Fast fashion: una de las tendencias más contaminantes
Te contamos cómo afecta al medioambiente la llamada “moda rápida” y por qué deberíamos cuestionar la lógica de consumo compulsivo que nos impone.
4 de agosto de 2023
Fast fashion: la ropa es altamente contaminante y te contamos por qué. - Créditos: Getty
La industria textil conocida como Fast fashion o “moda rápida” es de las más contaminante del planeta. La lógica que promueve es la de comprar y desechar prendas con menos de 10 posturas y apostar a la adquisición compulsiva de éstas sin reparar en el daño ambiental que provoca su producción.
En los últimos años, a fuerza de denuncias internacionales e investigaciones alarmantes, los cuestionamientos hacia el sector crecieron junto a la necesidad de un cambio real en el modelo de negocio escaló a nuevos sectores de la sociedad.
La toma de consciencia ambiental es urgente: para una gran mayoría llega de repente como consecuencia de la cruda realidad de crisis climática que estamos viviendo sin precedentes; para otros, en especial activistas y ambientalistas, se trata de una preocupación que viene siendo denunciada desde hace largas décadas. Mejor tarde que nunca, te compartimos algunos datos que nos parecen importantes tomar en cuenta a la hora de realizar futuras compras.
En números, según indica la ONU, la industria de la moda es la segunda más contaminante en el mundo después de la petrolera. Esto quiere decir que es responsable del 20% del desperdicio total de agua a nivel global.
Para la confección de las prendas se gastan millones de litros de agua, se talan casi cien millones de árboles y se queman miles de kilos de basura textil, lo que provoca con cada quema la emisión de gases de efecto invernadero aún más dañinos que los generados con la quema de carbón o gas natural. Frente a este panorama se pronostica que, si el fast fashion continúa tal como está, las emisiones de CO2 aumentarán casi el 50% para 2030.
Montañas de basura textil en el Sur Global
Greenpeace señaló en 2022 que la sobreproducción en la industria de la moda rápida es la responsable del incremento de la contaminación en el aire y en los mares especialmente de los países más pobres conocidos como el Sur Global.
Un estudio del organismo ambientalista de Alemania realizado el año pasado alertó sobre los riesgos que supone esta manera de producción para los países del Sur Global. Bajo el título Regalos envenenados (en inglés, Poison gifts), queda expuesto cómo se emplean las exportaciones de ropa usada para "deshacerse" de prendas textiles que en Europa dicen no ser capaces de gestionar.
Pero, los países como Kenia o Tanzania, que es a donde van a parar gran parte de esta montaña de basura de resto textiles, ¿sí podrían gestionarla? Claramente no. El informe revela las condiciones en las que los habitantes de esas zonas hacen frente a las inmensas cantidades de residuos que se instalan próximas a sus hogares y lugares de trabajo.
La responsable de Biodiversidad y Consumo de Greenpeace, Celia Ojeda-Martínez, denunció en varias oportunidades que la industria fast fashion "ha convertido la ropa en artículos desechables, al igual que nos acostumbramos a los plásticos de un solo uso, nos hemos acostumbrado a la moda de un solo uso".
Al mismo tiempo, la experta afirmó que con este estudio quedó en evidencia la forma en la que "los países del Norte Global" y sus empresas están evitando su responsabilidad en la gestión de estas grandes cantidades de ropa que no se vende o bien que se desecha rápidamente. "Dejan a la gente de África Oriental sola ante los desechos plásticos y textiles exportados, sin ninguna infraestructura para su eliminación", expresó.
El objetivo que presenta cada vez de manera más contundente es el de cambiar el modelo de negocio antes de que sea demasiado tarde. ¿Será posible?
Números de la contaminación, según la ONU
Se necesitan 700 galones de agua para hacer una camiseta, lo que equivale a 93.000 millones de metros cúbicos al año.
Medio millón de toneladas de microfibras sintéticas se vierten en el mar cada año.
Cada doce meses son talados entre 70 millones y 100 millones de árboles para fabricar tejidos de celulosa, es decir, fibra semi-sintética.
La quema de un kilo de ropa genera 1.36 kilos de dióxido de carbono, una cifra mucho más contaminante que la quema de carbón o gas natural.