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Fábrica de recuerdos: cómo crear imágenes que te hacen viajar a un lugar feliz

Te proponemos navegar los misterios de tu memoria y aprender cómo crear esas imágenes que te hagan viajar siempre a un lugar feliz.


¿Cómo crear buenos recuerdos para el futuro?

¿Cómo crear buenos recuerdos para el futuro? - Créditos: Getty



Es un misterio qué recordarán nuestras hijas y nuestros hijos: ¿será la tibieza de nuestros abrazos y las mañanas de invierno? ¿Será el aroma de la sopa y del pan?”, se pregunta la pediatra Sabrina Critzmann en su libro Comer y criar.

Los recuerdos son uno de los grandes misterios de nuestra mente, un juego enredado en el que unas escenas se posicionan como protagonistas, otras mueren en el olvido (quizá porque nos hicieron sufrir) y tal vez algunas otras se presentan con distintos vestuarios: a veces son felices, a veces no tanto. Aparecen personajes, escenarios, tramas, historias... Nuestra mente se transforma en una máquina perfecta de crear y almacenar. 

¿Te acordás de Intensamente? En esa peli de Pixar nos relatan que los recuerdos se forman en el cuartel general y se envían a la memoria a largo plazo cada vez que la protagonista se va a dormir. Además, nos muestra que son fundamentales en nuestra vida. Y crearlos también es un desafío. ¿Cómo hacer que nuestros hijos tengan recuerdos felices? ¿Cómo crear sensaciones mágicas en nuestras amistades? ¿Hay una forma de planearlos? ¿O solamente suceden y depende de nosotras almacenarnos o no? Para despejar algunas de estas dudas, nos metimos en el campo de las neurociencias, para entender bien cómo funciona nuestro cerebro, nuestra memoria, y aprender a administrar y crear recuerdos felices.

¿Qué son los recuerdos?

Un recuerdo es algo que está cargado de emociones, una vivencia que puede darse con cualquiera de nuestros sentidos: con la vista, con el oído, con el gusto, con el olfato, con lo táctil, ¡con lo que sea! Recordamos a partir de una emoción, y recordamos lo que vivimos y sentimos en ese momento. 

Pero atenti, los recuerdos no siempre son lindos. Nuestro cerebro tiene la capacidad de bloquear algunos porque esa emoción es demasiado fuerte para poder tolerarla o revivirla. Utilizamos nuestro estado de supervivencia, nos paralizamos y lo bloqueamos. Por eso hay algunas cosas que sentís que nunca existieron, más allá de que las viviste. 
Los recuerdos se crean cuando la información sensorial que estamos procesando, aquello que entra a nuestro cuerpo por los sentidos, es almacenado en el cerebro por un proceso que comprime toda esa información y trata de conceptualizarla, darle un contexto y mezclarla con nuestras emociones. Finalmente, eso se guarda en lo que sería el disco rígido de nuestro cerebro, en la memoria de largo plazo.

¿Qué pasa en nuestro cerebro?

 Existen varios tipos de memorias: están las memorias acerca de esos eventos o hechos que vivimos y después están las más automáticas, que tienen que ver con nuestros hábitos, procedimientos, las rutinas que implementamos. 

Ambas se guardan de manera separada en el cerebro y lo que sucede cuando evocamos esos recuerdos es que traemos esas memorias al presente. Por ejemplo, para ser más gráficas: la diferencia que existe entre el funcionamiento del cerebro y el de una computadora es que, en esta última, cuando un archivo guardado es abierto de nuevo, te vas a encontrar con exactamente el mismo archivo que se había guardado.

Pero al evocar un recuerdo, seguramente no te encuentres con una copia fiel de aquello que ocurrió, aparecerá una versión contaminada por lo que estamos experimentando en el momento en el cual recordamos. Es decir, al volver a evocarlo, le agregamos condimentos, lo enriquecemos, lo enaltecemos o, tal vez, olvidamos algunos detalles.

Cuando lo volvamos a guardar, vamos a salvar una versión nueva, no esa que habíamos creado originalmente. 
Incluso, muchas veces los recuerdos de la infancia son meras construcciones artificiales que vamos haciendo. Por ahí están disparados por algún evento real, pero muchos tienen que ver con este proceso de traer una memoria a nuestra conciencia. Cuando evocamos esas memorias, las modificamos, las estamos cambiando todo el tiempo. De hecho, existen estudios que muestran que aquello que recordamos no es lo que verdaderamente sucedió, sino que son versiones bastante distorsionadas de la realidad. 

 

Específicamente, hay uno que muestra que la manera en la cual te preguntan sobre esos recuerdos los influencia. Por ejemplo, si ves una película donde hay un accidente automovilístico y te preguntan a qué velocidad iban los autos cuando entraron en contacto entre sí, seguramente la velocidad que recuerdes o que reportes haber visto sea más baja que si te consultan a qué velocidad venían los autos cuando se dieron un golpe muy fuerte. Esto fue un estudio experimental hecho por la psicóloga Elizabeth Loftus, de Estados Unidos, que demuestra que cuando te preguntan por un choque violento es más probable que reportes haber visto vidrios rotos en la escena, cuando, en realidad, esos vidrios no estuvieron. La manera en que nos preguntan modifica la experiencia que recordamos, eso vale también para los recuerdos del pasado.

Entonces, no solamente podemos modificar memorias, sino también crear memorias falsas según cómo recordamos o cómo visitamos esos lugares lejanos en el tiempo. La memoria es muy creativa y, muchas veces, cuando vamos hacia esos lugares que nos hicieron muy bien, es porque queremos (y necesitamos) sentirnos felices.

¿Cómo crearlos?

Durante la infancia, el cerebro es altamente plástico. Los niños aprenden por imitación, así que todo lo que hagas con ellos, que sean momentos compartidos y de calidad, en algún momento lo van a recordar y sentir como refugio.

¿Por qué usamos este concepto? Porque el refugio personal de cada uno es ese lugar al que nos vamos cuando nos sentimos solas o tenemos muchas responsabilidades. 

¿Te pasó de desbordarte y pensar, quizás, en esa abuela que te hacía la chocolatada a la tarde? ¿Alguna vez, siendo adulta, quisiste correr a ser esa niña que se sentaba a mirar dibujitos sin ninguna preocupación más que salir a jugar? Pensá en cuáles son esos recuerdos que te abrazan, que te devuelven la paz y la seguridad.

Quizá viajás a tu infancia; o quizá no. Acordate de con quiénes estabas y qué te generaban esas personas. Cuando pasa el tiempo, recordamos aquellas cosas que nos dieron felicidad y con las que hubo vínculos emocionales fuertes. Los recuerdos están asociados con emociones intensas, por eso están arraigados a la memoria, por la activación de circuitos neuronales específicos. Los recuerdos tienen que ver con lo afectivo, los vínculos. 

El rol de la nostalgia

Volver a aquellos recuerdos que nos dan felicidad y que nos hacen sentir tiene nombre: se llama nostalgia. La nostalgia ha sido bastante estudiada y se encontró que las personas nostálgicas, o las que se aferran a algunos recuerdos lindos del pasado, tienen algunas propiedades que las hacen beneficiosas para la vida en general.

Tienen mayor consistencia intertemporal, una mejor imagen de sí mismas y mejores lazos sociales. Por lo tanto, se podría llegar a la conclusión de que ser nostálgica tiene cierto valor evolutivo o ventaja adaptativa. La nostalgia pareciera ser que ayuda a generar este pegamento social que necesitamos tener para una sociedad exitosa.

¿Qué nos pasa a nivel hormonal?

Cuando recordamos, están involucrados varios neurotransmisores en el cerebro, pero uno de los más importantes es la dopamina. Esta desempeña un papel clave en la formación y consolidación de los recuerdos. Además, está implicada en la motivación y la recompensa, lo que puede influir en nuestra disposición para recordar ciertos eventos o experiencias.

En el momento en que tenemos la vivencia, liberamos oxitocina, que tiene que ver con la felicidad y es conocida por su papel en la regulación de las interacciones sociales y los vínculos afectivos (es llamada la “hormona del amor”).

Pero también se ha demostrado que la oxitocina desempeña un papel en la formación de recuerdos, especialmente en contextos emocionales: puede influir en cómo recordamos ciertos eventos, especialmente aquellos que están relacionados con relaciones significativas y experiencias de apego (lo que consideramos refugio).

Por lo tanto, la oxitocina puede modular la consolidación de la memoria emocional, ayudando a fortalecer los recuerdos de eventos que están asociados con emociones positivas. Esto explica por qué recordamos con mayor claridad eventos emocionales significativos.

Siempre estás a tiempo de crear recuerdos

Anotate esto bien grande: podemos crear recuerdos siendo adultas. Nuestro cerebro está todo el tiempo generando nuevos recuerdos, hasta el último día de vida. Toda esa información que estamos procesando, todo lo que nos está pasando en este momento, lo recordaremos en el mañana, en el futuro; otras cosas las olvidaremos, pero el cerebro siempre está trabajando, creando nuevas memorias, modificando, evocándolas y guardándolas de nuevo.

A medida que vamos acercándonos a la adultez, la memoria se va desgastando, pero se deteriora la de corto plazo, la de largo plazo nunca se toca. Cuanto más grandes nos volvemos, como seres humanos sobrevivientes, nos vamos a sentir más seguras contando anécdotas de cuando éramos jóvenes. Por eso, nuestras abuelas y abuelos aman sentarse a contarnos historias de hace años (y nosotras amamos escucharlas). Pensate hoy y preguntate: ¿qué recuerdos hablan de tu historia?

4 estrategias para diseñar recuerdos felices 

Por Delfina de Achaval. Doctora en salud mental e instructora de mindfulness. @delfinadeachaval. 

 

1) El poder de las buenas historias

La manera en que formamos una historia moldeará cómo aquel recuerdo será alojado en nuestra mente. Estudios demuestran que, por ejemplo, generar una historia que implica nuestra recuperación airosa tras haber vivido un papelón genera mejoras en nuestro bienestar y salud mental. Si podemos encontrar lo positivo o gracioso, ¡incluso tendremos el poder de reírnos de lo sucedido!

Así que, si querés generar buenos recuerdos para el futuro, animate a ver lo cómico en las cosas que vivís. 

2) La magia de las primeras veces

Al evocar recuerdos, suelen sobresalir los eventos en los que se vivieron cosas por primera vez. En las autobiografías se suele dedicar más páginas a los años entre los 15 y los 30 que a los posteriores, ¡porque son los años en que vivimos muchas cosas por primera vez! 

La buena noticia es que podemos generar momentos que nos lleven a vivir nuevas primeras veces. ¿Cómo? Visitando algún lugar que tengamos ganas y no conozcamos o animándonos a pedir un plato de comida nuevo (¡los sabores tienen el poder de llenarnos de buenos recuerdos!).

3) El papel y nuestros recuerdos 

¿Te pasó alguna vez recordar un evento de la niñez a partir de ver una foto? Las fotos son grandes aliadas. Y quizás el desafío más grande que tenemos en esta época tan digital sea no dejarlas en el olvido. Algunas ideas:
Elegir las fotos que más te gusten, revelarlas y armar un álbum que esté siempre a mano.

Armar una cuenta de Instagram privada donde compartir fotos sin filtro, tal como salen, de momentos especiales, para tener tu propio álbum online auténtico.

Editar un video casero con filmaciones del próximo evento que tengas.

4) Las canciones de tu corazón 

Una gran manera de generar buenos recuerdos para el futuro es asociar ciertos momentos con algún estímulo sensorial específico. ¿Cómo?

- Cocinar una receta nueva un día que queramos recordar.

- Elegir una canción para un viaje y escucharla periódicamente, bailando y cantando.

- Visitar un lugar que guarde varios recuerdos de alguna época de tu vida para volver a ellos.

- Probar un nuevo perfume en algún momento especial.

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