Con la masividad de Internet, de los dispositivos móviles, el aumento de las horas de consumo de contenido y el impacto de las redes sociales, la TV tuvo su propia revolución que llegó para destruir la pantalla chica y transformarla en algo gigante. Conocida como la era del "peak TV", podríamos decir que se caracterizó por la multiplicidad de dispositivos, los estrenos a nivel mundial y en simultáneo, el
binge watching y el contenido on demand. También por una cantidad de
nuevas series a la cual es imposible hacerle frente, por la creciente necesidad de suscripciones individuales y, aun así, la sensación de nunca encontrar qué mirar. Fue así que la conocida "
guerra del streaming" hizo sonar sus primeros tambores de batalla y, más allá de las proyecciones que podemos hacer, todavía no queda claro cómo va a terminar.
A medida que el índice de encendido de la televisión tradicional sigue bajando, también los usuarios aceptamos el hecho de que vamos a tener más de una suscripción a un canal de streaming. Fórmula que, económicamente, nos deja parados más o menos en el mismo escenario. Sin embargo, esta
guerra de las plataformas tiene dos preguntas vertebrales cuyas respuestas terminan definiendo a qué nos sumamos y qué dejamos de lado:
Las nuevas plataformas no dejan de experimentar con "nuevas-viejas" formas de consumo. Entre las de mayor impacto está la futura cancelación del binge-watching al dejar de liberar temporadas completas en un solo día, ya que esto no es redituable y no retiene al usuario por suficiente tiempo. También sigue la búsqueda de nuevas maneras de monetización (¿se acuerdan de la pausa publicitaria que todos usábamos para ir al baño o buscar algo para comer?, bueno, eso mismo), así como también la loca idea de Netflix de ofrecer a sus suscriptores la
opción de hacer zapping en su catálogo y así navegar sus títulos.
En este contexto no sería extraño que opciones como Flow, Movistar Play y Claro Video tomen fuerza y también tengan sus propios competidores. O sea, ecosistemas enteros con propuestas modulares en donde uno puede elegir sus diferentes suscripciones pero que todas ellas convivan en una plataforma que funciona como un único acceso. Algo así como una televisión 4.0 que se parece mucho a aquello que anonadó a nuestros hijos y sobrinos, pero que para nosotros fue lo más normal del mundo (y quizá vuelva a serlo).
Aunque no hay respuestas absolutas y hoy el promedio de suscripciones es de tres, en este contexto también nace la nueva figura del "suscriptor golondrina". Gracias a la facilidad de la autogestión con la que uno mismo puede dar de alta o cancelar su acceso, la fidelidad a una marca es puesta en cuestión. Impulsados por un estreno en particular, por una oferta conveniente o, simplemente, para ver qué hay de nuevo; cada vez más son los espectadores que no se casan con nadie y salen a jugar con todos.
Si bien pareciera que las nuevas plataformas dejan todo el poder de decisión en nuestras manos, también tienen sus propias reglas de juego y sus estrategias de marketing que logran que seamos libres de elegir, pero, a la vez, estemos cada vez más atados a consumir más de una opción y sentir que nunca es suficiente. Habrá que aprender a ser conscientes de cuánto realmente llegamos a aprovechar y elegir analizando todas las posibilidades disponibles.
Hay muchas aplicaciones de trackeo en donde podés ir anotando qué series viste, pero con el correr de los años TvTime se convirtió en una de las herramientas favoritas. Gratuita y fácil de usar, una de sus funciones más copadas es que incentiva el intercambio de opiniones sobre lo que miraste y te ayuda muchísimo a descubrir títulos nuevos.
@tvtimeapp.
Por Jessica Blady. Periodista, editora de La Cosa Cine.
Con el correr del tiempo, las brechas tecnológicas se fueron achicando. Más cuando hablamos de medios de comunicación o comunicaciones en general. En este contexto, la televisión tal cual la conocemos (en su definición más clásica y que a muchas de nosotras nos acompaña desde la niñez con sus canales de aire) mutó y hoy sería imposible decir que nuestro consumo es "tradicional". Quizá en ese punto es donde reside el cambio más drástico del formato: no solo se diversifica cómo miramos ficciones, sino también los medios de producción y sus plataformas de distribución. Entonces a nosotras, como espectadoras, nos queda adaptarnos y elegir nuestra plataforma favorita. Porque por ahí también pasa "lo que se viene": una pantalla televisiva que se ajusta a la aparente conveniencia del usuario (biblioteca de títulos ordenados y manipulados por los algoritmos, la cadencia de estrenos, los nuevos formatos y las múltiples pantallas) y ya no tanto a un espectador ávido de entretenimiento.
Experta consultada: Jessica Blady. Periodista y editora de La Cosa Cine. Además, la autora de la nota es Lic. en Comunicación especializada en cultura.