Juliana Gattas habla sobre la razón del éxito de Mirada: "Con Ale no se picantea nunca"
Con un histrionismo único y una energía que se adueña de cada escenario al que se sube, Juliana Gattas está en un momento pleno de su carrera: con Miranda! cosechando años de éxitos, también lanza su primer disco solista: Maquillada en la cama.
Fotos y producción de: Inés Auquer
Virginia Gandola
6 de noviembre de 2023
TRENCH (LAS PEPAS, $119.900). - Créditos: Fotos Inés Auquer
Seguramente, cuando pensamos en Juli Gattas, entre las primeras cosas que se nos vienen a la cabeza estén sus labios rojo fuego, sus estridentes looks –creados por ella misma– en los escenarios de Miranda! y esa aura de diva de la Edad de Oro de Hollywood que es reflejo de su enorme amor por el cine clásico. Quizá, por tener todo esto en la cabeza, es divertido el shock de verla entrar en nuestra producción vestida de “persona común”, y es absolutamente mágico verla disfrutando del proceso de elección de vestuario, de maquillaje y de peinado. “Me encanta, me encanta todo lo que trajiste”, es lo que la escuchamos decir una y otra vez mientras repasa los looks sonriendo de oreja a oreja y termina de hablar con su maquilladora y peinadora.
Igual que una chef de alta gastronomía, Juli va creando su personaje para la producción y pocas cosas son tan mágicas como conocer a alguien que descubrió su verdadero llamado, y al verla moverse entre paletas de sombras, sprays de pelos, cámaras y luces, no dudás ni un segundo de que su lugar es sobre los escenarios. Desde aquella joven cantante de jazz con looks estridentes que sus amigas iban a ver performar en un restaurante hasta su impresionante voz y hermoso laburo estético de Miranda!, para llegar a dos momentos del presente: el lanzamiento de su primer disco como solista, Maquillada en la cama, y la exploración de su carrera como actriz con su primer coprotagónico en Los domingos mueren más personas, peli dirigida por Iair Said, que fue presentada en la última edición del Festival de San Sebastián.
Hotel Miranda! fue una hermosa locura. ¿Cómo fue para vos reencontrarte con esas canciones y darles una vuelta creativa?
Como en todos los procesos de Miranda!, yo estoy más ligada a lo estético, al arte y a encarar la reversión de los videoclips. Así que para mí fue muy interesante. Un planteo que tenía con Ale era que le decía: “¿Por qué no hacemos todos los videos con el mismo director y que tengan un hilo conductor, si los discos los produce un mismo productor y empata el audio?... Organizás los temas en el orden que van..., ¿por qué no podemos hacer eso mismo?”. Hacía algunos años que tenía esa idea, desde que Beyoncé sacó un disco y lo lanzó con todos los videos de una, yo decía: “Esto es genial”. Y este caso de las versiones nuevas nos vino muy bien para explorar esto, hicimos todos los videos con una especie de guion donde nosotros somos siempre el mismo personaje...
Como una minipelícula...
¡Sí!, en la que nos dimos el lujo de trabajar con Melanie Anton Def, que es una directora de arte de varios videos que me llamaban la atención de Dylan, de Ca7riel, de la escena actual, y fue muy interesante explorar en el lapso de tres meses (como era la misma locación, aprovechamos y filmábamos un pedazo de este video, otro de este)... Fue una locura, una experiencia que nunca había vivido.
Entonces, al ver los videos terminados, fue la primera vez que pudiste ver la historia “ordenada”. ¿Te sorprendiste?
Me sorprendió, pero también, al estar tan involucrada, tenía muchas ganas de que tuvieran todos estos guiños estéticos kitsch que tienen mucho que ver con los comienzos de Miranda! Hay una especie de reinterpretación del video original, entonces aparecen las mucamitas de “Don”, hay gimnasio..., hay como muchas cosas de la estética original de los primeros videos. Me sorprendió y me enamoré mucho del trabajo que hicimos. Todo nos encantó tanto y sentimos que tuvo una repercusión muy positiva que decidimos llevarlo a los shows en vivo, escenografías, vestuarios y todos esos elementos del disco. Se generó un universo.
Mirándolo desde afuera, lo sentí como que abrieron el libro de Miranda! para contar su historia...
¡Total!
¿Y en algún momento dijiste: “Wow, nosotros hicimos todo esto”?
No, cero.
¡¿En serio?!
No, no siento haber pensado eso en algún momento del proceso. Para nosotros no fue como para el público, que de repente se encontró con este universo y que los invitados iban apareciendo. Nosotros estábamos desde hacía un montón con esta idea, de ponerle Hotel Miranda! y de situar cada una de las canciones en los diferentes ambientes de ese hotel. Empezamos hace mucho tiempo, entonces no fue que dijimos “wow”. Y también pasa que somos una banda que nunca dejó de tocar esos temas, no es que un día fue: “Bueno, no; lo nuevo, lo nuevo”; todos los temas que están en Hotel Miranda! son canciones que todavía están en nuestras playlists de los shows.
Con los invitados se generó un tremendo hype y una de mis cosas favoritas es que las canciones son súper Miranda!, pero –al mismo tiempo– los artistas no dejaron de ser ellos...
Bueno, ahí sí que me sorprendí. Más que sorprenderme conmigo misma, con mi obra, me sorprendí mucho con que los artistas vinieran. Que nosotros les dijéramos: “Quiero trabajar con vos” y ellos nos contestaran: “Sí, yo me muero..., me encantan tus canciones”. Nos pasó varias veces que fue alcoyana-alcoyana. O decirles: “Tengo la letra” y que dijeran: “Ya me la sé”. Cosas así sí me sorprendieron, de artistas generacionalmente afines y no tanto. Cristian Castro se sabía la canción perfecta, estábamos listos para ir pedacito a pedacito, pero cantó de un tirón “Prisionero” y nosotros, con Ale, mirándonos con piel de gallina.
Hablando de Ale..., ¿qué sentís que fue clave en su relación para seguir creando juntos tanto tiempo?
Siento que el elemento clave entre nosotros fue esa especie de acuerdo tácito que tuvimos siempre de respetar esta cosa que es más importante que las dos personas que somos de manera individual, que es Miranda!, ¿no? Cuando el grupo empezó a tener una identidad, una plataforma y seguidores, nos empezó a dejar de importar el ego de cada uno. Siempre es mucho más importante el amor que le tenemos a Miranda! y cómo cuidamos esto que nos permite hacer lo que nos gusta. Divertirnos, disfrazarnos. Hay una cosa que nunca hablamos, pero que yo un poco lo analicé a partir de las preguntas que nos hacen: no es tanto que somos súper amigos y nos llevamos súper bien, sino que hay algo de los dos de cuidar el proyecto. Medio como no separarnos por los hijos, una cosa así..., pero bien, ¿eh? Con un montón, un montón, un montón de amor y una sensación de comodidad natural entre nosotros; de no necesitar impresionar, de no necesitar quedar bien. Esa cosa de familiar que yo ni con mi propio hermano la tengo, como que es muy único el vínculo que tengo con Ale.
“Con Ale (Sergi) existe una sensación de comodidad natural entre nosotros; de no necesitar impresionar, de no necesitar quedar bien. Es muy único ese vínculo”.
juliana_gattas-439.jpg - Créditos: Fotos Inés Auquer
Y en esa comodidad, ¿cómo es cuando se picantea entre ustedes?
La verdad es que no se picantea nunca, no me creen cuando lo digo, pero no se picantea nunca. Sí ocurren cosas que a alguno de los dos nos molesta más o menos, lo charlamos. Pero entre nosotros no se picantea nunca. Yo me siento muy cómoda alrededor de él, sé cómo es y lo respeto; él sabe cómo soy y me respeta.
Nunca llegan a ese nivel...
No es que seamos fríos, pero está muy presente en nosotros el amor que le tenemos a eso que hicimos y construimos juntos. Entonces, es muy relajado porque es obvio que no vamos a romper esto, nadie se preocupa ni por pelearse ni por tener razón ni por nada. Otra cosa que influyó positivamente fue que nuestros roles decantaron naturalmente en diferentes lugares. Quizá si los dos fuésemos músicos y/o compositores sería distinto, pero Ale es mucho más el laboratorio musical y yo siempre me interesé más por la parte estética, por meterme en la producción artística de los videos y en la puesta en escena de los shows. Eso también relaja mucho, que cada uno tenga su departamento y que al otro no le moleste para nada, que confíe. Yo me pongo a llorar cada vez que él me muestra una canción: “Wow, no lo puedo creer..., las canciones que tengo la posibilidad de cantar en vivo”. Y a él también le encanta lo que hago, mis propuestas, y me emociona que ni me pregunte, que me diga: “Lo que vos quieras. Vos decime qué nos ponemos”. Esa confianza entre nosotros también sirve un montón.
TAPADO (LAS PEPAS, $145.900), TOP Y FALDA (ROCÍO RIVERO, $250.900 y $300.000), ZAPATOS (LA JOLLA, $75.950). - Créditos: Fotos Inés Auquer
“La idea de saltar al vacío es rica a nivel creatividad, es el riesgo que se ve plasmado cuando algo te da un poco de vergüenza y te animás a hacerlo”...
Alguna vez describiste el proceso creativo como dar un salto al vacío. ¿Qué significa eso para vos?
Es uno de los procesos, ¿no? La idea de saltar al vacío es muy rica a nivel creatividad, es el riesgo que se ve muy plasmado cuando algo te da un poco de vergüenza y te animás a hacerlo, eso se nota y es muy valorado. Como: “¡Esto quería decir y a mí también me da vergüenza!”, “esto quería, esto me representa un montón”. Esa es una de las formas de creatividad que yo más valoro en otros también. Me encanta poder percibir el riesgo que toman otros artistas; pero también hay formas seguras de creatividad, de tener una rutina y todos los días darle algo y pulirlo. Yo no soy tan de eso y por eso dije lo de saltar al vacío.
También te escuché decir alguna vez: “A veces me frustro y me odio”. ¿Cómo salís de ese loop?
No sé si tengo tan claro cómo se sale. Es feo, es feo odiarse y una se empieza a decir cosas horribles. Por lo general, en mi experiencia, no salgo de ese lugar muy fácilmente, dejo lo que estoy haciendo, que me pareció una mierda total y me empiezo a odiar. Creo que la manera de salir es un poco abriéndome al mundo, ver a algún amigo, salir... y amigarme. Porque te agarra como una pelea, pero que no es solo en una circunstancia creativa. Te podés enojar con vos misma en muchos momentos y, para mí, la forma de reconciliarte es llamando a otro que se pone medio en el rol de mediador y que te diga: “Chee..., tal cosa”. O que te distraiga. Te reís y te encontrás diciendo algo lindo, algo tierno..., lo que sea, y te amigás. Pero sí, me pasa eso de que, si algo no me gusta, me ofusco o me obsesiono y me empiezo un poco a odiar.
En medio del boom de las voces femeninas argentinas, vos sos una referente, esa artista que siempre está haciendo algo diferente. ¿Sentís que marcaste un hito en la historia de la música argentina?
No, no me parece ni una cosa ni la otra. Me parece que en el momento en que aparecimos en escena, no lo hicimos a propósito, sino que armamos una banda que –primero– nos gustara a nosotros mismos..., y yo venía de hacer un show de jazz disfrazada. Entonces, eso está muy presente, los disfraces, el maquillaje. Ale venía de tener una banda más de músicos y tenía ganas de tener una banda electropop, más fácil de trasladar y más fiestera. Tuvimos la banda que tuvimos y sí fue justo en un momento en el que la mayoría eran grupos de rock, así que entiendo que llamamos mucho la atención. Nos gustó que eso pasara, seguimos profundizando en eso y rompimos un poco las pelotas con el tema del prejuicio mismo dentro de los músicos. Como que decíamos: “¡Ay!, les molestó que fuimos a la tele, entonces vamos a la tele todos los días. ¡Vamos a lo de Mirta, a lo de Susana!”. Queríamos romper con ese libro que nadie sabe quién escribió de lo que sí y lo que no, y empezamos a jugar y a ver cómo se desdibujaban algunos límites. Cantar con Pimpinela y, al otro día, con Catupecu Machu. Empezamos a movernos de manera instintiva y amistosa a la vez, porque conocíamos a alguien y decíamos: “Qué bueno lo que hace, me encanta... A mi hija le encanta. Bueno, hagamos algo juntos”. En su momento fue muy así, pero cuando lo veo después, lo analizo, me parece que nos entusiasmó esa otra cosa de borrar prejuicios, que también era un signo de los tiempos y que también estaba pasando que bandas como Divididos se ponían DJ, Gustavo Cerati solista se puso como electro. Se empezaba a abrir el espectro, los públicos empezaron a juntarse y a nosotros nos gustó colaborar, nos gustó que todos nos lleváramos bien, y ahora hay festivales de todo tipo de música combinadas.
CAMISA Y VESTIDO (LAS PEPAS, $35.900 Y $55.990). - Créditos: Fotos Inés Auquer
En agosto –de hecho, el día de tu cumpleaños– lanzaste “Maquillada en la cama”, el primer single de tu disco solista.
Señoras que ignoran su cumpleaños.
Si hay que festejar..., mejor festejarlo así. ¿Cómo fue ese salto al vacío con esta canción?
La idea de hacer un disco solista viene como desde hace cinco o seis años, mi gran amigo Álex Anwandter, un músico a quien yo admiraba muchísimo (y ahora aún más), me dijo: “Yo quiero producirte un disco solista, por qué no...”. Yo siempre tuve como más ganas de explorar mi faceta de actriz y no se me había ocurrido tanto que podía hacer todo junto. El disco tiene ocho canciones y en todas siento que el personaje es el mismo, que le van pasando diferentes cosas, que tienen mucho que ver con mi vida. Mi vida de gira, mi gran pasión por el cine, por el drama, por el glamour, por el maquillaje, y estas cosas medio chistosas y contradictorias de la discoteca y la soledad, el glamour y las lágrimas. Un poco todo ese universo fue charlado y nacieron todas estas canciones, la primera que mostré fue “Maquillada en la cama”, que era la que más resumía el personaje en solitario que quería mostrar. Me involucré un montón en el video para que se tradujera bien eso. Lo dirigió Josefina Ale, que es una amiga mía, y la idea la planteamos homenajeando una película que nos gusta mucho, Las amargas lágrimas de Petra von Kant, que habla de una diseñadora de moda que está muy encerrada en su departamento y la visitan sus amigas, están todos sus vestuarios y es re dramático porque no se sabe por qué no sale a la calle. Al final del video hay un guiño a una película un poco más pop que es Mannequin, que me gustaba mucho de chica, de un maniquí que cobraba vida. Entonces yo soy Petra von Kant, estoy en mi casa con mis maniquíes que cobran vida y al final del video bailo llorando con todos los maniquíes. Una de las cosas que más me gustaron fue que todos los objetos de la habitación y la ropa son cosas mías. Hay un montón de mí en eso, y viene como arrastrándose de un personaje que quedó medio latente desde que yo cantaba jazz. Esta cosa medio kitsch y retro...
Como reencontrarte a vos misma...
Sí, como un personaje que venía arrastrando y acá salió. Y tenía todas estas cosas guardadas, muchos objetos y mucha ropa que –sin saber para qué– iba comprando. Es un poco una metáfora de lo que me pasa con las ideas, ideas que tenía en una lista de espera que no eran para el proyecto Miranda!, pero sí lo son para esto, entonces es todo un poco vertiginoso y muy salto al vacío, pero también –cuando sucede– siento que las cosas ocupan un lugar. “¡Ah!, esto era para esto. Esto era para ahí, esta idea era para aquello. Esta actitud, este paso de baile...”. Como que hay un montón de cosas muy pequeñitas que por ahí, no sé, no todo el mundo tiene en su mente eso.
En la canción hay una frase que me quedó resonando mucho, que es: “Juliana de nuevo siempre equivocada. Siempre me preguntan: ‘¿Qué se siente llorar desde la cima de la felicidad?’”.
“¡Si nadie nunca te pregunta nada!”... Sí, es muy exagerado. Pero sí, es como el pase libre del drama. Como por qué –aunque esté rodeada de vestuarios y cosas glamorosas– no me voy a permitir pensar que mi vida es un drama total y llorar desde la cima de la felicidad. Y el “Juliana de nuevo siempre equivocada” viene de la estrofa anterior, que a mí me parece que es como que se fue de la fiesta con alguien que después dijo: “Ay, no”. Esa es mi interpretación de la frase y me encanta que diga “Juliana de nuevo, siempre equivocada”. Es la cuota de humor que tiene...
¡Es muy poético!
Es muy poético.
Hablando de poesía, cuando escuché el disco completo, me puse a leer todos los títulos de las canciones y dije: “¡Esto tiene su propio cuentito!”. Tenés esa minipelícula.
¡Ella quiere hacer películas!
TOP Y PANTALÓN (AMORES TRASH COUTURE, $46.000 Y $65.000). - Créditos: Fotos Inés Auquer
En eso, hay títulos que me parecen brillantes como “Borracha en un baño ajeno”. Hay una identificación ahí muy divertida.
Es que primero fue una cosa que me ponía de sacarme una foto en una fiesta en el espejo, entonces se convirtió en un hashtag mío personal. Después se convirtió en canción.
Y cada canción tiene un mood muy especial, ¿cómo es lograr esa cohesión entre pequeños mundos tan diferentes?
Yo lo vivo mucho como un trabajo de actriz y al productor lo veo muy en un rol de director. No sé si les pasa a otros artistas, a otros cantantes. Por ahí en Miranda! no me pasa tanto y ya tengo definido quién soy; pero sí necesito que alguien me diga: “Ahora, a cantar como si hubieses llorado hace media hora y te recompusiste”. Me puse un montón de escenarios en un montón de momentos para cantar en el estudio, porque además es la forma en que yo encuentro qué es más divertido. No soy tan fan de estar en el estudio, de los equipos, de la parte más técnica. A mí me gusta mucho más jugar e improvisar, entonces esa herramienta de actuar las canciones o de cantar cada vez en un personaje diferente y que más tarde el productor vea si se notan esos gestos, esas son las cosas que me divierten un montón. El mood es ese, entender o inventar qué quiero que se perciba, qué está pasando, qué le pasó a esa persona. También quería que mi voz sonara distinta a la que tengo en Miranda! Siendo la misma voz, pero que sonara diferente... Como que es una locura, pero eso quería.
¿Y cómo fue este lanzamiento solista? ¿Cómo lo sentiste?
No lo pensé mucho, pero, la verdad, después de que salió la primera canción y sentí que hubo buena onda, lo transité más relajada y entusiasmada. Antes era más: “No sé qué va a pasar, yo hice esto y disfruté haciéndolo”. Pero recién cuando empecé a recibir feedback de las canciones, de los videos... “Amé el universo”, “Soy”. Todos esos gestos que parecen muletillas, a mí me llegaron un montón y dije: “Ah, entendieron todo”. Me empecé a imaginar que a toda esa gente que se conectó, por ahí algún día le gustaría ver un show..., entonces empecé a imaginar un show. Todo va surgiendo a partir de ese feedback que voy teniendo. Con Miranda! también fue pasando así, después nos organizamos y generamos un método. Pero era: “¡Ah!, salió un show... Hay que hacer ese show”. Como que a medida que pasaban las cosas nos acomodábamos, y ahora me está pasando eso. Estoy dejando que fluya, porque soy una señora y quiero disfrutar cada momento, pero ahora que sentí que con “Maquillada en la cama” se entendió lo que yo quería decir, dije: “¡Ah! Acá hay gente, acá hay público, quiero cuidarlo, quiero darles más”.
juliana_gattas-004.jpg - Créditos: Fotos Inés Auquer
“Después de que salió la primera canción de mi álbum solista y recibí buen feedback, lo transité más relajada. Antes era más: ‘No sé qué va a pasar con esto...’”.
Sos una cinéfila/seriéfila empedernida y tengo que preguntarte: ¿cuáles son esas últimas producciones que amaste fuerte?
Este último año me gustó un montón Succession, una que es muy obvia, pero que me obsesionó y, cada vez que estrenó una temporada, volví a ver la anterior completa porque quería tenerla súper fresca. Me encantó que los personajes no tengan ninguna intención obvia con el espectador... ¿Viste “la ficción para bobos”, que te presentan este personaje malo y “mirá qué malo que es”? Me encantó que todos sean amables y odiables, eso me parece que hizo que sea tan dinámico y que quieras ver a todos los personajes. No querés seguir solo al héroe o solo al villano, todos eran increíbles y todos eran reales. Todos conocemos a gente y somos gente así, porque somos buenos y carismáticos, pero también malos, que odian y se odian..., lindos y feos.
Tenés una carrera con miles de cosas increíbles... De lo más delirante a lo más realista que se te ocurra: ¿qué es lo próximo?
Ay, me encantaría tener un perfume. Amo los perfumes. Igual, todo lo que me imagino es un delirio. Miranda! fue un delirio que quedó. Acabo de filmar una película dirigida por Iair Said que se llama Los domingos mueren más personas y me gustó mucho. Si bien había tenido algunas experiencias, este fue un rol coprotagónico, así que me encantaría trabajar más en cine. Por ahora también es un delirio y un sueño, pero también me encantaría tocar mi disco solista en vivo. Darle forma, armar la escenografía y encargarme de toda la producción... Todo es un delirio, tangible, pero un delirio. Películas..., perfumes..., ¿qué más quiero? Una marca de gel íntimo. •
MAQUILLÓ NATALÍ RENSIN PARA NICHE ESTUDIO. PEINÓ MORA BURSET.
AGRADECEMOS A GABY LÓPEZ MONZÓN Y A MELISA AELETTAZ POR SU COLABORACIÓN EN ESTA NOTA.
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