
Hombres cavernícolas: amarlos como son
No los vas a ver preocupados por su look ni enroscados con temas existenciales, pero tienen un corazón todoterreno.
16 de mayo de 2017 • 00:20
Salís con el opuesto al metrosexual. Jamás lo vas a ver dudando sobre un outfit un sábado a la noche. Estamos frente al cavernícola modelo siglo XXI: que nos hace sentir protegidas, que tiene espalda para bancarse la que venga, que desconoce el miedo..., y de repente no sabe cómo consolar nuestro llanto, se tira eructos y jamás se da cuenta de que nos pusimos un vestido nuevo. ¡Y lo amamos así! Acá, un perfil de ese rústico que adoramos.

Créditos: Anahí Bangueses Tomsig. Producción de Natalia Señorales
No le jode mi celulitis
Nunca va a reparar en si tenemos más o menos piel de naranja. Es casi imposible que ponga su atención en algo que para él no tiene importancia. Para él, te ves siempre divina. Ojo, que tampoco repara demasiado en su propio look. Va a la peluquería cuando el pelo le da calor y no usa chombas porque le molestan los cuellos. Básicamente, antepone lo práctico a lo estético. Si le consultamos qué outfit nos queda mejor, te dice: “Ponete lo que te quede más cómodo”. Creele: para él, ir de tu mano por la calle demuestra que le encantás y que sos la mujer que lo enamora, te pongas lo que te pongas.
Es medio escatológico
Se desabrocha el pantalón y se despacha con un eructo. Vos podés ser del #teamprovechito o decirle que lo escatológico te la re baja. ¿Otra vez no levantó la tabla del inodoro? ¿Se toca el bulto? A algunas nos puede parecer una cuestión sin importancia. Pero a otras nos jode esto de bancarnos sus “sinfonías escatológicas”; se nos juega una cuestión de respeto y modales. Si se lo planteamos, él probablemente levante el guante; nuestro cavernícola se esfuerza para complacernos y quizás esta sea una oportunidad para demostrarnos que registra lo que le pedimos.
Es mi macho proveedor
El cavernícola es un hombre al que le gusta dar. Del otro lado, nosotras; las multitasking que nos las arreglamos solas, que no necesitamos de nadie..., aunque a veces terminemos agotadas. ¿Por qué nos cuesta tanto dejarnos mimar? Está en el ADN del cavernícola ser un proveedor y correrlo todo el tiempo de ahí puede hacerlo sentir invalidado. Y esto no se trata solo de lo económico, también incluye aceptar su suéter si tenemos frío (aunque nos quede como una carpa) o pedirle que nos acompañe al médico. Ejercitemos el lugar de recibir, aunque sea solo de a ratos. Si estuviésemos hoy en la época de las cavernas, no cabe duda de que también saldríamos a cazar –y ellos lo saben–. Pero dejemos a veces que nuestro Picapiedras nos cuide y recibámoslo como un regalo.
Es muy simple
Ya lo sabés: él va más suelto por la vida. O es blanco o es negro, no hay mucha vuelta. No se queda rumiando sobre un tema, sino que va al pie cuando algo le jode. Esta practicidad también hace que deje ir lo innecesario en su vida o las relaciones tóxicas. Por eso, si nos mambeamos con algo, él puede ser nuestro cable a tierra. Aprovechemos este costado más “corta la bocha” para pedirle consejos para resolver algunos issues, especialmente en el laburo, y para sacarnos de encima mochilas pesadas que cargamos innecesariamente.
Le encanta el mañanero
En lo sexual, el cavernícola disfruta de olores, ruidos, texturas, sabores, y todo sin ningún prurito. Tenelo como aliado para explorar nuevos terrenos y correr ciertos límites, redescubriendo el sexo desde un lugar más salvaje e instintivo. Él puede haber tenido el peor de los días, pero logra abstraerse si pinta un rapidito a la mañana. A nosotras nos cuesta más el switcheo: así como algunas veces lo despertamos con unos mimos sorpresa, hay veces en las que solo queremos cucharear.
Tiene códigos
Es de los que no perdonan traiciones, respeta el terreno del otro y sale a bancar a un amigo que lo necesita. Las juntadas con el grupo lo encuentran en su hábitat natural: no solo despliega al máximo su ser cavernícola, sino que además son un espacio en el que circula la confianza para expresar sus preocupaciones y conflictos. Nosotras podemos insistir con que haga terapia o querer ir a fondo si lo vemos malhumorado, pero lo más recomendable a veces es respetar su silencio y darle el tiempo que necesita para sacar lo que le pasa.
No se banca que llore
Estamos mal y él no sabe cómo manejar ese llanto, no sabe qué decir o cómo ahondar en nuestra angustia porque rara vez se permite llorar. ¿Nos jode? Puede que sí. Sin embargo, estamos junto a un tipo afectivo que quiere cuidarnos más que los hombres de tendencia narcisista. Quizá necesite una hoja de ruta que lo ayude frente a una emoción que le es tan ajena. Contémosle que cuando estamos tristes necesitamos su contención. Acordate de que no es un hombre de palabras, es un hombre de acción. Pedile que la próxima vez que llores te abrace fuerte o te ayude a salir de ahí: yendo a tomar algo, comer por ahí o caminar un rato. OK, quizá no sea el novio más conversador, pero ese chocolate que te regaló es su manera de decirte: “Estoy acá con vos, tranquila”. El amor del cavernícola es así: tan rústicamente tierno que enamora.
en el lugar del otro
Por Omar Amador Alva Lilué, psiquiatra: "Las diferencias de los cerebros masculino y femenino se resumen en una: el femenino tiene más conexiones y menos neuronas y el masculino tiene más neuronas y menos conexiones. Y ambos funcionan distinto: el masculino tiende a analizar menos variables que el femenino: esto le permitió enfrentar mejor las situaciones ancestrales, como la caza y la lucha. Por otro lado, el cerebro femenino fue necesario para que la mujer generara un vínculo cercano y empático para lograr su desarrollo y asegurar así la supervivencia.
¿Qué nos dice esta diferencia biológica? Que mientras vos analizaste diez variables, él analizó una. Entonces, las mujeres se quejan porque ellos no las escuchan; y los hombres se quejan de que ellas se hacen problema por todo. ¿Cómo le encontramos una vuelta? Hay que trabajar para que cada uno se ponga en el lugar del otro: él tiene que comprometerse a escuchar activamente lo que vos le decís, a la vez que vos te comprometés a elegir lo que consideres más importante para hablar con él. "
¿Tenés un hombre así al lado tuyo? ¿Lo amás tal como es o siempre estás intentando "refinarlo"? También leé: ¡Basta de juzgarnos entre mamás! y Esther Sanz: "Generamos un impacto en la vida de otra persona"
Experta consultada: Beatriz Goldberg, psicóloga y escritora, autora del libro No les tengo envidia a los hombres, Dr. Freud.
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