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La sexualidad en personas con discapacidad: algunas claves para mejorar su bienestar

Cuando se habla de discapacidad casi no aparece la idea de que una persona con discapacidad pueda tener una vida sexual activa. Este prejuicio afecta su inclusión social. Cómo podemos revertir esta situación: te acercamos algunas claves.


una pareja, uno de ellos tiene una discapacidad motriz.

La sexualidad es un derecho para todos: cómo derribar tabúes con las personas con discapacidad. - Créditos: Getty



Cuando se habla de discapacidad, en el imaginario de la sociedad, rara vez aparece la idea de que una persona con discapacidad pueda tener una vida sexual activa o un vínculo sexoafectivo. La concepción de “personas activas sexualmente” no incluye a las personas con discapacidad.

Este prejuicio afecta directamente la inclusión social, agravado por concepciones basadas en la lástima o la caridad, que pueden menoscabar la independencia de quienes transitan una discapacidad.

La sexualidad y la discapacidad, en particular, se encuentran en un bache de invisibilidad. Muchas veces se asume que las personas con discapacidad no pueden ser sexuales por el mero hecho de su condición, algo que está muy lejos de la realidad.

En algunos países, se implementaron iniciativas específicas para garantizar que las personas con discapacidad puedan ejercer sus derechos sexuales y afectivos. 

Pareja en la cama, una silla de ruedas al lado.

La sexualidad es un derecho para todos: cómo derribar tabúes con las personas con discapacidad. - Créditos: Getty

  • Suiza, desde 2007, reguló formalmente la figura del asistente sexual, ofreciendo formación específica en psicología y manejo de personas con discapacidad. Este servicio es visto como un derecho vinculado a la autonomía y la salud sexual.
     
  • Dinamarca y Alemania permiten que las personas con discapacidad recurran a trabajadoras/es sexuales como parte de sus políticas de salud sexual. Incluso, en Dinamarca se destinan recursos públicos para este propósito.
     
  • España, aunque sin regulación formal, cuenta con asociaciones que ofrecen servicios de asistencia sexual para apoyar la autoexploración y el ejercicio de la sexualidad en personas con discapacidad.
     
  • En Argentina, en cambio, el tema está completamente ausente de la agenda legislativa. No se discuten políticas inclusivas relacionadas con la sexualidad y las personas con discapacidad, lo que perpetúa una situación de desamparo para los potenciales usuarios de estos servicios y para quienes podrían ofrecerlos. La falta de regulación deja a los asistentes sexuales sin derechos laborales, mientras que los profesionales de la salud carecen de herramientas claras para abordar la sexualidad en sus pacientes.

 

Según el INDEC, en Argentina viven más de 5 millones de personas con discapacidad, quienes enfrentan barreras no solo físicas, sino también sociales y culturales, lo que limita significativamente su acceso a derechos fundamentales, como el de la sexualidad.

La licenciada en kinesiología Carla Dellarosa, quien lidera talleres y formaciones enfocados en la sexualidad y la neurorehabilitación, nos cuenta, en los últimos años, el campo de la neurorehabilitación empezó a incorporar la sexualidad como un componente clave para los pacientes. 

Dellarosa, especialista en Piso Pélvico Neurogénico y Diplomada en Sexología Clínica y Terapia de Parejas, agrega: “A pesar de los desafíos que presentan las patologías neurológicas motoras, como el cambio en la imagen corporal, el miedo al futuro sexual y la reinserción en las relaciones de pareja, el tema de la sexualidad no debe ser ignorado ya que es posible abordarla y promoverla incluso después de un diagnóstico discapacitante".

Según se explaya, en el contexto de la neurorehabilitación, la terapia sexual se convirtió en una disciplina emergente que trabaja para superar los prejuicios, el rechazo y la falta de conocimiento sobre la sexualidad en personas con discapacidad. Aclara que, a pesar de esto, es un tema que sigue siendo omitido por los equipos de salud.

 

Dentro de las patologías neurológicas que afectan la sexualidad se encuentran las resultantes de lesiones en la médula espinal, accidentes cerebrovasculares (ACV) y enfermedades neurodegenerativas.

Como sexóloga, puedo confirmar que esta temática está poco difundida. Muchos profesionales carecemos de la formación adecuada, ya que no suele incluirse con la profundidad necesaria en los programas educativos. Personalmente, al realizar el taller “Introducción a la Sexualidad en Neurorehabilitación”, de la licenciada Carla Dellarosa, me di cuenta de cuánto desconocía sobre este tema.

Esto me llevó a reflexionar sobre el daño que podríamos causar si lo abordamos de forma incorrecta. Es fundamental conocer nuestros límites y saber cuándo derivar, pero también es imprescindible estar capacitados para hacerlo correctamente.

Barreras físicas y emocionales

Las barreras que enfrentan las personas con patologías neurológicas motoras son tanto físicas como emocionales. Superar estas barreras requiere un enfoque integral y la implementación de medidas concretas que permitan abordar la sexualidad de manera inclusiva en los contextos terapéuticos.

“Entre las principales dificultades se encuentran la incontinencia de esfínteres, los efectos secundarios de los medicamentos, el dolor crónico y las limitaciones motoras y de sensibilidad", enumera Dellarosa. "Las disfunciones sexuales específicas representan un desafío adicional, ya que afectan profundamente la autoestima y las relaciones personales”.

Más allá de las dificultades, la experta señala que es absolutamente posible tener una sexualidad plena. "Las barreras pueden superarse con el apoyo adecuado y una perspectiva integral que contemple la sexualidad como una parte fundamental del bienestar general del paciente", dice.

Muchas veces, la principal barrera es el concepto limitado de sexualidad que se tiene, no solo en la sociedad, sino también en las personas con discapacidad. Este enfoque único de la sexualidad debe transformarse en un abanico de posibilidades que enriquezca al paciente sin presionarlo a vivir su sexualidad de una forma predefinida.

Educación sexual integral: clave en este proceso

La diplomada en Sexología Clínica y Terapia de Parejas señala como primordial para derribar tabúes la implementación de la ley de Educación Sexual Integral (ESI). “La educación sexual juega un papel crucial en este proceso. Es necesario comenzar a derribar los mitos y creencias erróneas sobre la sexualidad en personas con discapacidades neurológicas, tanto entre los profesionales de la salud como en la sociedad en general", propone.

El uso de nuevas tecnologías puede ser una herramienta clave para ayudar a las personas con discapacidad a explorar y ejercer su sexualidad. Por ejemplo, estas tecnologías permiten la autoexploración, la comunicación asistida y el acceso a recursos educativos adaptados. Las herramientas tecnológicas están, pero debe existir la apertura como para animarse a usarlos en pos del bienestar.

"La inclusión de la pareja en el proceso terapéutico también es clave", aclara Dellarosa. "La sexualidad no solo es un tema individual, sino que involucra la relación de pareja, por lo que su participación activa es fundamental para el éxito de la terapia”.

Propuestas para una sociedad inclusiva

Uno de los aspectos más alentadores es el creciente interés en la educación sexual inclusiva. Profesionales de la salud y educadores están creando redes de apoyo que facilitan el intercambio de experiencias y conocimientos, lo que ayuda a transformar la manera en que la sociedad entiende y valora la sexualidad de las personas con discapacidad.

“A pesar de los desafíos, el progreso es posible. Cada vez más profesionales y centros de salud están comenzando a reconocer la importancia de abordar la sexualidad en el contexto de la rehabilitación neurológica”, comenta Dellarosa.

La experta sugiere algunas iniciativas para avanzar en este camino: 

  • Talleres de educación sexual para pacientes y familiares, que ayuden a normalizar la conversación sobre sexualidad.
     
  • Protocolos específicos que integren la sexualidad en los tratamientos de rehabilitación.
     
  • Inclusión de la pareja en el proceso terapéutico para mejorar la comunicación y el bienestar emocional.


“Con el compromiso de todos y un enfoque integral, podemos mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidades neurológicas, permitiéndoles disfrutar de una sexualidad plena y satisfactoria”, concluye Dellarosa.

Si bien muchos profesionales empiezan a ocuparse del tema y cada vez más personas con discapacidad se esfuerzan por el cambio, la falta de políticas públicas inclusivas y el desinterés del Estado no solo retrasan el avance en este campo, sino que perpetúan la desigualdad en el acceso a derechos sexuales y reproductivos para las personas con discapacidad. Este vacío tiene un impacto directo en su independencia y bienestar: la responsabilidad queda, así, en manos de iniciativas individuales o pequeños grupos, cuando debería ser una tarea colectiva y prioritaria.

Contradiciendo los principios fundamentales de los derechos humanos, esta ausencia de acción afecta profundamente la calidad de vida de millones de personas. Es hora de que tanto profesionales, legisladores y la sociedad en general trabajemos juntos para garantizar que la sexualidad sea reconocida como un derecho universal. Solo con un cambio colectivo lograremos una sociedad verdaderamente inclusiva.

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