San Valentín 2024: estos son los signos que mejor matchean entre sí
Evaluar la compatibilidad de una pareja desde los ojos de la astrología tiene sus secretos. Hoy te acercamos una mini guía para que te animes a descubrirlos.
12 de febrero de 2024
El mejor match, según tu signo del Zodíaco. - Créditos: Valentina Bussi
Seguramente hayas visto muchas veces esas tablas de compatibilidad que te dicen “Leo y Sagitario se llevan bien en la cama” o “Piscis y Cáncer pueden establecer una relación a largo plazo”.
Suelen estar basados en el signo solar de cada persona (o lo que comúnmente se llama “el signo” a secas), y si bien es interesante tener puntos en común en cuanto a esto, hay muchos otros factores a tener en cuenta. Por eso las relaciones son tan complejas, tienen muchas capas y aristas y, también, pasan por diferentes momentos.
Tipos de compatibilidad
Podemos hablar de compatibilidad fluida, desafiante y neutra. En la fluida nos encontramos con el mismo signo, signos del mismo elemento o un signo de por medio. Por ejemplo, dos planetas en Aries, o dos planetas en fuego, o uno en Acuario y otro en Aries (nos salteamos a Piscis). En esos casos hay bastante en común de entrada y se pueden entender sin demasiado esfuerzo.
La desafiante es una compatibilidad entre signos opuestos (el que está frente al tuyo en la rueda zodiacal) o de la misma modalidad (cardinal, fija o mutable). Por ejemplo, Aries con Libra (opuestos), con Cáncer y con Capricornio (todos cardinales). Habrá que trabajar en las diferencias, como un auto al que hay que empujar porque no arranca. Pero, con esfuerzo, se puede sobrellevar.
Si el signo al que pertenece tu interés amoroso no pertenece a ninguno de estos grupos, es una compatibilidad neutra: por ejemplo, entre signos consecutivos (Tauro y Géminis) o consecutivos a tu opuesto (Tauro y Sagitario).
El Sol y la Luna: los básicos
Como ya mencionamos, la pregunta “¿de qué signo sos?” se responde con el signo solar. Esto quiere decir dos cosas: que el Sol es nuestro carácter más elemental y genuino, y que lo que nos constituye es mucho más que eso. Una buena compatibilidad entre Soles nos da la pauta de similares intereses y maneras de pararse frente a la vida.
La Luna es el refugio emocional e inconsciente de cada persona y, junto a Venus, uno de los indicadores más importantes de nuestra vida afectiva y vincular. Se toma como central al analizar una compatibilidad.
El Sol nos puede hablar de cómo nos movemos y qué preferimos, pero es la Luna lo que nos dice qué necesitamos a nivel profundo para estar bien, qué nos nutre emocionalmente y qué nos da estabilidad y paz.
Venus y Marte: atracción y deseo
Dicho esto… ¡Qué difícil se hace cuando aparece un conflicto Luna Venus! Y es que la Luna nos habla de algo íntimo, arraigado, ligado a temas que a veces ni siquiera trajimos a la consciencia… pero Venus nos habla del deseo. Entonces, podemos encontrar la satisfacción de una de estas cosas, pero no de la otra.
Venus es la base de lo sensorial, lo sexual, son las mariposas en el estómago, las ganas incontenibles de ver a esa persona ya mismo. Y también es el lado yin de la seducción: el receptivo, el que invita sutilmente a que el otro tome la iniciativa.
El lado yang lo da Marte: es el que toma acción, va a la conquista y da el paso necesario. En el sexo, es la garra y el vigor. Si una relación se queda en puro Venus, es probable que sea un eterno histeriqueo, muy sutil y disfrutable, pero que nunca llegue a pasar nada.
Hay una creencia común que liga al Marte en la carta de una mujer heterosexual con el hombre que prefiere y a la Venus de un hombre con su mujer ideal: como vemos, la cuestión no es tan fácil de simplificar.
Mercurio: la comunicación
Pero no todo es compatibilidad de caracteres, atracción y sexo: también está el importante asunto de la comunicación. Y ahí aparecen los lenguajes del amor. Cuando manejamos el mismo que nuestra pareja, es fantástico: nos podemos poner de acuerdo fácilmente (o al menos, nos vamos a entender).
Pero cuando no, es fácil confundir las intenciones del otro y pensar que, por ejemplo, su parquedad es desinterés. Quizás esa persona de pocas palabras demuestra lo que le pasa de otras maneras; en la misma lógica, puede creer que el exceso verborrágico de su pareja es egoísmo, cuando en realidad son ganas de tender puentes y de conectarse.
Por si sabés el Ascendente: las casas
A veces, la dificultad está en pasar de la casa V a la VII.
Me explico: la casa V es el área de vida de los placeres, los pasatiempos y, también, los romances. Nuclea juego y seducción y refleja los primeros meses en los que todavía no hay una pareja constituida, sino personas que la pasan bien y se están conociendo.
La VII, en cambio, es la casa de la pareja (y otras relaciones simétricas). Acá sí necesitamos un suelo en común para poder superar esa primera etapa, si hay ganas de hacerlo, y avanzar hacia algo duradero en el tiempo.
Por eso, muchas veces estamos cómodas en situación de casa V con una persona, pero no nos da ganas de pasar a una relación estable o de “formalizar”, como se decía antes. Y, en otras ocasiones, este cambio se da solito, con naturalidad.
Si querés seguir leyendo sobre el tema, podés revisar esta nota sobre la sinastría, una de las técnicas que usamos los astrólogos para analizar las relaciones.