No sé cómo va a terminar mi historia… La mayoría de mis compañeras del secundario se están casando, Facebook me regala esas imágenes día a día. Yo no sé si me casaré, pero Pedro me abraza casi todas las noches. Con eso, por ahora, me basta.
Cuando pensé en escribir este blog estaba triste y cansada de que todas las cosas me salieran mal. También pensé que contándolo iba a encontrar gente que se iba a sentir identificada, algunas me iban a bancar y otras a criticar (aunque la verdad, nunca pensé que iba a encontrarme con insultos!) A veces es difícil recibir críticas, lo admito. A veces construyen otras destruyen.
La idea del blog era intercambiar, reírse, contar anécdotas. Es increíble como las cosas comunes de la vida a veces parecen ajenas, pero no chicas, soy real.
Las historias son de verdad y la verdad a veces es mucho más increíble que la ficción. Y los estereotipos –tantas veces criticados- son geniales porque respetan a la perfección los detalles: el hippie tiene barba, el rugbier come mucho, el intelectual lee… Capaz que mi hippie para ustedes tendría que haberse vestido de Versace, pero no, como es de verdad, tenía barba.
La iniciativa era conectar, contar cosas que pasaron como un disparador para acordarse de una anécdota, criticar una actitud, reírnos de nosotras mismas.
Al grupo de mujeres que leyeron el blog y se divirtieron o se sintieron identificadas, a las que las sacó un rato de su rutina, les agradezco haber estado ahí. Algunas me compartieron sus desdichas, otras me contaron mejores experiencias. A las primeras les digo que si todavía no les pasó, dejen de pensar que eso no puede pasar. En algún momento, sin que te des cuenta, de repente, pasa.
Por suerte a Olivia del montón, le pasaron cosas del montón y por fin encontró un amor correspondido. Hoy, es todo lo que les quiero contar.
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