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Pedí feedback a los que más te conocen para mejorar

Lográ una percepción más completa de vos misma a través de las críticas constructivas de quienes vos valores. una mirada sin orejeras para alcanzar una visión más correcta.




Aprendé a recibir las críticas constructivas

Aprendé a recibir las críticas constructivas - Créditos: Anahí Bangueses Tomsig Producción Maca y Xime Ibáñez


Por María Eugenia Castagnino
Sabemos mucho de nosotras mismas. Es súper lógico, nos conocemos mejor que nadie en el mundo y nuestra conciencia cuenta con un pilón gigante de certezas que venimos acumulando y que nos va dictando quiénes somos y las ideas que tenemos sobre nosotras y los demás. Y aunque parezca que sabemos tanto, no es suficiente. O directamente nada tiene que ver con la realidad. El periodista David Brooks lo describe bien en su libro El animal social: "La mente humana es una máquina de aumentar la confianza. El nivel consciente se da crédito por cosas que no hizo e inventa cuentos para crear la ilusión de que controla cosas que realmente no determina". El ser humano es incapaz de registrar un sistema complejo desde muchos puntos de vista, por eso solemos simplificar la realidad. ¿Conclusión? La "verdad" es un invento y es imposible ver la totalidad con claridad. Y acá queríamos llegar. Porque el feedback propone justamente eso: ampliar y enriquecer tu comprensión del mundo y de vos con las certezas de los otros. La propia etimología de la palabra lo dice: feed en inglés significa "alimentar". Pero... ¿por qué, entonces, hay que pedirlo? ¿Acaso no existe una especie de feedback tácito en todos nuestros vínculos? ¿No provoca que nos alejemos enseguida una relación en la que no existe un ida y vuelta? Claro que sí. Si observás con atención, tu familia, tus amigos, tu pareja y hasta tus compañeros de trabajo viven dándote feedback, casi en piloto automático, y está bien que sea así, porque eso es lo que permite que las relaciones se vuelvan estables. Por ejemplo, esa amiga que te dice que estás demasiado acelerada y necesitás parar un poco, o tu pareja, que te llama la atención acerca de la forma en que les ponés límites a tus hijos... Pero hay dos problemas: uno es que ellos quieren llevarse bien con nosotras y no quieren lastimarnos, así que hay cosas que jamás nos dirían, y el otro es que nos resistimos a darle crédito a aquello que contradice nuestras certezas. Y así, ese feedback puede naturalizarse, volverse cotidiano y poco relevante.

Plan de visión completa

Te proponemos salir a la pesca de otro tipo de feedback, que te permita un trabajo interno real, tanto para vos como para aquellos a quienes se lo pedís. Se trata de rastrear cuáles son los temas de tu propia vida que quieras enfrentar, resolver y/o mejorar. Elegí algo que verdaderamente te importe, porque este feedback tendrá el propósito fundamental de nutrirte y ayudarte a trepar al próximo escalón. Puede ser lo que quieras: ser mejor en algún área de tu trabajo, limar asperezas en un vínculo con alguien, compartir las ideas iniciales de un proyecto nuevo o incluso cosas más cotidianas, como ser una mejor amiga o una mejor mamá. ¡Ojo! Armate de valentía porque puede ser que no todas las noticias sean buenas (¡si no, sería taaan fácil!), pero, si lográs capitalizar la mirada de los otros, aun viviendo en un contexto social tan individualista como el nuestro, podés adquirir un motor para evolucionar y ser mejor en tu vida. O sea, a la larga, vas a salir ganando.
Muchas veces las amigas son las que mejores consejos te pueden dar

Muchas veces las amigas son las que mejores consejos te pueden dar - Créditos: Corbis


¿Para qué sirve?

Mirada de 360°: vas a ampliar la conciencia de quién sos y cómo te movés en determinados ámbitos de tu vida, pero no se limita a tirarte flores o a criticarte, sino que debería servir para profundizar. Nos enseña que podemos estar equivocadas, que somos capaces de hacer las cosas mejor o que necesitamos evolucionar en algún aspecto. Un buen feedback debería tener siempre los dos componentes –lo bueno y lo malo, lo lindo y lo feo–, si no, quizá te convenga dudar un poco.
Propone un diálogo interesante entre lo objetivo y lo subjetivo: hay datos, hay hechos, hay acciones concretas, pero también vas a encontrarte con interpretaciones y opiniones muy personales de esa persona que elegiste para que te diera feedback. También puede sorprenderte: "Uh, nunca me habían dicho esto", y abrirte a aspectos tuyos que incluso desconocías. También recordá que el feedback siempre es subjetivo, o sea, creételo, pero no te olvides de que se trata de la opinión de una persona tan limitada como vos, que ilumina otra parte de lo real.
Es una manera de brindar reconocimiento a los demás: está claro que si vas a pedirle a alguien una devolución, la palabra de ese alguien te importa. Y mucho. No le vas a ir a pedir feedback a alguien en cuyo criterio no confíes. Está bueno que la otra persona sepa leerlo de esa manera y que le transmitas lo importante que es para vos saber qué piensa. En definitiva, el feedback te acerca a alguien y te permite demostrarle tu aprecio.
Hacer foco: es una herramienta de zoom para aquellas áreas de tu vida que no fluyen, que están trabadas o en las que sientas que necesitás avanzar o buscar nuevos caminos. Por ejemplo, si hace quince años que trabajás en la misma empresa y ves pasar los ascensos al lado tuyo pero a vos nunca te toca, quizá sea momento de pedirle un feedback a tu superior. También es válido para los nuevos comienzos: para ver si estás bien encaminada o si hay cuestiones que ajustar o a las que hay que darles una nueva dirección.

¿Cómo pedirlo?

Hacé una cita por anticipado. No sirve de nada tirarle a tu feedbackero una pregunta que requiera cierto análisis. Porque lo más probable es que la otra persona responda para salir del paso y no con verdadera profundidad. Llamá unos días antes y contale que querés juntarte con él/ella. Incluso tirale una punta acerca del tema, así el encuentro es fructífero.
Pedí con humildad y honestidad. Tranquilizá al otro con que tu pedido es real y mostrale signos de que realmente lo querés. Y pedí desde la conciencia de que vos también valés. ¿Esto qué quiere decir? No con la actitud de "yo, que hago todo mal, quiero que me digas cómo ser mejor". Existe toda una corriente dentro de la organización de las empresas, que sostiene que el acto de "pedir" también ayuda a construir mejores relaciones, tanto dentro como fuera de los espacios de trabajo.
Elegí a las personas indicadas. Esto es muy importante, porque mucho de lo que recibas también va a depender de esa relación. Antes de pedirlo, preguntate: ¿por qué me resulta valiosa la opinión de esta persona? ¿Qué me aporta? Y cuando estés con ella, decíselo. Y cuidado, porque tampoco es para todos; por ejemplo, evitá pedirles feedback a esas personas demasiado envidiosas o egocéntricas, porque no van a saber nutrirte y quizá, por el contrario, te bajoneen sin motivo. Recordá que vos sos la que construye a tu interlocutor. Si vos estás abierta y receptiva a lo que venga, la otra persona también lo estará.
Definí el QUÉ y el PARA QUÉ. Tenemos tantos frentes en nuestra vida que resulta complicado ser tan generales. Por eso, elegí el tema adonde querés apuntar el feedback –el trabajo, una relación de pareja, tu rol en la crianza de un hijo o cómo venís evolucionando en tus clases de yoga– y también con qué propósito lo estás pidiendo. A veces, sólo necesitamos un feedback-mimo, ese que nos levanta un poco la autoestima, mientras que otras veces es un feedback que viene en un momento de crisis, para romper estructuras o propiciar un cambio de rumbo, independientemente de que logremos llevarlo a cabo. Siempre tratá de elegir aspectos de tu vida en los que quieras lograr la excelencia, ya sean más abstractos (ser la mejor mamá) o bien concretos (tocar bien la guitarra).
Asumí cierto nivel de riesgo. Ir a pedirle una opinión a tu mamá o a esa amiga que siempre te banca en todas es muy poco valiente. Fijate que, en la elección del interlocutor, no estés garantizándote oír solo lo que querés escuchar.
No te quedes con una única opinión. El feedback puede contener errores. No existe UNA sola respuesta correcta, porque no se trata de un cálculo matemático. Es como cuando vas a un médico y pedís una segunda consulta; como se trata de devoluciones subjetivas –que, al igual que nuestras certezas, pueden no ser del todo verdaderas–, podés pedir feedback a varias personas sobre un mismo tema.
Escuchá a los que más te conocen y te quieren

Escuchá a los que más te conocen y te quieren - Créditos: Corbis


¿Cómo recibirlo?

No todo el tiempo estamos lo suficientemente permeables a recibir las opiniones de los demás. Muchas veces, preferimos proteger nuestras debilidades del ojo ajeno –por eso, las personas narcisistas le huyen al feedback– o también puede ser que, si estás pasando un momento difícil o de crisis, tampoco estés en el mejor contexto para bancártelo. Pero si ya lo pediste y viene, acá van una serie de claves para recibirlo:
Prepará tu mente. Antes de salir a buscarlo, fijate en qué estado está tu mente. Si está demasiado ocupada, con inseguridades o tuviste un día en el que estás enroscada con otro tema que te ocupa la cabeza, lo más probable es que no registres nada y que –peor aún– transmitas estas sensaciones hacia tu interlocutor.
Aceptalo. Con las buenas noticias no pasa nada. Sonreímos, agradecemos y solemos tener esa sensación placentera de "ok, voy bien". El tema pasa por saber procesar las malas, que a veces pueden cachetearnos sin aviso o resultarle una tortura a nuestro ego. La clave es estar permeables para escucharlas y tomarlas como un alimento, no como un látigo para seguir castigándonos. Nuestra mente tiene mucha hipersensibilidad a nuestros defectos y el dictador narcisista que vive en nuestro cerebro puede llegar a destruirnos si el feedback no es del todo feliz. Manejar estas emociones negativas es clave. Algunos estudios demuestran que las personas exitosas son aquellas que no tienden a lamentarse por cosas que hicieron mal ni reaccionan exageradamente cuando las cosas no salen como lo esperaban. En el otro extremo, el feedback positivo también puede ser peligroso si no sabemos recibirlo en su justa medida. Acordate del cuento El traje nuevo del emperador; los hombres de confianza del monarca, con tal de complacerlo, le alababan sin parar el fabuloso traje. El monarca les creyó todo sin poner en duda sus palabras, y finalmente salió a la calle totalmente desnudo.
No debatas. Lo mejor es recibir el feedback en silencio. Claro que nuestra naturaleza indómita va a reaccionar casi instintivamente en tu defensa a la primera cosa que escuches que no te gusta, porque en el fondo, te duele. Pero el primer paso para aceptar esas noticias feas es bancarse ese dolor sin chistar ni tratar de dar explicaciones. Dale la seguridad al otro de que lo que él o ella diga no va a ser usado en su contra ni va a terminar afectando el vínculo, porque eso lo único que construye son "lacayos del emperador", para quienes todo es divino y resplandeciente. ¿Y qué hacer, entonces, cuando lo que escuchamos no es 100% positivo? Relajate frente a lo imperfecto; no te ofendas ni te deprimas. Eso construye verdadera fortaleza. ¿Sabías que lo bueno y lo malo pueden convivir? E incluso llevarse bien.
Sé consciente de que no es definitivo. El feedback también es el resultado de una circunstancia puntual y siempre tendrá que ver con un contexto. El ser humano cambia todo el tiempo; es importante entender que ese feedback que pedís te va a estar hablando acerca de qué es eso que HOY le suma a tu vida o, por el contrario, qué es aquello que no te está sirviendo. Tené presente que eso puede variar mañana mismo.

¿Qué hacer con la respuesta?

A nosotras, incluso más que a los varones, nos encanta "sentirnos parte de". La sensación de pertenencia es un valor, y el feedback fomenta este ida y vuelta que nos hace sentir cómodas en una relación que fluye. Si un jefe o algún compañero te dice cómo podés mejorar, ¿no es también una forma de decirte que le importás, que está poniendo fichas en vos? Hay que saber interpretar y "desmenuzar" esa devolución para sacarle el jugo, porque el sentido profundo del feedback es que te ayude a ubicarte en la realidad y a cortar un poco con la ilusión en la que nos encanta vivir. Entonces, tomá eso lindo que te dijeron y regodeate, para generar entusiasmo, ganas y autoestima. Y usalo para perfeccionarte; si sos capaz de tomar un feedback y entrenarte en eso, vas a aspirar a la excelencia en lo que hagas. Malcolm Gladwell escribió en 2008 un libro titulado Los fuera de serie, en donde analiza todos esos factores que contribuyen a que determinadas personas se conviertan en hiperexitosas. Tomando y analizando casos como los de los Beatles, Bill Gates o Steve Jobs, Gladwell sostiene que jamás se logra la excelencia solo con los esfuerzos individuales, sino que es a partir de un montón de contribuciones de otras personas y de otras circunstancias. Hay que sacarle el foco a lo individual y dejar que los feedbacks de otros te nutran hasta la raíz, metabolizando y absorbiendo –al igual que cuando nos alimentamos– todos esos nutrientes que nos sirven y desechando los que no. Y a pesar del feedback, también es probable que sigas equivocándote. No te aflijas; el error es necesario en el proceso del aprendizaje. Y acordate: sin errores, no es posible crecer.
¿Cómo dar un buen feedback?
Experta consultada: Lic. Inés Dates, psicóloga

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