Era abogada, dejó todo y hoy dedica su vida a viajar y a escribir sobre sus experiencias
Sofía Stavrou sabía que la abogacía no la hacía feliz. En 2015, después de un viaje de reconexión personal en India, decidióapostar por sus sueños: dedicarse a escribir.
31 de diciembre de 2021
Foto gentileza de Sofía Stavrou
“Al terminar el colegio, sentía la presión de elegir una carrera para toda la vida. Para mí ser abogada era ser importante. También me gustaba mucho leer y las relaciones internacionales. Después supe que eso lo podía canalizar por otro lado”, recuerda Sofía Stavrou y agrega: “Siempre que podía me rateaba de las clases y me iba a plaza leer y escribir”. Durante la carrera, trabajó en una escribanía y al terminar, entró en el área de legales de Visa. Pero en el fondo, sabía que no era para ella.
Foto gentileza de Sofía Stavrou
Viajes y libros sin límites
“Mi papá siempre nos decía que los viajes y los libros son la mejor inversión”, relata. De origen griego, desde que nació todos los inviernos con su familia visitaban Grecia. “Eso me abrió muchísimo la cabeza. A los ocho años, cuando mis amigos iban a Disney, yo estaba en el Museo de la Acrópolis”, señala.
Ya de grande, Sofi gastaba sus ahorros en viajes. Y fue mientras estaba en Visa, que su novio de entonces tuvo la oportunidad de hacer un intercambio en Barcelona y ella no dudó en acompañarlo. “Yo estaba muy triste con mi vida, no sabía cómo iba a salir de ahí. Era mi pasaje de salvación”, explica. Pero poco antes de viajar, se separaron. Sofi decidió irse igual.
Cambiar el destino
Un día le llegó un mail por error con un itinerario de India. Recordó un libro de su madre sobre la Madre Teresa y definió que iría a Calcuta como voluntaria. “Necesitaba dar todo ese amor que no estaba teniendo”, confiesa. Armó su propio Comer, rezar, amar entre Barcelona, Calcuta y Grecia. “En la primera página del cuaderno de viaje anoté que quería buscar lo que me apasionara. Sabía qué era, pero no sabía cómo hacerlo realidad”, rememora.
En su tiempo como voluntaria, se cruzó con muchas personas que la alentaban a escribir. Su compañera de cuarto le recomendó el libro El camino del artista, de Julia Cameron. Sin embargo, recién en Grecia, cuando llegó a la casa de su abuela, se tomó el tiempo para la búsqueda interna. “Tomé esas cosas como señales. Gracias al libro volví a despertar encontrarme con este lado creativo que tenía muy tapado. Una vez por semana, me iba a un barcito y hacía un capítulo. Era súper religioso ese ritual”, asegura.
Foto gentileza de Sofía Stavrou
De abogada a periodista de viajes
Antes de volver a Buenos Aires, pasó por Cabo Sunion, donde está el templo de Poseidón. Saludar al dios del mar era parte del ritual familiar, pero esta vez, Sofi hizo una promesa: al regresar su vida sería distinta. “Estaba segura de que quería aprovechar mi vida y que tenía un don, que tenía que dar a conocer al mundo. Me comprometí a hacer eso realidad y lo cumplí”, afirma.
En el vuelo de vuelta se reencontró con su ex y decidieron apostar nuevamente al amor y a esta nueva Sofi. Ella ya había hecho seminarios y talleres de escritura, pero al llegar se anotó en una clínica de un año en Villa Ocampo para terminar de darle forma a su nueva carrera.
Armó un blog de viajes para mostrar lo que escribía y se enfocó en el destino que más conocía: Grecia. Con un incipiente Instagram, empezaron a llegar lectores y hoy cuenta con una comunidad de más de 40.000 seguidores. Al año y medio, le pidieron que organizara viajes grupales a la tierra de sus ancestros. Así, creó una nueva veta, que le permitió monetizar el blog. “También armé acciones locales y creé workshop de escritura creativa y de contenido para redes sociales. Hice ediciones cápsulas con marcas que me gustaban. Después, me contrataban para hacer diferentes acciones con viajes. Eso me ayudaba a tener un ingreso fijo”, aclara.
Soy de Grecia crecía, a la par que Sofi se insertaba como periodista de viaje. Hoy, con la pandemia, ya casada y con una hija, se enfoca en llevar sus raíces griegas a nivel local. Está por sacar guías digitales y continúa con la escritura. “Se abrió un universo de posibilidades”, sostiene.
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