5 señales de que sos “buena persona”, según la psicología

Cuando el dolor ajeno te interpela y te “eriza la piel”, evidentemente la empatía en tu vida es un hecho.  Nos gusta como ejemplifica el psicólogo Alfred Alder a las personas que tienen empatía: “Es como ver con los ojos de otra persona, escuchar con los oídos y sentir con el corazón”, dice.

También cuando la solidaridad surge de manera espontánea al observar que otra persona (cercana o no) está teniendo una necesidad mayor a la tuya y que con tu ayuda podrías aportar a la solución. Eso también es empatía.

Como dice Jordi Isidro Molina, experto en ansiedad y estado de ánimo y director de Cedipte-Psicología, una "buena persona" no significa que no te sucedan cosas malas, en cambio, una buena persona sabe que puede salir herido o dañado, pero no piensa en la venganza cuando esto ocurre. No ser vengativo y aprender que todos podemos cometer errores también incluye a los valores que caracterizan a las “buenas personas”.

Otra de las miradas que nos gustan sobre el poder transformardor del perdón es la de la oradora motivacional Cherie Carter – Scott, cuando menciona que la ira te hace más pequeño, mientras que el perdón te obliga a crecer más allá de lo que eras. Está relacionado directamente a la idea de que si podés seguir adelante sin aferrarte al resentimiento, sos una persona íntegra y buena.

De acuerdo con el portal Psicología Online, este tipo de personas “saben cómo tienen que decir las cosas y respetan, mucho, las emociones de los demás”. Así, la responsabilidad afectiva está por encima de todo, qué hermoso.

En un escenario actual con vínculos cada vez más “líquidos” (parafraseando a Bauman), donde el valor de la palabra pierde importancia y la responsabilidad de lo dicho (o lo no dicho) no es tenido en cuenta en el impacto que puede tener sobre la otra persona, la sinceridad es una de las cualidades mejor valuadas.

 “Cada crítica, juicio, diagnóstico y expresión de enojo es la expresión trágica de una necesidad insatisfecha”, decía el psicólogo Marshall Rosemberg y tiene razón. Aceptar la diferencia sin juicios previos, lo cual no quiere decir que se pueda discernir entre lo que a vos te gusta, interesa o interpela, o no, sino que eso que es distinto no necesariamente requiera la emisión de juicio precipitado de tu parte.

La diferencia como tal, sin conclusiones anticipadas. Quizás la clave esté en apostar por la curiosidad, por el beneficio de la duda, en todo caso, y por minimizar el juicio. Valorar los rasgos diferentes de cada persona y apreciar esa diversidad que pueden acercarnos es un gesto más de las llamadas “buenas personas”.

Cuando pensamos en autoconocimiento, nos referimos a la capacidad de aprender de los propios errores y de correr la vara de nuestras propias limitaciones. El objetivo siempre es el mismo: mejorar como persona e intentar no repetir aquello que hizo sentir mal a otros o a nosotras mismas.

En este sentido, cuando Michael R. Edelstein Ph.D. decía en la revista especializada Psychology Today que es conveniente tener como objetivo vital la superación personal constante, se refería a eso. Al reconocer que nadie es perfecto y que todos aprendemos a partir de errores (en el mejor de los casos), dejando a la vista que la vulnerabilidad es condición natural de todas las personas, se espera que los prejuicios y las exigencias hacia la diferencia pierdan protagonismo. Las personas que profundizan en auto conocerse suelen ser empáticas, honestas y genuinas.