Pinamar: nuevas tendencias y curiosidades de la temporada 2017

La gran novedad de Pinamar este verano es la renovación del frente marítimo: se demolieron y reconstruyeron 23 de los 46 balnearios. Con materiales sustentables, especialmente mucha madera, los nuevos paradores quedaron pintorescos.

Eso sí: muchos no terminaron las obras antes de que empezara la temporada. En los primeros días de enero hubo escombros, materiales de construcción y bolsas de basura en varios tramos de la Avenida Del Mar, algo desprolijo para recibir a visitantes en una ciudad que depende del turismo y que apuesta mucho (o todo) al verano.

Llama la atención: hay mucha policía. Entre la Policía Local, el Grupo Local Motorizado, Prefectura y la Policía de la provincia de Buenos Aires, la sensación es que las fuerzas de seguridad están por todos lados. El Operativo Sol está a pleno en Pinamar. Según el intendente, Martín Yeza, "hay una cantidad récord de efectivos”, con 2100 hombres y mujeres destinados en este distrito, “lo que hace prácticamente que haya dos policías por cuadra".

Como en las zonas de médanos de Pinamar y Cariló hay muchos vehículos 4x4, parte del Grupo Local Motorizado se dedica a patrullar esas playas para constatar que los cuatriciclos, buggies, UTVs y camionetas sean manejados por adultos con casco. Aún así, LA NACION comprobó que decenas de menores de edad se suben a cuatriciclos de alta cilindrada en los médanos de la zona conocida como La Frontera, en el norte de Pinamar. Las autoridades aseguran: “No podemos poner un policía por familia”. En los primeros diez días de enero fueron atendidas en el Hospital Comunitario de Pinamar cinco personas por traumatismos provocados en accidentes con vehículos off road.

La renovación de los paradores trajo aparejado un relanzamiento de restaurantes, bares y chiringuitos que dan a la playa. En el balneario La Rada se instaló Demuru, originalmente de Cariló, que se destaca con su “cocina de autor” y un deck con vista al mar, El palermitano Trixie abrió en el parador El Signo. Sin embargo, todos los balnearios nuevos tienen oferta gastronómica renovada.

La otra novedad de este verano, tanto en la playa como en la ciudad, es la proliferación de carritos (foodtrucks), stands y viejos containers reciclados que ofrecen diversas comidas y bebidas. En la arena se impusieron los helados en palito: son furor entre chicos y grandes, aunque también hay dos stands en el centro de Pinamar: Guapaletas y Yolas Paletas. Los demás carritos, stands y containers están ocupados por pizzas, hamburguesas y cervezas.

Hasta el verano pasado había un solo bar de cerveza artesanal en esta ciudad y otro en Cariló, Ahora suman nueve. En el centro comercial Pinamar Norte hay cuatro stands al aire libre, de los cuales tres venden cerveza.

Mención aparte para un local que explota todas las noches: Rapanui. La empresa de chocolates de Bariloche abrió en la Avenida Bunge y brilla con su helado y sus frambuesas bañadas en chocolate. Otro indiscutido a la noche es Innsbruck, que se llena para el café post cena y que es el único bar abierto las 24 horas, un clásico que no pasa de moda.

Operadores inmobiliarios, hoteleros y gastronómicos coinciden en que no es una temporada a full y que la competencia con Punta del Este y Brasil es difícil. La ocupación hotelera en Pinamar para el fin de semana de Año Nuevo fue del 75 por ciento según fuentes oficiales, pero los dueños de hoteles ubican ese número más cerca del 65 por ciento. En la primera semana de enero se mantuvo en torno al 65 por ciento. La expectativa para la segunda quincena es que la ocupación suba hasta el 85 por ciento. El secretario de Turismo de Pinamar, Eduardo Isach, resaltó, en diálogo con LA NACION, que “cambió la manera de alquilar” y que el distrito “duplicó el hospedaje en diez años”. Respecto al tiempo de estadía, el funcionario indicó que se mantiene la tendencia a hospedarse por un fin de semana, dos o tres días, o a lo sumo cinco, y que muchos visitantes llegan sin haber alquilado por anticipado.