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En un caso único, otorgó la triple filiación y durante la sentencia leyó un fragmento de Harry Potter: ¿quién es la jueza Ana María Carriquiry?

La jueza Ana María Carriquiry del juzgado número dos de Salta sentó un precedente único en el país: dio la potestad de un niño a dos padres, el biológico y el de crianza.


La sentencia de Ana María Carriquiry en donde otorgó la triple filiación se hizo viral en los medios. Foto: Canva

La sentencia de Ana María Carriquiry en donde otorgó la triple filiación se hizo viral en los medios. Foto: Canva



La historia comenzó a finales del año pasado. Poco antes de morir, la madre del niño contacta a una ex pareja y le dice que cree que el hijo es suyo. Se hace un ADN, que confirma las sospechas. Ella estaba en pareja con otro hombre y el bebé había sido anotado con el apellido de este. Cuando fallece, el papá biológico pide la tenencia, pero el padre de crianza -al único que la criatura había conocido como su papá- solicita que no le quiten a su hijo. En un caso único, la jueza Ana María Carriquiry otorgó la triple filiación: a la mamá fallecida y a los dos papás. Ambos acordaron compartir los cuidados del niño, que continúa en la casa del padre de crianza, con un régimen de visitas del biológico.
Durante la sentencia, la jueza leyó un fragmento de Harry Potter: “Un amor tan poderoso como el que tu madre tuvo por tí es algo que deja marcas. No una cicatriz, ni algún otro signo visible… el haber sido amado tan profundamente, aunque esa persona que nos amó no esté, brinda una protección que dura para siempre”. La jueza también le escribió una emotiva carta al niño para que lea cuando sea grande. “Eso llamó mucho la atención en los medios. Pero no es la primera vez que lo hago”, contó en OHLALÁ!. Carriquiry, oriunda de Luján, se formó en la UBA y durante veintitrés años ejerció el derecho de familia como litigante, primero en Buenos Aires y después en Salta.

Acompañar la sociedad

Hace cuatro años ingresó al Poder Judicial y, más de una vez, sus sentencias causaron notoriedad. Tal es el caso de dos mujeres casadas, que quisieron inscribir a su hijo en el registro civil, pero no las dejaron. “Cuando presentan la demanda, casi me muero. La ley dice que los hijos nacidos dentro del matrimonio pertenecen al matrimonio, ¿dónde estaba el problema? En el fallo enlacé a ambas como madres y ordené la capacitación en perspectiva de género para el registro civil de la provincia. Ahora ese fallo se usa en las diplomaturas”, relata.
En este sentido, Carriquiry insiste en que su misión es “dejar algo más” para el futuro. “La sociedad en la que vivimos hoy no es la sociedad en la que me crié y formé. Yo no vengo a imponer modelos familiares, eso es puertas adentro de cada uno. Acá tengo que dejar mis creencias limitantes y ver el Derecho íntegramente, no solo un solo artículo. La sociedad hoy exige y vive otra cosa. Los jueces tienen que acompañar eso y, además, dar cumplimiento a todos los tratados internacionales, donde se dice que no existe un solo modelo de familia”, explica en relación al caso de los dos papás.
En todo lo que hace, la guía un precepto: priorizar a los chicos como sujetos de derecho. “Tenemos que humanizar el derecho. Es nuestra obligación buscar dónde está el fundamento único para que ese niño no viva una vida arrasada por el derecho. No son una maceta, los niños tienen sentimientos. Más de uno me ha dicho: ‘Son dos años y después se acostumbran’. Me da escalofríos pensar eso”, declara.

Orán

Una vez en Salta, Carriquiry se presentó a concurso para ser jueza y fue finalmente en la localidad de Orán, casi al límite con Bolivia, a 270 km de la ciudad capital, donde obtuvo su cargo. Con temperaturas que en verano superan los cuarenta grados, la situación social es muy diferente a la de una cabecera de provincia: “Orán es un lugar alejado e inhóspito, donde la situación social, económica, educacional y de salud es gravísima, donde están los más vulnerables. Con mis años como litigante me di cuenta de que el que camina la calle comprende el tiempo y la necesidad de la gente, que no siempre es la mirada del que está en un sillón”, confiesa.
En la primera reunión con su equipo, en el Juzgado de Familia Número 2, estableció el lema “Justicia real en tiempo real”, para que los niños no se hagan mayores esperando una sentencia. La jueza se enfrenta todos los días a casos de familia, donde muchas veces ni se tienen en cuenta a los chicos “Las audiencias en el juzgado las tomo yo sí o sí, porque es la única forma de tener contacto con la gente. Siempre digo que aquí todos perdimos, porque estamos judicializando una familia y niños. Creo que el problema es educacional. Hasta que no nos enseñen cómo manejar las emociones, se va a seguir con este vacío en las vidas familiares”, asevera.
En relación al fallo de la triple filiación, Carriquiry espera que abra nuevas puertas y miradas en sus colegas. “No podemos seguir dictando fallos según nuestras creencias. Las camadas del futuro van a poder hacer vivas estas cosas y el mismo derecho va a cambiar. Yo no dicto sentencia para ver cuál es la opinión de los demás, ni pensé que el fallo iba a trascender, sino que busco solucionar, acompañar o mejorar la vida de alguien. Solo pretendo que se respeten los derechos de los niños, niñas y adolescentes, pero que se respeten de verdad”, concluye.

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