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Tomás Abraham: "Todo lo que tiene que ver con mi oficio es espiritual"




Tomás Abraham

Tomás Abraham - Créditos: Inés Sainz

Filósofo, docente, escritor (ensayista en mayor medida, incursionó también en la ficción con su novela La dificultad), hincha de Vélez. Un referente indiscutido en lo que refiere al análisis político y social del país. En esta entrevista reflexiona sobre su proceso creativo y la creatividad en general. ¿Cómo se presentan las ideas? ¿Cuán importante es cierto conocimiento de sí mismo para su oficio? ¿Practica alguna disciplina espiritual? Con estas preguntas en mano, entre otras, nos juntamos a charlar con Tomás Abraham.
-¿Cómo es tu proceso creativo? Daulte, por ejemplo, decía que él necesitaba crear las condiciones para zambullirse.
-Sí, más o menos.
-¿Tenés una rutina de trabajo?
-Sí, claro. Una rutina, una disciplina. Empiezo a las 8 de la mañana, hasta la 1 estoy concentrado, intento al menos. Después hay como una relajación. Lo primero es una concentración y un esfuerzo, escribo a la mañana. No puedo escribir a la tarde, es matinal.
-¿Podés escribir con música?
-No, la música son las palabras, me distrae. A la tarde puedo llegar a sembrar, en mi caso sembrar es estudiar, leer, preparar lo del día siguiente. Materialmente es eso, todos los días cada día.
-¿Cómo se te presentan las ideas? Se usan expresiones como "no se me cayó una idea" o "se me vino a la cabeza", ¿sentís que es necesario cierto estado de receptividad para que ideas nuevas sucedan?
-Hay algo que a mí me ayuda a expresar eso que es la concentración. El estado de concentración no es de 5 a 6, es casi permanente. Cuando yo emprendo un trabajo, un libro, un curso también, tengo una intuición de algo, pero es informe, no tiene forma. Todo el trabajo consiste en dar forma, así lo veo yo. Esa forma lleva mucho tiempo, siempre. Y el proceso es abierto, es decir, uno empieza a estar atento a lo que te va a dar, te va a deparar el proceso recién iniciado. Yo tengo una agenda, un cuaderno. Ese cuaderno me va a acompañar todo el tiempo, incluso en la mesa de luz porque se me puede ocurrir algo. Es decir, es una agenda de ideas respecto del proyecto. Puedo llegar a salir a caminar con la agenda. Y para la siembra, que es el estudio, cada uno tiene su recetario, su propia cocina. Todo libro se escribe. Yo leo escribiendo el libro mismo, subrayando márgenes, etcétera. Fichas, hojas o carpetas... Todo eso es un trabajo de recepción de ideas de otro y nacimiento de ideas propias que hay que anotar todo el tiempo.
-¿Cuán necesario es para vos el movimiento físico en ese camino?
-La concentración exige que esté inmóvil muchas horas. Escribir me exige estar sentado escribiendo.
-¿Y previo a ese momento?
-Previo no porque yo empiezo apenas me despierto. Tampoco es que todo lo que vivo las 24 horas está destinado a la parte creativa, pero todos los días necesito un ejercicio físico. Cuando juego al tenis, juego al tenis. Y si no, hago caminatas todos los días. La caminata no me la exijo para pensar. Sé que es muy buena para pensar pero yo ya pensé bastante para cuando estoy haciendo la caminata. Necesito distraerme, toda la parte boluda es fundamental para mí. Cuando camino escucho radio AM y lo que escucho me distrae. Escucho todos los programas de fútbol que se te puedan ocurrir, que son una sanata interminable pero me hace bien. Es como cuando a los chicos les cuentan un cuento, ya saben cómo es el cuento pero los ayuda a dormir. O a la noche veo un programa de tele o Netflix. Todo eso es parte del día, no lo pienso todo en función de ser creativo, porque la verdad no pretendo ser un creativo, simplemente hacer lo que me interesa.
-Y en el momento de concentración, ¿reconocés algún momento de mucho lucidez respecto del resto? ¿Viviste o vivís algo así como un trance creativo?
-Cuando aparece una idea es un momento de júbilo. Es algo fantástico, eso te orienta hacia algún lugar. Vos podés estar ahí trabajando, buscando, ordenando, mirando, como en la caza... Yo no cazo animales, pero la caza es un poco así. Podés estar 5 horas atrás de un árbol esperando que salga el pájaro. Y de repente es un momento de contento, algo pasó. Pero no es la gran iluminación, que viste el Todo y en ese momento se hizo la luz. No, son momentos de intensidad que orientan un camino y que no son uno solo, tiene que haber otros. Es muy doloroso cuando no hay ninguno. Eso te mata. Significa que algo está mal, que algo carece de interés. No hay que seguir, hay que parar, replantear la cosa y seguir estando atento. Tenés que ver el modo de que eso tenga un interés para vos. No hay otro que vos.
-¿Qué te obliga a seguir?
-Yo tengo un propósito, yo quiero darle forma. Parte de ese proceso es perderse o sentirse ahogado, enojarse o decir: "no quiero esto, eso no tiene encanto".
-¿Eso es lo más común en el proceso? Debe haber gente que te imagina siempre entusiasmado con lo que estás haciendo.
-Escuchame, si yo para escribir un libro estoy tres años, ¿pensás que voy a estar tres años en éxtasis? Estaría muerto. Lleva mucho tiempo. Uno va y viene, además vas descubriendo cosas en el camino todo el tiempo.
-Me hacés acordar a lo que decía Darío (Sztajnszrajber), que es más importante saber lidiar con el no-entusiasmo que con el entusiasmo. Que cuando hay entusiasmo todo fluye, pero cuando no lo hay, ahí se ve el oficio.
-Sí, o por lo menos hay que tener un oficio. Hay que trabajar.
En su estudio

En su estudio

Su biblioteca

Su biblioteca - Créditos: Inés Sainz

-¿Cuán importante es para vos es que en un pensador tenga un conocimiento, una indagación de sí mismo? De sus sentimientos, temores, de sus complejidades psíquicas...
-Eso para mí es fundamental, para no convertirte en un muñeco, en un aparato. Lo que no significa conocerse a sí mismo, porque uno no se conoce a sí mismo, uno hace lo que puede consigo mismo. Pero sin ese grado de ambición a la antigua, tenés que haber tenido experiencias de cierta intensidad que no son agradables. Tenés que haber tenido un desafío existencial, puede tener que ver con cualquier cosa: una enfermedad, la sexualidad, con miedos. Tenés que haber atravesado algún miedo. Es fundamental para ser libre. No hay libertad si no atravesás ciertas cosas. Es una libertad en la que vos te autorizás a vos mismo pero para autorizarte hay un montón de autoridades a las que tenés que haberles visto la cara. Tenés que atravesar ciertas soledades fundamentalmente. Haber dejado de creer y quedarte sin creencias también. Eso de conocerse a sí mismo es un poco eso, salir de sí. Normalmente tenés que salir de vos, no quedarte en el frasco que se te preparó en la vida. Levantar la tapa y salir a ver cómo te va.
-¿Identificás algún enemigo para el buen desenvolvimiento de la propia creatividad?
-La palabra enemigo no me va...
-Dificultad...
-Dificultad, obstáculo, adversarios incluso. Pero la palabra enemigo es bélica. Se puede dar que haya un enemigo pero es un caso extraordinario, no es usual. Pero sí, el ambiente es hostil. Es difícil de explicar, pero no sos bienvenido. El que piensa no es bienvenido, a la gente no le gusta mucho pensar. Uno en general piensa contra lo que la gente cree, hay una cierta hostilidad que es muy estimulante además. Y hay que estar bien para eso, saber que eso es así. Por lo menos como yo lo veo.
-¿Se necesita coraje?
-Sí, para eso necesitás cierto coraje. Te van a insultar, menospreciar, que es mucho más doloroso que el insulto. Te van a ningunear, no vas a importar, te van a ignorar... Hay que saber seguir. A eso llamo hostilidad. Tenés que romper esa barrera. Te tenés que imponer, "acá estoy yo". Gusta o no gusta, pero estoy. Y eso es una decisión, una actitud que uno toma para tener una palabra propia. Si tuvo una gran acogida, es muy agradable y hay que volver a casa, no quedarse ahí y que te sea demasiado tiempo agradable. Porque vos necesitás adrenalina y encontrar nuevos obstáculos para saltar más alto. Enemigo, no. Obstáculos sí. (...) ¿El enemigo sabés quién es ahora que lo pienso? El que te hace callar. Ese es un enemigo.
-¿Vos mismo o un otro?
-Un otro que te hace callar porque te amenaza de muerte.
-¿Tuviste alguna vez una amenaza de muerte?
-Supongo que no pero la vi igual. No espero a que me la hagan, lo intuyo. Me callo antes. Tengo un poco de prudencia también. Puede ser un pre-aviso y ya basta, no necesito el aviso. La censura no es un enemigo, te la salteás, es más importante decir lo que pienso, pero cuando llega ese límite ahí lo pienso. Para darte una idea, cuando lo mataron a Nisman, yo escribía en los diarios: “tengo que escribir sobre eso, no puedo escribir otra cosa". Escribí sobre eso, ¿y por qué después no escribí más? Me alejé mucho tiempo porque sentí peligro. Sentí que estábamos en situación de peligro, que había que esperar un poquito. Y eso me pudo haber pasado tantas otras veces durante el proceso. Me callo, no digo nada, escribo para mí. Estudio, escribo, escribo... No me entrego. Hay momentos así, esos enemigos existen.
-¿Se puede ser humanamente libre sin ser creativo?
-La libertad, la creación, hablando de Filosofía, como Espinosa, es una sensación de expansión, como el universo. Vos sentís que te expandís. Es intensidad, fuerzas, sentís que te expandís. No sé si eso es creación (la palabra creación para mí es casi teológica), pero es sentirse libre, es sentir el conducto entre lo que decís y lo que pensás está libre de impurezas. No hay filtro. Pensás mientras vas hablando. Pero uno no nace así.
-Bueno, los niños no tienen mucho filtro...
-O uno nace así pero después no sigue así. La presencia del otro te condiciona. Es una libertad que tenés para escribir que es fundamental. Decir lo que realmente se te canta la reverenda pelota. No hay límite para eso, no hay freno.
-¿Practicás algún tipo de disciplina espiritual?
-Bueno, todo esto es espiritual. (Risas).
-¿Sentís que el ejercicio de la creatividad tiene que ver con una disciplina espiritual?
-Claro, todo lo que tiene que ver con mi oficio es intelectual pero también es espiritual porque me modifica todo el tiempo. Hago disciplinas de meditación oriental, me siento un rato a respirar, ese tipo de cosas, para parar un poco. Pero el resto es espiritual porque estudiar y escribir a mí me pone en relación con el mundo. Toda esta biblioteca son voces que en este momento no hablan pero están esperando que me acerque, saque un libro, abra y empiecen a hablar. Toda esta gente estaba viva, algunos lo están todavía, otros no y sin embargo hablan todo el tiempo. Y yo hablo con ellos todo el día, todo el tiempo. Para mí escribir es materializar voces y son voces que yo elijo, con las que yo quiero hablar. Y para hablarles tengo que escribir, son como cartas. Todas las cartas están ahí y yo les tengo que contestar. Decime si eso no espiritual.
-¿Les contestás a ellos o también les escribís a futuros lectores?
-Claro, a futuros lectores. Son lectores posibles los que van a recibir nuestro intercambio. Yo les voy a contar qué me pasa con ellos (señala a los libros) a los nuevos, para que tomen contacto conmigo y con ellos también. Para que siga la vida. La vida viene y después se va. Ese es el movimiento.
-Muchas gracias, Tomás.

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