Las pausas activas con rutinas cortas de ejercicio y estiramiento contribuyen al bienestar de los trabajadores - Créditos: iStock
Las mujeres jóvenes llevan una vida intensa intentando un armónico equilibrio entre la familia, en ocasiones, con niños pequeños, y una vida laboral activa o de formación académica. Esto conduce a descuidar algunos aspectos importantes de la alimentación, la actividad física y los hábitos saludables.
Muchas veces, la alimentación es escasa, uno se toma poco tiempo para desayunar y almorzar. Este descuido impacta en la menor ingesta de calcio y otros nutrientes y repercute sobre los aportes esenciales que necesita el hueso.
La actividad física, generalmente, está sustituida por el trajín del trabajo y las obligaciones. Esto no es gratuito: la falta de regularidad de, al menos, una caminata diaria al aire libre implica menor impacto mecánico sobre los músculos y huesos, menor exposición al sol y, por ende, deficitaria síntesis de vitamina D en la piel.
La adolescencia es la etapa ideal para prevenir la osteoporosis, ya que la masa ósea que no se obtiene durante esa época no se recupera. Por lo tanto, hay que hacer hincapié en una buena ingesta que aporte calcio y en la actividad física.
Según un trabajo realizado en el centro Mautalen, solo el 2% de las mujeres jóvenes consultan para evaluar su masa ósea y para descartar la presencia de osteopenia y osteoporosis.
Ejercicio a lo largo de Hudson River Parkway en Nueva York, 22 de diciembre de 2021 - Créditos: Gabriela Bhaskar, NYT
¿Las personas jóvenes pueden tener osteoporosis?
Los jóvenes pueden tener enfermedades que ocasionen descalcificación ósea o ingerir medicamentos que sean negativos para el hueso. Por lo tanto, sí, pueden tener osteoporosis.
Es una situación poco frecuente. Cuando se diagnostica una disminución de la densidad ósea en una persona joven, hay que investigar las posibles causas que la provocaron. En una de cada dos mujeres jóvenes, esta causa se encuentra, por ejemplo, en tratamientos con corticoides, enfermedad celíaca, deficiencia de vitamina D, entre otras. El siguiente paso es enfocar el tratamiento hacia el problema que está ocasionando la osteoporosis, la osteoporosis secundaria a la enfermedad que la provocó.
Pero también cuando los familiares cercanos -madres y abuelas- padecen esta patología o fracturas, éste debe ser un llamado de atención a que haya una predisposición genética a contraerla en algún momento de la vida.
Los hábitos saludables, el consumo de alimentos que contengan calcio y realizar actividades deportivas al aire libre colaboran para que los huesos sean fuertes durante la juventud.
La llegada de la menopausia
A partir de los 50 años, la situación cambia en las mujeres: comienza un descenso de la masa ósea, producto de la disminución de estrógenos en la menopausia.
Algo similar ocurre en el sistema muscular, en donde el menor consumo de proteínas, la menor actividad física, niveles inadecuados de vitamina D y alteraciones hormonales son algunas de las causas del deterioro muscular que acompaña al cuadro anterior.
Por eso surgen estas estadísticas: la mitad de las mujeres mayores de 50 años sufrirá una fractura osteoporótica (muñeca, cadera y/o columna) durante su vida. Y es muy diferente según el sexo: a partir de los 50 años, 3 mujeres por cada hombre se fracturan la cadera.
Adaptándose a los tiempos modernos y simplificando las indicaciones, sería recomendable que las mujeres jóvenes sigan algunas pautas simples para prevenir consecuencias a futuro como, por ejemplo:
Alimentación: cumplir con las comidas básicas, incorporar alimentos que aporten calcio y proteínas para que tanto el músculo como los huesos continúen saludables. A modo de ejemplo, pueden ser preparaciones que contengan queso, leche, yogur, espinaca, acelga, jamón cocido, clara de huevo, carnes rojas, pollo, pescado y lentejas, entre otros.
Actividad física: si el tiempo disponible no alcanza para ir varias veces por semana a una clase de gimnasia, al menos concurrir 1 o 2 veces e incorporar caminatas. Lo ideal es una rutina de caminatas diarias de una hora por lo menos. Esto permitirá mejorar el tono muscular y el equilibrio.
Vitamina D: si no hay enfermedades de la piel que contraindiquen la exposición al sol, es aconsejable realizar las caminatas por la vereda del sol, en horarios seguros (primeras horas de la mañana o últimas de la tarde). Esto permitirá mantener buenos niveles de vitamina D, esencial para un hueso saludable.
Exponerse al sol sin protección a media mañana o a la tarde, la mitad del tiempo que tarda la piel en enrojecerse (15 minutos aproximadamente). Lo ideal es descubrir el abdomen, la espalda y proteger la cara. Eso sí, luego hay que colocarse un buen protector si se continúa al sol. Si existe una contraindicación para exponerse al sol, se puede tomar suplementos de vitamina D.
En las mujeres jóvenes, la deficiencia de vitamina D es de 72% al final del invierno y 15% en verano, mientras que en embarazadas alcanza 80% durante el tercer trimestre.
Una alimentación equilibrada y la actividad física son la clave de un peso adecuado en relación con la talla. El bajo peso repercute negativamente sobre la calidad ósea.
Estas simples pautas permiten corregir hábitos descuidados en las mujeres jóvenes y así cuidar los huesos y prevenir la osteoporosis.
¿Cómo saber si tengo osteoporosis?
Síntomas:
La primera etapa de pérdida ósea no ocasiona síntomas. Éstos aparecen cuando ocurre una fractura. En ocasiones, las vertebrales son asintomáticas, pero pueden anunciarse con los siguientes signos y síntomas: dolor de espalda, pérdida de estatura y curvatura superior de la columna, denominada cifosis.
Las fracturas de muñeca, cadera y húmero se detectan con mayor facilidad por el dolor que ocasionan y la imposibilidad de mover el sector afectado.
Los factores de riesgo:
Sexo femenino: las mujeres son más propensas que los hombres a padecerla.
Edad: a mayor edad, mayor riesgo.
Raza: las razas blanca y asiática son las más propensas a desarrollarla.
Antecedente de fracturas personales.
Antecedentes familiares cercanos: padre, madre, hermanos, abuelos con osteoporosis y/o fracturas óseas.
Tratamientos contra el cáncer de próstata, que disminuye los valores de testosterona en hombres.
Tratamientos de cáncer de mama, que reduce los niveles de estrógenos en mujeres.
Ciertas enfermedades: hipertiroidismo, hiperparatiroidismo, celiaquía, trastornos de la conducta alimentaria e insuficiencia renal, entre otras.
Cirugías para reducir el tamaño del estómago por obesidad.
Bajo consumo de calcio y del nivel de vitamina D.
Tratamiento con: corticoides, anticonvulsivantes, para reflujo, entre otros.
Estilo de vida sedentario, exceso de alcohol y de tabaco.
Estudios médicos:
Los estudios que permiten diagnosticar la osteoporosis son densitometría, laboratorio óseo y general, radiografías de la columna, morfometría vertebral y TBS (del inglés Trabecular Bone Score).
La densitometría ósea es el de elección para evaluar su presencia. Es un método rápido y con baja radiación. Se realiza en la columna y las caderas, sitios que al fracturarse ocasionan mayores complicaciones. Los análisis óseos permiten estimar la pérdida y formación de hueso, los niveles de vitamina D (esencial para el buen balance óseo) y la hormona que regula el calcio, entre otros.
Los análisis generales diagnostican enfermedades que impactan negativamente sobre el hueso. A estas situaciones se las llama osteoporosis secundaria y la conducta médica es tratar la patología que ocasiona el problema, por ejemplo, la celiaquía.
Las radiografías de la columna dorsal y lumbar detectan la presencia de fracturas vertebrales que pueden pasar desapercibidas.
La morfometría vertebral también diagnostica las fracturas vertebrales. Se realiza con el densitómetro, permite realizar densitometría y morfometría en forma simultánea.
El TBS es la evaluación de la calidad o microarquitectura del hueso. Se determina con un software que puede agregarse al densitómetro.
Ante la presencia de factores de riesgo para osteoporosis o de una fractura, es importante no solo realizar una densitometría, sino un chequeo completo con los estudios enumerados previamente.
Experta consultada: Alicia Bagur, médica osteóloga, directora médica de Mautalen Salud e Investigación
En esta nota: