María Eugenia y Emiliano, de Tinder a convivencia y familia ensamblada. - Créditos: Gustavo Sancricca
Sí, ya arrancó septiembre y el amor se respira en el aire. Por eso, decidimos hacer un portfolio de distintas historias en donde cuatro parejas nos cuentan su universo y su forma de vivir lo que les pasa. Arrancamos con la de nuestra editora, Euge Castagnino, que conoció a Emiliano Muccillo en Tinder y hoy, luego de dos años de ese primer match, conviven juntos en Palermo con sus respectivos hijos.
El match
"Ahora que ya llevamos juntos un poco más de dos años, vamos a decir la verdad: hicimos match en Tinder, pero cuando empezamos a chatear la cosa no fluyó demasiado. Uno escribía, el otro respondía a destiempo y con monosílabos... y un poco que dejamos de darnos bola. Pero fue otra red social –esta vez, Facebook y sus locos algoritmos– la que insistió hasta el cansancio sugiriéndonos como amigos (porque compartíamos un contacto en común), así que tuvimos una revancha virtual: una noche cualquiera nos colgamos hablando de Perdidos en Tokio –la peli de Scarlett Johansson y Bill Murray, una de las favoritas de los dos– y cuando salió el sol todavía seguíamos pegados a nuestras pantallas, con esa sensación de familiaridad y de sintonía fina, de risas y gustos compartidos.
"Este amor nos eleva, nos desafía todos los días y es, al mismo tiempo, el refugio que más cuidamos". - Créditos: Gustavo Sancricca
La primera cita
A la semana siguiente, hablamos para concretar el "face to face"; ya teníamos ganas de vernos las caras y comprobar si la onda era real o si habíamos construido un ideal romántico en nuestras cabezas –todos los que alguna vez usaron una app de citas saben bien que del chat al encuentro en vivo hay un laaargo camino y que todo puede caerse en un segundo, como si fuera un castillo de naipes–. Una noche de sábado quedamos en vernos pasadas las 12 en un boliche de San Telmo; cada uno iba a ir con amigos, también como una excusa para relajarnos y no sentir la presión extra de una primera cita.
"¿Te puedo besar ahora o tengo que esperar mucho más?", fue lo primero que él me susurró al oído, cuando todavía no le había visto la cara. Me di vuelta y ahí, sin decir mucho más y mientras sonaba en vivo una banda punk en el escenario, nos chapamos por primera vez.
La familia ensamblada
Desde esa noche, no nos separamos más. Empezamos con el vértigo casi adolescente –aun cuando estábamos más cerca de los 40 que de los 20–, y el tiempo compartido hizo que rápidamente sumáramos a la historia a nuestros respectivos hijos: Luca, de 16, Valentino, de 13, y también a Miguel, nuestro gato (¡que también quiso posar con nosotros en la foto!).
Pasaron un poco más de dos años desde esa noche y miles de aventuras, sueños y proyectos en el medio: nos mudamos dos veces, viajamos juntos, nos peleamos, nos amigamos, nos reímos, lloramos, aprendimos, y nos seguimos eligiendo y cuidando todos los días.
Tenemos todo lo que soñamos y más: una familia, un hogar que nos hace bien y –como tenemos sangre tana– la fantasía de casarnos en Roma... ¿y tener otro hijo? Bueno, quién sabe...".
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