Todos los granos que componen la costa de Miami Beach fueron puestos ahí por los hombres - Créditos: Shutterstock
Muchísimos argentinos viajan a Miami por año pero pocos de ellos saben su gran secreto: la arena de sus playas es tan natural como sus edificios de vidrio. El océano se está comiendo la costa a la velocidad de 0,84 centímetros por año, lo que lleva a permanentes inversiones para recrear el paraíso. Cada grano que compone la playa fue puesto ahí por una mano humana.
Esto viene sucediendo desde 1970, cuando dejaron de intentar armar "fuertes" con piedras para frenar el avance del agua y se decidieron a agregar arena. Un estudio hecho por el sitio The Verge , explica cómo esta práctica representa un compromiso enorme: una vez que una playa se rellena es necesario seguir haciéndolo para mantener su equilibrio y la arena no es un recurso infinito.
No toda la arena es igual y solo algunos tipos "funcionan" para una playa. "Olvidémonos de los miles de kilómetros de dunas que hay en el desierto del Sahara o en de Gobi, esos granos son demasiado suaves (...) Las piedras gastadas por el cauce de las olas y los ríos a lo largo de miles de años son ideales, pero aún así, tienen que ser el tipo adecuado. Si los granos son muy pequeños, desaparecen más rápido; si son muy grandes, no se logra la pendiente suave, típica de la playa".
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Arena perdida
Lo ideal es que la arena que se use sea lo más similar a la original, para no dañar el equilibrio del ecosistema. ¿Por qué se dice que se puede acabar? Porque cuando el océano se la lleva de la costa, muchas veces termina a una profundidad que la hace irrecuperable para los humanos.
Aún si se combate el cambio climático, el océano seguirá subiendo. Y la ironía es que para poder bancar la inversión (con minas trabajando para crear toneladas de arena perfecta), tienen que seguir construyendo edificios que generen ingresos a la ciudad. Es decir, ganándole más espacio a la playa que está acorralada entre los condominios y el mar.
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