Roadtrip por California: guía para disfrutar a pleno la costa oeste de EE.UU.
Viajamos por California -desde Los Ángeles hasta San Frascisco- en van y te contamos todo lo imprescindible para vivir una aventura sobre ruedas.
5 de mayo de 2024
Guía de viaje para recorrer la Costa Oeste de EE.UU. en van - Créditos: Sol Schiller
La mítica Highway One de California es una de las rutas más lindas y cinematográficas del mundo. Recorre la costa del Pacífico entre Los Ángeles y San Francisco, en el estado de California, Estados Unidos. Antes del viaje, confieso que no tenía muchas expectativas. Por eso, la sorpresa fue total. La versatilidad de los paisajes extendidos a lo largo de los 600 kilómetros me dejó atónita: pueblos divinos, playas increíbles y bosques antiquísimos, que además eran parte de las películas que alguna vez vi y también, en esta ocasión, tuve la suerte de vivir.
Hacer el viaje en van fue la mejor decisión para adentrarse en los rincones más inesperados y así vivir y recorrer intensamente la Pacific Coast. Empezamos en Los Ángeles y, durante 10 días, fuimos llegando a espacios cada vez más increíbles y naturales.
LOS ÁNGELES
xsolschiller-512.jpg - Créditos: Sol Schiller
Al bajar del avión, decidimos ir directamente en busca de nuestra hermosa casa rodante. Nuestros amigos de Camper Life recibieron nuestra reserva y ya nos esperaban con la van lista. Hay muchísima variedad de precios y opciones. Nosotros optamos por la Solis, con baño incluido. Nos resultó súper cómoda y con el tamaño perfecto, y nos permitió entrar a todas las ciudades ¡sin problema alguno!
Nuestra primera y ansiada parada fue visitar el mítico muelle de Santa Mónica, famoso por aparecer en un montón de películas de Hollywood. Llegamos justo hacia el final del atardecer y fue hermoso ver cómo llegaba la noche encendiendo de puro color ese parque de diversiones tan particular. Fue clave estacionar la van a una distancia cercana, ya que es muy increíble la cantidad de gente que hay en esta zona.
Luego de hacer el recorrido y tomar una cerveza (costumbre que nos acompañó durante toda la ruta), retomamos el viaje y nos dirigimos a un estacionamiento estatal para pasar la noche en Santa Bárbara. A la mañana siguiente, pudimos disfrutar del amanecer y desayunar en esta playa hasta dirigirnos a nuestro siguiente y tan amado destino.
vantravelllife.jpg - Créditos: Sol Schiller
Algo importante a tener en cuenta y que aprendimos en nuestra primera noche: ¡no dudes en reservar tu lugar con anticipación! Podés quedarte sin lugar en los campings, y eso hará que tengas que buscar zonas de acampe liberado (los hay), dándole una cuota extra de adrenalina a la aventura.
JALAMA BEACH
Un atardecer en Jalama Beach, una playa icónica de California. - Créditos: Sol Schiller
La playa de Jalama, en Santa Bárbara, nos dejó tan alucinados que decidimos pasar dos noches en lugar de una, como habíamos planeado. Encontramos el lugar ideal para estacionar nuestra van y logramos tener la playa para nosotros solos con vista a un atardecer inigualable.
Jalama es una playa inmensa, con acantilados y olas muy buenas. Además de tener un paisaje increíble, encontramos un parador preparado para vans: desde Internet hasta un pequeño supermercado, estaba equipado para poder pasar dos días increíbles. Sin duda, poder nadar y caminar extensas horas viendo ese paisaje, ¡era todo lo que queríamos!
MORRO BAY
xsolschiller-139.jpg - Créditos: Sol Schiller
Este pequeñito pueblo costero lleva ese nombre por la Morro Rock: una gran roca volcánica que se encuentra a la entrada del puerto. También es conocido como el “Gibraltar del Pacífico” debido al parecido de esta roca gigante. En esta playa tuvimos el placer de poder estacionar libremente nuestra van y luego ir a nadar un rato largo. Además, dato no menor, ¡estábamos completamente solos!
BIG SUR
xsolschiller-521.jpg - Créditos: Sol Schiller
Si hay una zona que nos enamoró por completo, fue esta. La ruta fueron 150 kilómetros de acantilados imponentes, vistas oceánicas y mares azules de pura magia. ¡No dábamos crédito a semejante belleza! ¿Qué ver en Big Sur?
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Julia Pfeiffer Burns State Park
Es un parque ubicado a 60 kilómetros de Carmel By the Sea y se caracteriza por ser un parque con una vegetación super extensa y unas caminatas muy hermosas. Encontramos senderos con gran vegetación. Uno de ellos es el que te lleva a la mítica McWay Falls, una de las paradas más importantes, con una cascada imponente y hermosa.
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Henry Miller Library
Una librería de otro tiempo, un oasis cultural y mágico. En este espacio podés encontrarte con un escenario exterior, listo para alojar artistas locales. A lo largo de su jardín hay piezas de arte exquisitas, como un piano viejo totalmente abierto, espejos y todo tipo de esculturas e instalaciones con tintes de la movida hippie de los 60. Adentro, la librería te deja boquiabierta. Es chiquita, pero linda. Llena de libros, fotos, pósters. Es tan cálida que te invita a quedarte hojeando y, quizá, tomarte un té: no le ponen precio, para que cada uno pague lo que pueda.
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El Ventana Big Sur
¡Este campamento de enormes secuoyas es hermoso! Pasar la noche ahí, rodeados de bosque, fue un exquisito suspiro. Este camping (preparado para vans) tiene todo: duchas de agua caliente y fogones listos, caminatas. No podríamos haber elegido mejor. Tiene un cielo que te abraza perfecto para poder tomar la ruta al día siguiente.
xsolschiller-523.jpg - Créditos: Sol Schiller
CARMEL BY THE SEA
carmelbythe.jpg - Créditos: Sol Schiller
Por lejos, este fue uno de mis destinos favoritos del viaje. Carmel tiene de todo: unas playas inmensas, una hermosa vegetación, cafecitos de película, galerías de arte y casas de ropa de diseño increíble. Las calles son de película, hasta podés encontrarte ardillas y pájaros de todo tipo. Sin duda, este pueblo respira alegría. Si bien es verdad que se volvió muy famoso, a raíz de que Clint Eastwood fue su alcalde, lo más destacable es su playa: inmensa, imponente, ¡y con unas olas de color turquesa alucinante! Dato no menor: acá también pudimos acampar de forma libre mirando el mar. Y ¡sí que vale la pena!
SAN FRANCISCO
xsolschiller-219.jpg - Créditos: Sol Schiller
La realidad superó mis expectativas. San Francisco me conmovió apenas entramos por esas callecitas de película, con sus desniveles, su gente totalmente relajada y la música que acompañaba en todo momento. Poder estacionar la camioneta en cualquier lado también fue fundamental para hacer el viaje tan relajado como queríamos. ¿Qué hacer en San Francisco? Tomar el bus hop on, hop off fue una muy buena decisión, ya que así logramos visitar varios puntos increíbles.
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Palacio de Fine Arts
Este museo es un ícono neoclásico extravagante. Es un palacio de imitación con un estanque idílico. Tiene una laguna con cisnes blancos y está toda rodeada de flores. Caminarla nos pareció divino y valió la pena también poder sacarnos fotos en cada rincón, ya que verdaderamente la arquitectura es hermosa. Es como si fuera nuestros lagos de Palermo, pero con todo el peso de la historia en cada una de sus columnas, ¡una verdadera obra de arte!
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Golden Gate
Y sí, el viaje a San Francisco estaría incompleto sin una visita a este puente colgante de estilo art déco. Atravesarlo ida y vuelta te genera una sensación como si estuvieras en una montaña rusa: hay algo de excitación y a la vez querés que no termine nunca. ¡Atenti! En ocasiones, la niebla envuelve la zona al amanecer y al anochecer. Así nos tocó y eso realmente sumó a darle a todo una atmósfera mágica, tanto a la experiencia como a las fotos.
No contentos con hacerlo una vez, volvimos por el techo para poder sentir esa sensación de libertad que te provoca cruzarlo. El mirador se llena de gente, pero igual decidimos ir a sacarnos nuestra foto y contemplar en silencio ese puente que de solo verlo te hace lagrimear de emoción.
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Golden Gate Park
Las más de 400 hectáreas te abrazan, enamorándote y dejándote volar a un sueño. Este tremendo despliegue de tierras alberga museos, sitios de pícnic, lagos, golf, senderos para caminatas y ciclismo, conciertos y más. Este parque reúne artistas, turistas y los más hermosos y pintorescos mundos.
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China Town
La imponente Puerta del Dragón te invita a entrar sin dudarlo un segundo. Cada callecita tiene muchos comercios, además de murales y decoraciones típicas chinas. Locales con comida a granel y algo que amé: una casa de fotografía retro con millones de cámaras y accesorios a un precio súper accesible. Verdaderamente, un viaje a China en pocos segundos.
xsolschiller-495.jpg - Créditos: Sol Schiller
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Castro Street
¡Una visita obligatoria! Por su historia, por los colores que adornan sus calles, por su más que probada lucha por la libertad y la no discriminación sexual, San Francisco es un viaje a la historia de la música: desde Janis Joplin pegada en una vidriera hasta la cantidad de casas de ropa vintage, vinilos, pósters, música por todos lados... Realmente te transporta a los 60 y te hace sentir una libertad increíble. En Castro, la bandera de la libertad es la calle misma, todo es alegría y podés llevarte muchas prendas únicas u objetos sexuales por precios muy accesibles. Una experiencia de lo más estimulante.
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Painted Ladies
Luego de caminar y caminar por calles muy angostas y elevadas, llegamos a estas casitas. Por su forma y sus paletas de color, tienen algo de película (de hecho, acá suelen grabarse escenas típicas del barrio que aparecen en numerosas series de televisión, películas y anuncios). Es un paso obligado si estás recorriendo la magia cinematográfica de esta ciudad.
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Sausalito
Es un Tigre reloaded. Este lugar es increíble. Se caracteriza por ser un puerto pesquero y por sus típicas casas flotantes, de las que hay más de 400. Esta localidad es escogida como lugar de residencia por famosos y personas que eligen un estilo de vida totalmente relajado. El arte de cada casa te transporta, además de que te permite, una vez más, viajar a un espacio sin igual.
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Pier 39
No sé si por ser el último y tener esa cuota de melancolía, por ser casi el final del recorrido, pero este fue de los mejores atardeceres que vimos durante el viaje. El muelle tiene una vista espectacular, y los lobos marinos completan la postal, haciendo de este un atardecer único.
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