¡Hola Cari!
¡Que viaje tan impresionante fue tu último post! Cargado de energía primaveral y sensaciones que inevitablemente nos hacen ir en nuestras mentes a momentos similares o a aquellos donde hayamos tenido sensaciones de la misma intensidad que la tuya.
Te cuento que aquí los días se han puesto fríos. Tener la puerta abierta para que el perro salga afuera al patio y ladre a los vecinos que van por la calle se me ha hecho casi un ejercicio de supervivencia. No es un frío polar, pero es ése frío que jode, ¿viste? Y yo estaba bastante mentalizado de que para esta época el sol iba a estar brillando fuerte y radiante, que la ropa que iba a usar sería mucho más liviana que la que tengo puesta ahora. Pero parece que habrá que esperar un poquito para estar más cómodo.
El domingo fue un día muy lindo acá. Se puso soleado, ideal para una remera. Aproveché para estrenar una chomba que me había comprado y me propuse que la tarde de trabajo se convirtiera en una linda previa al eclipse de luna roja que esperaba a la noche. Imaginate que genial es esta idea en un pueblo con río y sierras. ¡El sueño del pibe! Así que volví a la tarde, con pleno sol y energía muy arriba, de Córdoba a Salsipuedes. Traté de disponer de cosas del trabajo, estérilmente debo decir, y me preparé para irme al río a esperar el eclipse.
Siempre me gustaron los eclipses. Me generan la misma sensación de cambio, de transmutación que me generan los cambios de estaciones durante el año. El constante movimiento, el poder observar el cambio y saber que somos varios los que lo estamos viendo te da un sentido de pertenencia y en mi caso, también de iluminación. Me llena mucho poder ver las cosas concretarse, funcionar. Esa misma sensación me la daba y me la sigue dando la música. Desde el momento en que cocinas a fuego lento una canción que escribiste, los nervios de saber si en tu banda les va a gustar, al momento final: la degustación de la misma por parte de los comensales, en este caso el público. Es una adrenalina que recorre mi cuerpo y de la que me confieso adicto.
Y llego el eclipse con la luna en un color distinto al que estamos acostumbrados. Y trajo consigo esa adrenalina, ese cambio zarpado de emociones que me genera, un rush interno que a veces no puedo aguantar de lo intenso que es.
Pero el eclipse ya pasó, y volvió el frío. En realidad no volvió, mientras estaba dándose el fenómeno mencionado, todo alrededor se puso más frío. El clima alrededor mío empezó a cambiar y vi como todo se oscurecía más. Costaba creer lo soleado que había estado horas antes, porque la temperatura bajo bastante y de golpe las nubes me empezaron a rodear.
Volvió el frío. Ese frío abrigador al que tanto estoy acostumbrado. El frío que yo reconozco me sienta bien. Yo soy del frío, en el frío no me congelo, fluyo como el agua de un glaciar, vuelo como el viento patagónico que cruza entre matas y cerros andinos. Ese viento que golpea a la cara y despeja la mente del más confundido. Ese soy yo. Soy el silencio que amplifica la voz del alma de quien me acompaña. Volvió el frío. Volví yo. Pero yo esperaba la primavera, no el frío.
¿Llegará la primavera? ¿Cuándo? Volvió el frío. Me queda terminar de descifrar si no es la vida diciéndome algo, porque por algo bajo la temperatura. Tal vez lo busqué, tal vez lo necesitaba, pero no lo esperaba. Y como dice uno de los grandes filósofos contemporáneos que tenemos en este mundo "No puedes conseguir siempre lo que quieres, pero si alguna vez lo intentas, tal vez te des cuenta que consigues lo que necesitas".
Así que mejor escucho la voz de Jagger, seguro ahí encontraré como otras veces las palabras justas. Porque no sé cuánto sabe Mick sobre el clima, pero estoy seguro de que sabe de la vida y del amor, y eso quiero escuchar ahora.
Un beso enorme Cari.
Muaaaack!
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