Pink tax: por qué este impuesto profundiza la brecha económica de género
Se trata de un sobreprecio de algunos productos y servicios destinados a mujeres. Es del 12% en promedio. Hay un proyecto de ley para resolver esta inequidad.
3 de septiembre de 2022
Qué es el pink tax. - Créditos: Getty.
El pink tax o impuesto rosa es el sobreprecio que tienen algunos productos o servicios destinados y publicitados exclusivamente para mujeres, idénticos a su equivalente para varones, y que, en consecuencia, no puede ser atribuido a mayores costos de producción, sino que nace de los estereotipos de género. Esto no se trata de un fenómeno particular en Argentina, sino que existe en todo el mundo.
En términos técnicos, no se trata de un impuesto per se, como sí lo es por ejemplo el IVA (impuesto al valor agregado). La mayor cantidad de casos los encontramos en los productos de higiene y limpieza. Los típicos ejemplos son desodorantes, colonias o máquinas de afeitar color azul que cuestan menos que las idénticas, pero rosas. De todas formas, no siempre se trata del color, sino que, a veces, alcanza con que se trate de productos simplemente destinados al público femenino.
En marzo de este año, la consultora Focus Market presentó un informe en el que se revela que en Argentina el porcentaje de diferencia de precio es, en promedio, del 12%, sin mostrar señales de reducción en los últimos 5 años. Esa diferencia está en al menos 14 productos.
Este diferencial de precio profundiza la brecha económica entre ambos géneros. De acuerdo al último estado de situación de las brechas de género realizado por el Gobierno de Argentina, las mujeres son las que sufren los mayores niveles de desempleo y precarización laboral, con un salario en promedio 29% menor al de sus pares hombres.
Todo esto se suma al hecho de que, respondiendo a demandas sociales que tenemos internalizadas, las mujeres tendemos a realizar mayores consumos en productos de higiene o de “cuidado personal”, como el maquillaje, cremas, productos para cabello, etcétera, y sin mencionar el tiempo que invertimos en ocuparnos de estos temas. No olvidemos que el tiempo también es dinero.
En nuestro país, recientemente se presentó un proyecto de ley de Equidad de Género en los Precios de Bienes de Consumo, que a través de la reforma de un artículo de la Ley del Consumidor busca prohibir que un producto de idéntica calidad y características tenga un precio diferente según el género al que esté dirigido.
Si bien ante situaciones de inequidad el Estado está habilitado, y de hecho tiene la obligación, de intervenir, las diferencias de precios no necesariamente constituyen una infracción. Es por eso que, mientras que se profundiza el debate y se avanza en legislaciones que eliminen los precios sexistas, resulta fundamental traer el tema a la conversación con amigas y familiares, para difundir y concientizar sobre esta problemática: consumidoras y ciudadanas debemos exigir que se fijen iguales precios a productos con iguales funcionalidades y costos de producción.
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