiezas Energéticas, Reiki y Lecturas de Tarot Eugenia Magallanes nos cuenta: “Nuestro hogar es una parte de nosotras. Cada espacio en él registra memorias y energías. Por eso, cada vez que limpiamos o cambiamos las cosas de lugar estamos poniendo en movimiento nuevas energías, y eso nos impulsa a renovar también las energías en nosotras”.
Según dice, “hay veces que mover las cosas y pasar un trapo no alcanza. Cuando existe una pesadez en el ambiente, a pesar de la limpieza clásica o cuando en nosotras sentimos una energía que no termina de cerrar, es cuando necesitamos algo más”. Ese “algo más” que parece invisible es sumamente potente y revitalizante. Y es entonces cuando nos animamos a probar algo distinto: una buena limpieza energética del hogar.
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Eugenia nos relata que ella comenzó “por necesidad personal” para resguardar su energía y su espacio, ya que durante el día movía mucha energía a través de Lecturas de Tarot y sesiones de Reiki. “En mi casa las limpiezas se realizan de manera constante, tanto para proteger mi energía como la de mi espacio”.
Entre las experiencias que más recuerda, nos comparte una de sus primeras limpiezas en la casa de una amiga recién mudada. “Recién arrancaba con mi formación en limpiezas energéticas. Me acuerdo que ni bien entramos al departamento se sentía un aire muy denso y ella venía bastante preocupada, ya que le habían comentado que los inquilinos anteriores tenían muchos problemas de convivencia entre ellos y con los vecinos. Trabajamos con el péndulo y luego con los sahúmos. El humo salió muy oscuro, lo cual nos asustó y, al volverse blanco, comenzamos a sentir que había algo que se liberaba. Con el correr de los días mi amiga fue sintiendo que el ambiente se hacía más liviano y ella empezó a sentirse cada vez más a gusto con su nuevo espacio”.
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