Florencia Gastelu es budista. Vivió algunos años afuera y ahora está instalada en Buenos Aires, en este depto que la representa por completo. Trabaja como productora de publicidad en Landia y tiene el ojo entrenado para lo estético, porque, además, hizo varios cursos de diseño. En su departamento de dos ambientes, este rincón es su espacio sagrado: acá medita y tiene su propio altar budista. La biblioteca de madera maciza la diseñó con su amigo Sebastián Beretta y es algo así como la vidriera de su vida: tiene sus objetos más queridos, fotos, recuerdos de viajes y libros de budismo, deco, arte y fotografía.
"Me encanta el nesting. Puedo estar todo el día en casa sin salir e irme a dormir feliz".
Una biblioteca que es aparador y funciona como muestrario de su vida. Toques de verde natural (La Jardinera Fiel). - Créditos: Magalí Saberian. Producción de Flor Vicente Lago.
Su preferido: un mala budista que compró en un monasterio en Katmandú, Nepal, donde vivió con monjes budistas durante una semana. "A este espacio le doy identidad para meditar, prendiendo velas y escuchando mantras o apps con sonidos de la naturaleza". Florencia comparte su casa con sus dos perros, Tara y Bodhi. "Me encantan los animales, también los tengo en formitas de porcelana: conejos, elefantes, gatos y hasta una lechuza, que es fuente de sabiduría". Son objetos de valor para ella, y los recibió de regalo o los compró en distintos lugares del mundo: desde Sudáfrica hasta el Barrio Chino porteño.
Cuando Flor invita a sus amigos a su casa, le gusta preparar este rincón con velitas y sahumerio. Pero ella no cocina; prefiere que lo haga otro con las especias que sobran en sus estantes, y que le encantan.
El depto de Sofía Costa en Palermo
Créditos: Magalí Saberian. Producción de Flor Vicente Lago.
Sofía Costa sintió que era su hogar apenas entró, y no quiso seguir buscando: "Sabía que acá iba a ser feliz, y no me equivoqué". Este departamento es el oasis de su rutina agitada como trade marketer de Johnson & Johnson. "Fue el primero que vi, y el único. Enseguida me visualicé viviendo acá", agarega. La luz natural que baña cada ambiente, la vista amplia (a pesar de que es un contrafrente) y el silencio, poco habitual para un depto que está en medio de la ciudad, la cautivaron. "¡Hasta se escuchan los pajaritos!". Para su cuarto, Sofía eligió una base de colores claros y otros un poco más fuertes para los detalles.
"Siento bienestar y orgullo por haber logrado un lugar que me da paz y alegría".
Cortinas heredadas, cómoda de estilo provenzal que compró por Facebook y pie de cama (Arredo) en rosa fuerte. - Créditos: Magalí Saberian. Producción de Flor Vicente Lago.
"Como trabajo todo el día afuera, necesitaba un espacio dentro de casa para desconectarme y bajar los decibeles". Y este es el lugar donde se relaja, donde se sienta a escuchar música, a leer y a probar distintos aceites aromáticos que colaboran con el clima de calma. Los motivos botánicos también aportan a la sensación buscada, tanto en el cuadro que le pintó su amiga Agus Salas como en el silloncito que heredó de su abuela: "Me encantan esas cosas que te llevan a una persona o a un momento, por el amor que hay detrás". Sofi modernizó el sillón a partir de una inspiración de Pinterest: buscó hasta encontrar este género amarillo con hojas y libélulas, que le pone el tono a toda la decoración del cuarto. Los fines de semana elige programas que no requieran alarma, porque le gusta pasar la mañana lenta, desayunar en la cama y leer el diario. "A partir del mediodía, activo".
El depto de Juana Arata en San Isidro
Juana Arata es maestra y la mayor de cinco hermanos. Vive sola desde hace un año: "Éramos muchos y necesitaba mi espacio". Tuvo la idea en mente mucho tiempo, pero recién pudo concretarla cuando encontró este lugar, después de ver muchos. "No dudé: cocina grande y a una cuadra del trabajo, ¡pura ganancia!". Cuando vuelve a casa, pone música y empieza a cocinar. Es su momento y le encanta. Su espacio preferido lo armó con objetos heredados y otros hand made. "Mi novio, Patu, hizo los muebles. Yo me doy más maña con otras cosas", como las cortinas, que tienen su propia anécdota:
"Un día, una vela de canela voló por el aire y manchó piso, paredes y cortinas"; entonces, Juana compró un género de aspecto vintage y las recicló.
"Las BKF me las regalaron a los 10 años. Cuando me mudé, las ‘aerosoleé’ con chalk paint para darles una onda medio batik".
Desde que se mudó, su casa es la sede oficial de las reuniones con amigos: el menú, brochettes de pollo by Juana, porque son fáciles de comer sentados en torno a la mesa ratona. "Cuando vienen, la noche se estira. La casa siempre se presta para la charla larga". A ella le gusta darle calidez con los detalles y la música. Su objeto fetiche es el tocadiscos, que le regaló su novio: "Vi esta versión reversionada en un viaje y me enamoré". Los primeros vinilos se los trajo de la casa de su mamá y tiene muchos buenos originales. Después, sumó otros a su colección: B.B. King, Tracy Chapman y Norah Jones. "Ahora, tengo un nuevo hobby: buscar lugares donde comprar vinilos. Algo que pienso seguir haciendo por mucho, mucho tiempo".