Abuso sexual en chicos y adolescentes: a qué señales estar atentos

 

Andrea nos cuenta que, después de la denuncia de abuso sexual de Thelma Fardin contra Juan Darthés, el tema se visibilizó masivamente y empezó a generar un mayor grado de consciencia en la sociedad. “Lo que para nosotros en los consultorios era de tratamiento permanente, atendiendo y escuchando a las víctimas de violencia sexual contra niños, niñas y adolescentes o adultos abusados en la infancia llegó al gran público”, empieza a señalar la experta.

Agrega que en este caso que se conoció por estos días da cuenta de una organización compuesta por personas que carecen de toda empatía y que, por otro lado, tiene una inserción en la vida social, institucional e incluso familiar donde parecen no presentar fallas que pudieran hacer ver que algo malo está ocurriendo. “Son personas de coeficiente intelectual medio alto, capaces de engañar, mentir, extorsionar, y ocultar por años”, apunta.

La ley de Educación Sexual Integral (ESI) es obligatoria en todas las escuelas del país, pero no en todas las instituciones se cumple. “Vemos en particular que en las escuelas religiosas y en muchas privadas la comunidad escolar en su conjunto y los padres específicamente se resisten a su cumplimiento”, alerta la Psicoanalista. “Esto es privar a sus hijos de que tengan la prevención ante posibles abusos, algo que es imprescindible”, señala.

Lo que propone la ESI es informativo y formativo y saber es la única prevención que existe para que las infancias y adolescencias no sean abusadas, porque este tipo de delitos se da mayormente –señala Andrea- en contextos privados: la casa, la familia, los vínculos más estrechos, justo aquellos en los que los chicos tienen depositada confianza y circula afecto; de modo que nunca dudarían de que aquella persona que supone que lo ama, podría estar haciendo algo que lo dañe. “Ante la desinformación y en este contexto de confianza, naturaliza los hechos sobre algo que desconoce por completo, que es la vida sexual adulta”. 

La experta en abuso informa que el grooming, el acoso sexual por internet contra niños, niñas y adolescentes, es hoy el camino de entrada más frecuente que utilizan los abusadores y las redes de pedofilia.  Esto significa que, aunque el niño esté en casa, hay una puerta permanentemente abierta de acceso a este tipo de riesgo. Muchas veces, son adultos que se hacen pasar por niños y, otras veces, ni siquiera eso. 

“Está estudiado que en 14 minutos un adulto consiguió, a través del uso de aplicaciones, que un niño se desnude”, alerta la experta. Y se explaya: la modalidad es primero ganarse su confianza, ofreciendo aquello que detecta que le falta, a veces, es simplemente alguien que lo escuche y le preste atención. Otras veces, son cuestiones materiales, por ej. teléfonos, computadoras, ropa de marca, incluso drogas, etc. También, invitaciones a lugares a los que el niño no tiene acceso o le gustaría ir: recitales, lugares de comida rápida, fiestas, paseos, citas. Son todas promesas, todas trampas. 

“Cuando el chico comienza a sentir que algo no está bien y se niega, lo extorsionan con amenazas del tipo de: se puede enterar de esto tu mamá o tu papá”, detalla Andrea. “Una vez que obtienen fotos o citas, el chico está en una encrucijada y evalúa aterrorizado, no sabe cuál es el mal peor y no puede salir de esa trampa”.

Por eso es tan importante que los chicos tengan información y puedan hablarlo en la casa o la escuela con algún docente que les genere confianza.

Según nos informa Andrea, las víctimas de abuso requieren que la sociedad les provea de tiempo para poder contar lo que vivieron, tiempo para que no prescriba el delito, credibilidad y contención afectiva. “Siempre hay que acercarlos a profesionales que trabajen en la temática, que tengan herramientas para ayudarlos a retomar su vida, que puedan creer en sí mismos y en el futuro”, apunta la psicoanalista. Para poder actuar y contener, primero las víctimas debieron sentirse habilitadas a contar.

“He atendido a pacientes de 70 años que, por primera vez, contaban lo que habían vivido cuando eran chicos”, revela Andrea. “Cuanto antes se hable con las personas adecuadas, mejores serán las posibilidades de hacerse una vida acorde a sus derechos y sus propios deseos, lo que les han robado en la infancia”. Ella recalca que no importa la edad que se tenga cuando se pueda hablar, es importante trabajar en algún momento sobre este hecho absolutamente traumático. De no hablarlo nunca se va a transitar y curar.

Los indicadores que debemos observar en un niño en casos de abuso son varios, es un cuadro que presenta distintos tipos de señales, informa Andrea. Y enuncia una serie de conductas a observar en las infancias:

- un niño que no quiere ver a un familiar

- que está triste en forma permanente

- que pierde la espontaneidad

- se mantiene siempre bajo control

- hace dibujos o juegos donde se puede ver enojo, raya lo que hizo, lo tacha, siempre usa colores oscuros, hace imágenes donde siempre están resaltadas o ausentes las mismas partes del cuerpo

- tiene pesadillas permanentes

- se hace pis o caca por las noches cuando no es acorde a su edad

- manifiesta retracción física

- no se higieniza o lo hace en forma excesiva

- los más pequeños se tocan recurrentemente la cola por no distinguirla de la zona genital

- tiene conductas extremadamente sexualizadas

- tiene mucha vergüenza de su cuerpo, lo tapa con la ropa

- tiene trastornos permanentes con la alimentación

- no se comunica

- tiene infecciones frecuentes en zonas bucales, genitales o anales o ya lesiones que son indicadores contundentes de violencia sexual

-tiene intentos de suicidio, lesiones autoprovocadas en el cuerpo.

“Todo lo que no esté acorde a su etapa evolutiva debe llamarnos la atención. Es necesario preguntarles qué les ocurre, previo aviso de que no serán reprendidos por eso y luego consultar con pediatras y psicólogos especializados”, agrega. Es importante la intervención porque, cuando no se intervino en etapas tempranas, en la vida adulta aparecen grandes trastornos al momento de vivir con plenitud la sexualidad, confiar en los demás y tener una autoestima suficiente para enfrentar los desafíos.

La experta nos acerca una estadística que preocupa: Argentina está en el puesto 50 entre 60 estados analizados y en el último puesto en América latina en lo que respecta al acompañamiento de las víctimas de violencia sexual contra las infancias. Esto nos indica todo el trabajo que tenemos por delante como sociedad y, sobre todo, de parte del Estado, para que esto cambie.