Dinero y pareja: "Todo lo pago yo"
¿Qué sucede cuando lo económico se convierte en un punto de conflicto en la pareja?
20 de julio de 2017
Todo está perfecto hasta que llegan las cuentas, y lo que era un clima amoroso se vuelve pura tensión frente a un tema, que si la pareja no logra resolver, pasa a ser una verdadera bomba de tiempo. Sin dudas, las cuestiones financieras dentro de una relación, no son asunto menor, porque forman una parte esencial de su dinámica diaria. A veces, los problemas se centran en no querer ser “el que siempre paga”, otras en que uno de los dos gasta más de lo esperable, también en cómo van a manejar sus ahorros, y así una gran cantidad de escenarios que se abren a partir del comportamiento de la pareja respecto al dinero.
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Vamos comenzar remarcando que no hay fórmulas mágicas para que una relación coincida en este aspecto, ni tampoco lo que funciona en una pareja es siempre aplicable en otra. Es importante ante todo tener presente que se trata de un equilibrio que construyen dos personas que se eligen, y que deben intentar adoptar una rutina en la que ambos se sientan a gusto.
Hasta acá en teoría, todo parece simple, pero a la hora de bajarlo a la realidad, estallan los problemas.
Cuentas claras
Cuando el punto económico no está claro dentro del vínculo, no importa las discusiones que conlleve, siempre terminará en un enojo entre las dos partes. Ninguna situación se puede resolver si en lugar de buscar soluciones quedamos atrapados en la confrontación. Esto sucede con todos los temas, pero en especial con el económico, dado que no tiene carácter transitorio, sino que por el contrario, va a estar presente en la agenda diaria de la relación.
La Importancia de elaborar acuerdos. La identidad de una pareja radica en sus acuerdos. Hay algunos que son implícitos, y no se llevan al planteo porque son funcionales para los dos miembros de la pareja, pero hay otros que es necesario hablarlos para que ambos sean conscientes de lo que cada uno piensa. Cuando sentimos que económicamente nunca nos entendemos, no debemos dar por sentado que el otro sabe lo que nos molesta, es necesario no usar el conflicto como disparador de una pelea, sino como la oportunidad de lograr conocer cuáles son los puntos que nos hacen diferentes.
Cómo ponerse de acuerdo
No evitar el debate. Si entre los dos no podemos hablar de estas cuestiones porque siempre lleva a discusiones interminables, lo que hacemos es afianzar la situación conflictiva. Como pareja debemos centrarnos en desarrollar un abanico de alternativas posibles, para saber con qué herramientas contamos para abordar el problema.
Ser claros con las medidas que se adopten. Siempre las reglas deben ser compartidas y aceptadas por los dos miembros de la pareja desde el momento inicial que eligen establecerlas. Intentar plantear soluciones y que después no se cumplan, es más desgastante para la relación que el conflicto en sí.
No hay uno que tiene razón y otro que es culpable. No es un problema de uno de los miembros de la relación. Cuando estamos en pareja y se genera una crisis porque no estamos de acuerdo en un aspecto en particular, el conflicto es compartido, porque nos va afectar a los dos. Ambos debemos comprometernos en trabajar juntos para lograr un nuevo punto de equilibrio.
Ser flexibles. Siempre para a llegar a un acuerdo y más en el manejo de lo económico, la pauta no sólo es poder escuchar al otro, sino también ser permeables a sus críticas. Si no logramos esto, nos vamos a quedar sujetos, una y otra vez, a rutinas que alimentan la dinámica conflictiva.
Es imposible hacer generalizaciones de este tema, porque cada relación convive con diferentes variables respecto a lo económico. Aprender a administrarse en pareja no es algo simple, porque muchas veces el manejo del dinero tiene que ver con la independencia de cada uno y con sus proyectos a corto y a largo plazo. Por eso es importante siempre tener presente que cuando nos elegimos para compartir la vida juntos, vienen latentes un montón de asuntos que requieren la construcción de una nueva lectura en la que los dos participemos activamente, sin intentar poner ninguna visión sobre la otra. La manera con la que juntos logremos abordar las dificultades, será lo que le dará nuestra impronta única al vínculo, porque como se suele decir: la fuerza de una pareja no está en lo que alcanza, sino en lo que supera.
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