Venus y Marte: el significado mitológico que explica por qué estamos en una época de amor y guerra
Exploramos el significado mitológico de Venus y Marte, para contarte por qué estamos en una época de amor y guerra.
7 de mayo de 2023
Cuál es el significado astrológico y mitológico de Venus y Marte. - Créditos: Valentina Bussi
La mitología grecorromana nos ha traído un sinfín de historias y narrativas que, de alguna manera, nos han atravesado incluso con el paso de los siglos, enquistándose estas historias en el inconsciente colectivo, siendo parte de nuestras formas de ser y de nuestras costumbres en el (no tan) moderno mundo occidental en el que vivimos. Así es que nos cruzamos, por ejemplo, con la historia de Venus y Marte: Venus (Afrodita en la mitología griega, diosa del amor) estaba casada con el dios Vulcano y podríamos decir que ese no era un matrimonio feliz. Cada uno tuvo amantes e hijos extramatrimoniales por su lado. Uno de los amantes más importantes para Venus fue Marte (Ares en la mitología griega, el dios de la guerra) y de ese amor nació Cupido, ni más ni menos.
En este momento, entre la temporada Aries y Tauro, nos encontramos también viviendo un poco de amor y de guerra en la vida se todos nosotros. El mes pasado tuvimos una Luna llena en Libra y en mayo tenemos una Luna Nueva en Tauro, ambos signos que son regidos por Venus. Estos son signos marcados por el deseo, el amor, la belleza y la sensualidad.
Por otro lado, tuvimos un eclipse en Aries y tendremos otro eclipse en Escorpio, ambos signos marcados por la importancia de Marte en astrología, que rige la acción, los enojos y el movimiento de la materia. De alguna manera siento que nos encontramos en pleno proceso entre la guerra y el amor. Venus y Marte son dos planetas en astrología que nos hablan del encuentro entre el deseo y la acción, son la sensualidad y la sexualidad juntas, unidas mágicamente por un lazo del que sólo la fiel pasión de los amantes puede entender. ¿Será por eso, quizás, que aprendimos que del amor al odio hay un solo paso, y son la cara de la misma moneda? ¿Será por eso, también, que no podemos pensar un mundo sin el mismo tablero para jugar, como sucede en el amor y en la guerra?
Así como ha sido de potente la unión mitológica entre Venus y Marte, se ve signada la importancia de los vínculos entre los seres humanos, que somos personas sociales que no podemos dejar de conectar, de vincularnos y de crear redes entre nosotros, las cuales se entrelazan y se van rompiendo con el paso del tiempo. Incluso con las personas que sentimos odiar, tenemos un lazo que nos une a ellos, porque ese odio implica pensamiento, tiempo e inversión de energía. El único sentimiento que ningún lazo trae, es el de la indiferencia.
Me parece que estamos en un momento en el que tenemos que elegir no solo las batallas que estamos dispuestos a pelear, sino también el amor por el cual estamos dispuestos a luchar. Entender, también, que lo amoroso no tiene que sentirse como un desafío que te deje sin piel, con cicatrices imposibles de superar, que no debería ser el mismo desafío que uno siente cuando se va a la guerra. Creo que estamos en un periodo en el cual es más que importante escuchar no solo el cuerpo, sino también el deseo. Ese que te mueve, que te sale de las entrañas, que es imposible de poner bajo una máscara, que no queremos caretear de ninguna manera.
También siento que, en plena época de eclipses, nos encontramos de paso entre entradas y salidas. Entradas de experiencias que nos van a dar forma, que nos van a conectar a vínculos nuevos, pero a su vez así se darán salidas necesarias, de gente que ya no tiene demasiado para traer en este preciso instante. Esa salida seguro muchos lo van a vivir como una guerra, porque no hay nada que nos cueste más aceptar que aquello que se termina. Y la experiencia me dice que a veces es más fácil enojarse que permitirse sentir el dolor de lo que se termina, así que no me sorprende que utilicemos la máscara del enojo para poder lidiar con lo que se termina.
Así es como nos encontramos, en un baile eterno entre el fuego de Marte y la mágica seducción de Venus, encontrándonos entre pasiones y guerras que sacan tantas chispas, que ni siquiera los dioses del Olimpo las podrían calmar. Bienvenida sea, toda esa pasión enquistada en nuestras entrañas. No es momento de ignorarnos, sino de escuchar nuestras más férreas e íntimas necesidades. Algo habrá que hacer por ellas.