El cerebro al gym: cómo entrenar tu mente para ganar flexibilidad emocional

Dentro de la gimnasia emocional, el brain gym –que toma teorías del aprendizaje del psicólogo Jean Piaget y la educadora Maria Montessori, así como descubrimientos de la neurociencia– utiliza el movimiento y la postura corporal para restablecer un funcionamiento cerebral óptimo


Aprendé a usar tu cerebro para tener una vida más equilibrada.

Aprendé a usar tu cerebro para tener una vida más equilibrada. - Créditos: Freepik.es



Dentro de la gimnasia emocional, el brain gym –que toma teorías del aprendizaje del psicólogo Jean Piaget y la educadora Maria Montessori, así como descubrimientos de la neurociencia– utiliza el movimiento y la postura corporal para restablecer un funcionamiento cerebral óptimo. Uno de los beneficios más importantes es que activa ambos hemisferios del cerebro y ayuda, tanto a chicos como adultos, a serenarse, ganar eficacia mental y vencer temores. En España, ya es muy común que en las escuelas los chicos practiquen estos ejercicios desde el nivel inicial y, cuando crecen, los tengan totalmente naturalizados, por ejemplo, en sus hábitos de estudio. Los efectos impactan en las habilidades para el aprendizaje como la lectura, la escritura, el cálculo, la expresión oral, la memorización, el autocontrol y la actitud positiva. A los adultos, los ayuda a mejorar la capacidad para desenvolverse con seguridad y les da eficiencia en actividades o situaciones en las que sienten alguna dificultad. Por otra parte, a quienes pasan demasiadas horas delante de la computadora los ayuda a compensar tensiones musculares, así como el estrés sobre la vista y el sistema nervioso. Los ejercicios son los mismos tanto para chicos como adultos.

GIMNASIA EMOCIONAL

Enfocada en entender nuestras emociones y aprender a manejarlas, la gimnasia emocional –basada en la neurociencia y la educación emocional– activa nuestro cerebro y lo entrena como un músculo más del cuerpo. Lo saca del piloto automático y hace que genere nuevos puentes neuronales, lo que nos da conciencia, atención y poder sobre nuestras decisiones. Esto hace que podamos tener herramientas para enfrentar adversidades y gestionar emociones obstructivas. Cuando tenemos la capacidad de entrenar lo que sentimos, la creatividad, la flexibilidad y la innovación; nuestro sistema inmunológico se ve beneficiado, así como nuestras relaciones y la energía. En general, todos somos analfabetos emocionales, nadie tuvo este tipo de educación. Antes, nuestra vida estaba totalmente automatizada, era muy lineal.

El entrenamiento de gimnasia emocional propone un 80% de práctica y un 20% de teoría y parte de un modelo de competencias: la conciencia emocional, la regulación emocional, la autonomía emocional, las competencias socioemocionales –cómo nos relacionamos con el exterior– y las habilidades para la vida y el bienestar. Los talleres que se ofrecen tienen dos meses de duración, porque el entrenamiento de la mente –tal como el deportivo– requiere tiempo y dedicación.

Gimnasia mental para gestionar las emociones

Gimnasia mental para gestionar las emociones - Créditos: Ilustración de Caribay Marquina.

MENTES FLEXIBLES, SKILLS DEL FUTURO

En el futuro próximo, tener un cerebro más creativo y adaptado va a ser prioritario para la funcionalidad de las empresas, así como para manejar los vaivenes de la vida cotidiana. Por lo tanto, la necesidad del upskilling y reskilling, enfocado en la empleabilidad, será inevitable. Tenemos que activar nuestro cerebro, que se resiste al cambio con hábitos automatizados –para ahorrar energía–, y ejercitarlo. Rediseñarlo para construir nuevas autopistas neuronales y salir de la red neuronal por defecto de nuestros hábitos y comportamientos –el famoso piloto automático–. A partir de estudios neurocientíficos, se pudo comprobar que el cerebro es plástico, por lo tanto, podemos aprender toda la vida. Es más, se demostró que el neocórtex se termina de formar a los 21 años y en algunas personas se puede extender hasta los 28 o 30 años. Por otro lado, el avance de la epigenética comprobó que no estamos determinados por nuestros genes sino que el entorno nos define mucho más: qué aprendemos, con quién nos relacionamos, cómo nos alimentamos.

Saber esto es fundamental para el mundo laboral que nos espera. Lo tecnológico va a cambiar constantemente y el ser humano, que vuelve a estar en el centro, va a marcar la diferencia según cómo se entrene, cómo utilice su creatividad, cómo pueda improvisar sobre la marcha, ejerza liderazgos más empáticos, aprenda constantemente y trabaje en red. También, en la resiliencia de cómo generar nuevas oportunidades y proyectar a futuro, el pensamiento creativo, lateral, el equilibrio emocional y la curiosidad. Para todo eso, tendremos que permitirnos equivocarnos, romper la linealidad de la era de la excelencia de la que venimos y animarnos a innovar.

Ya se demostró cómo con ejercicios específicos podemos llegar a tener la capacidad y la conciencia de definir cómo nos sentimos. Y no solo eso, podemos ser responsables de generar sentimientos para favorecerlas.

CÓMO GESTIONAR NUESTRAS EMOCIONES

Somos seres emocionales casi en nuestra totalidad, nuestra parte cognitiva, que está en el neocórtex, ocupa el 5% del cerebro. En cambio, nuestro cerebro límbico (el emocional) está siempre a tope. Sin embargo, nos cuesta mucho gestionar, definir y entender lo que nos pasa. Y esto se da porque nos enseñaron a reprimir o suprimir nuestras emociones. Pero es momento de rediseñar y entrenar nuestro cerebro para revertir esta situación. Te contamos cómo gestionar nuestras emociones:

  • Sentí, pará, respirá y después, actuá. Cuando sientas una emoción, primero focalizá tu atención en identificarla. Una vez que tenga nombre, ya es un sentimiento. Recién después, respondé.

  • Prestá atención al diálogo interno. ¿Qué te estás diciendo? Si notás que es negativo, reemplazalo por mensajes positivos para conectarte con emociones más facilitadoras.

  • Sentido del humor y risa. Podemos usarlos como herramientas ante un estado de malestar. Hay que utilizarlos cuanto menos ganas tengamos. Al sonreír, le damos una información diferente a nuestro cerebro, que reacciona en consecuencia y favorece el estado de ánimo.

  • Cerebro plástico. Está demostrado que tenemos la capacidad de generar nuevas neuronas y que el entorno nos condiciona. Por lo tanto, ser conscientes y decidir qué calidad de vida queremos, cómo nos hablamos, ejercitar nuestro cuerpo, nuestra mente, tener una alimentación saludable, una buena calidad de sueño, una relación equilibrada con otras personas y tener proyectos que nos ilusionen serán claves para trabajar la flexibilidad y cambiar ante algo que no nos haga bien. •

Expertas consultadas: Gabriela Hostnik. Especialista en inteligencia emocional y entrenadora de gimnasia emocional (www.gabyhostnik.com.ar). María Navarrete. Profesora de la Universitat de Barcelona en Gimnasia Emocional.

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